La ciencia ha descubierto el género musical menos relajante. Es evidentemente el techno

La música sirve para recordarnos quiénes somos. Es parte de la identidad de cada uno y su armonía moldea nuestro día a día. Nos hemos acostumbrado a vivir del brazo de Spotify, Apple Music o Bandcamp, con una perpetua banda sonora: da igual que salgamos a correr, nos duchemos, teletrabajamos, nos tomemos una cerveza o nos vayamos a la cama. Ahí está. Siempre. Sonando. Y aunque cada canción nos diga algo diferente a cada uno (habrá quien llore con 'Hallelujah' de Leornard Cohen y quien se emocione con Alicia Keys), su estructura, ritmo y armonía se traduce en vibraciones, cambios cardíacos y en el estado de relajación de cada uno.

Una investigación quería demostrar los efectos que se consiguen al escuchar los diferentes géneros musicales. Y de sus conclusiones se deriva que para nada nos afecta igual escuchar el mítico 'Stayin' Alive' de Bee Gees o cualquier chunda chunda de Chimo Bayo.

El estudio. Ha sido realizado por Vera Clinic, una empresa turca de trasplantes capilares que quería demostrar la conexión entre la música, el estrés y la caída del cabello. Así, conectaron a 1.540 voluntarios de entre 18 y 65 años a monitores de presión arterial y frecuencia cardíaca y les pusieron una variedad de música en Spotify, pasando por todos los géneros. Desde ABBA hasta Mozart o Metallica.

La música de It's a Sin de HBO, llena de temazos de synthpop de grupos como Pet Shop Boys o Wham!, resultó ser efectiva para relajarse, reduciendo más la presión arterial (indicador de baja ansiedad) que otros diez géneros. También los noughties (música de los 2000), como Kylie Minogue y Rihanna, y el heavy metal de Black Sabbath consiguieron un efecto similar. El techno o el dubstep fueron los géneros que más consiguieron aumentar la ansiedad. Pero también el rock de los '70. Hola Mick, ¿estás ahí?

Los datos. Concretamente, las canciones de los '80 de artistas como Prince o Bowie redujeron la presión arterial al 96% de los voluntarios al experimento y la frecuencia cardiaca del 36%. La lista de clásicos del techno de Spotify fue la menos efectiva en la materia, según el estudio. El 78% por ciento de los voluntarios tuvo un aumento en la presión arterial después de escucharlas. Esto no quiere decir que escuchar un álbum de Aphex Twin o Underworld vaya a causarte un infarto ni mucho menos.

Si prestamos atención a las cifras, no podemos hilar una relación entre la rapidez del ritmo de las canciones y esa sensación cardíaca. El heavy metal, que llega a un tempo de unas 150 bpm (pulsaciones por segundo) conseguía reducir la presión sanguínea al 89% y reducir la frecuencia cardíaca a un 18%. No sabemos si también se les puso grindcore o mathcore a los oyentes, que consiguen alcanzar hasta los 300bpm. Muy extraño sería conseguir un estado de relajación con eso en los oídos.

Ni el jazz ni el blues. Los cinco géneros menos relajantes, para sorpresa de muchos, aparte de los mencionados fueron el jazz y el blues. Y aquí podemos asociar que aunque se trata de sonidos menos chirriantes y endiablados, son muy irregulares en su estructura y cambios de patrón. No hace falta más que escuchar cualquiera de los temas de John Coltrane ('Blue Train', por ejemplo) para darse cuenta.

La tranquilidad nostálgica. Pese a todo, los investigadores tienen una explicación. "Los resultados pueden parecer sorprendentes en la primera inspección, pero médicamente tienen mucho sentido", decía el médico Ömer Avlanmış. "Los éxitos del pop de la década de 1980 podrían tener una nostalgia positiva para muchas personas, y sus sonidos alegres y de fiesta pueden inducir la liberación de endorfinas y serotonina en el cerebro, lo que aumenta los sentimientos de felicidad y calma", explican.

En la clásica. Cuesta entender entonces que la música clásica, a menudo reivindicada por sus cualidades relajantes, no reducía ni la menor ni la mayor parte de la ansiedad. La frecuencia cardíaca disminuyó solo un 15% en promedio cuando los participantes escucharon música clásica. Los pacientes con insuficiencia cardíaca leve mostraron tiempos de recuperación cardíacos más cortos, lo que indicaba excitación, o tiempos de recuperación cardíacos más largos, lo que indica relajación, durante momentos particulares de un concierto clásico.

La autora de otro estudio similar, la profesora Elaine Chew, del Centro Nacional Francés de Investigación Científica, decía que había razones para pensar que "lo que calma a una persona puede despertar a otra".

También para otros usos. Lo que sí se ha demostrado es que escuchar música clásica durante las clases y durante la noche mientras dormimos puede ayudarnos a desempeñarnos mejor en los exámenes importantes, según apuntan diversos estudios. En uno de ellos, los estudiantes de economía estadounidenses de la Universidad de Baylor que escucharon a Beethoven y Chopin durante el tiempo de sueño obtuvieron calificaciones un 18% superiores en los exámenes del día siguiente.

Según los científicos, la música clásica activa un proceso llamado "reactivación de memoria dirigida" (TMR), cuando la música estimula al cerebro a consolidar los recuerdos. Esto es clave para fortalecer los recuerdos existentes de las conferencias durante el sueño y, como resultado, obtener mejores resultados en los exámenes.

Música, al final. Como sea, y como advertía la científica, cada persona es un mundo. Habrá quienes se relajen con 'The Beautiful People' de Marilyn Manson y quien se acelere con la quinta de Beethoven. Estos estudios sirven, eso sí, para demostrarnos el impacto que nuestra banda sonora diaria tiene en nosotros. No solo a nivel emocional, sino también biológico. Mientras, pongamos la alarma, 'Enjoy The Silence' de Depeche Mode, cerremos los ojos y a ¿relajarnos?

All I ever wanted
All I ever needed
Is here in my arms...

Imagen: Antoine Julien/Unsplash

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