Ni primera de Europa, ni desastre absoluto: cómo está siendo realmente la campaña de vacunación en España frente al resto de la EU

Javier Jiménez y Javier Lacort

En los últimos días, el debate sobre la vacunación en España se ha convertido en una avalancha de gráficas circulando en medios, apps de mensajería y redes sociales. En algunas de esas gráficas, España aparece liderando Europa; en otras, languidece en mitad de la tabla; en el resto, mira desde abajo como Israel, Estados Unidos o las Seychelles baten récords mundiales. En todas ellas, es muy difícil entender el contexto.

Es decir, ¿cómo va realmente España con respecto al resto de países de la Unión Europea? Y lo que es más importante, ¿por qué?

Buenas noticas en mitad del retraso europeo

Ursula Von Der Leyen

Existe un consenso generalizado en que Europa (con un 1,7% de la población totalmente inmunizada) la vacunación no va al ritmo esperado. Sobre todo, si lo comparamos con Estados Unidos y su 4,49%. Es cierto que hemos hablado mucho de Israel o las Seychelles; sin embargo, por tamaño, financiación y diferencias regionales internas, son las cifras norteamericanas el objetivo a batir.

Y el motivo del relativo fracaso europeo parece no ser tanto la inoperancia organizativa como la falta de vacunas. O siendo más precisos, la falta de una estrategia unificada que vertebrara la respuesta conjunta a la pandemia. La Comisión Europea tardó en asumir un papel importante en la pandemia, los países ha tenido dificultades para controlar los "problemas de acción colectiva" y, por si fuera poco, mientras descubríamos que en el territorio de la Unión no fabricábamos ni un gramo de paracetamol, los enormes recursos industriales y tecnológicos del continente permanecían sin usar a la espera de proyectos de vacunas que no han llegado a ningún lugar.

Hay más motivos, claro. El más comentado ha sido la estrategia de vacunación. Frente a experimentos como el británico, que lo han apostado todo a dilatar al máximo la segunda dosis de las vacunas y, de este modo, tratar de aumentar lo que podríamos denominar como "inmunidad basal de la población", la UE tratado de ser bastante estricta en la aplicación de las recomendaciones que han surgido de los ensayos clínicos. El enfoque británico ha permitido vacunar (con una dosis) al 16,68% de la población, pero lleva semanas estancado en el 0,82% de la población si nos fijamos en la pauta completa.

Por todo esto, lo más razonable (si queremos ver cómo progresa España en términos relativos) es fijarnos en el marco europeo. Eso no quiere decir que el resto del mundo no aporte lecciones importantes; al contrario, nosotros mismos hemos estudiado casos lejanos y cercanos. Lo que ocurre es que se necesita más contexto para comprender por qué unos países tienen cifras mejores que otras. En Europa, si bien seguimos necesitando contexto, la situación se simplifica.

Y lo primero que podemos ver es que, lejos de lo que nos podrían hacer creer las estadísticas promediadas, la Unión Europea va a muchas velocidades. Con los datos actuales, solo tres países europeos lo hacen mejor que España: Malta, Dinamarca y, en los últimos días, Rumanía. Nuestro país superó a Italia hace una semana y a Eslovenia hace aún menos. Esto, sin dudas, son buenas datos.

Ninguno de los grandes países de la Unión Europea tiene mejores datos que España. De hecho, a nivel de población, es el sistema sanitario que mejores datos está dando. Malta es un caso muy particular dentro de la Unión: no solo es mucho más pequeño que España (tiene una población equivalente al área metropolitana de Granada), sino que además está muy concentrada. Algo que permite una vacunación mucho más rápida con una infraestructura menor.

El caso de Rumanía es muy interesante porque se puede apreciar cómo la gráfica sube rápidamente en las últimas semanas. Esto se debe a una decisión de finales de enero que retrasó las nuevas vacunaciones buscando completar el mayor número posible de pautas. Por ello, mientras la estadística de nuevas vacunaciones se ha desplomado, la de dos dosis ha remontado rápidamente. En España, aunque se han tenido que frenar las nuevas vacunaciones y postergar segundas, no se ha tomado una decisión por el estilo y el cierre de pautas se ha resentido más.

La situación danesa es aún más interesante porque, durante meses, ha sido el espejo en el que se miraba la Unión. A diferencia del resto de países, Dinamarca tenía un plan perfectamente diseñado para cubrir a la población total cuanto antes y, aunque los retrasos le han afectado como a todos los países, han tenido bastante éxito en su aplicación. Gran parte de las diferencias entre países se deben, además de la velocidad y presteza a la hora de distribuir y poner vacunas, a la apuesta que durante estos meses han ido haciendo cada uno.

Es decir, a qué vacunas compraron y por qué. Alemania, por ejemplo, compró más vacunas Pfizer fuera del plan conjunto de la Unión Europea y eso ha hecho que quede más expuesta que el resto a los retrasos. Al fin y al cabo, hay 15 millones de alemanes que tendrán que esperar a que lleguen las vacunas que les corresponden. Otros países, decidieron apostar por la vacuna de AstraZeneca porque era más barata y fácil de administrar. Los problemas con esta farmacéutica han desmontado sus planes de vacunación.

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Una carrera consigo misma

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En este sentido, la estrategia española consistió en comprar la parte proporcional de las vacunas del plan de la UE y, posteriormente, en ir poniendo todas las vacunas conforme llegan. El resultado, que hace gala de la fuerza de la atención primaria del país, es muy bueno. Aunque, no podemos dejar de reconocer que tiene los pies de barro: el hecho de que todas las vacunas aprobadas hasta ahora tengan dos dosis hacen que la viabilidad de la campaña dependa de la cadena logística.

Cualquier problema en ella, obliga no solo a frenar nuevas vacunaciones, sino a aplazar las segundas vacunaciones. Algo que ya ha ocurrido y que, en cualquier momento, puede volver a ocurrir. La buena noticia es que, a medida que se solucionan los problemas de producción y reparto de las vacunas, el riesgo de que esto ocurra cae. Al ritmo actual, faltan pocas semanas para que el país empiece las vacunaciones masivas y esto sí será la prueba de fuego.

Fundamentalmente porque, a nivel histórico, España ha tenido problemas para conseguir vacunar a porcentajes altos de la población. La situación con el coronavirus es distinta y el deseo de "volver a la normalidad" parece que ayudará a conseguir mejores resultados, pero el problema sigue ahí, a la espera. En muchos sentidos, esto se ha convertido en una carrera contra nosotros mismos.

Imagen | Contando Estrelas

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