El valor de la ley: los suicidios entre homosexuales cayeron en Suecia tras legalizar el matrimonio

En las sociedades secularizadas, los límites sobre lo aceptable a menudo quedan constreñidos a la ley. El estado de derecho, mediante sus códigos y legislaciones, establece un marco moral sobre lo correcto y lo incorrecto. De ahí que la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo tuviera tanta trascendencia simbólica: marcaba la aceptación de una realidad social dentro de los códigos éticos y legales que nos damos entre todos. Un gesto de consecuencias tangibles.


Menos suicidios. En Suecia y Dinamarca, aquella legislación se ha traducido en una menor tasa de suicidios entre las parejas homosexuales. Un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Estocolmo y del Centro para la Prevención del Suicidio de Dinamarca ha analizado el número relativo de suicidios entre 1989 y 2002 y entre 2003 y 2016. El resultado: los suicidios cayeron un 42% entre los dos periodos analizados, frente a la caída del 28% en los grupos heterosexuales.


Contexto. Las fechas no son arbitrarias. Pese a su tardía incorporación al club de los países donde el matrimonio homosexual era legal, en 2012, Dinamarca aprobó la primera ley que dotaba de cierto amparo legal a las parejas LGBT. Fue en 1989. En 2003, Suecia, por su parte, extendió la normativa de parejas de hecho a las personas homosexuales (la legalización llegó seis años más tarde, en 2009). Un periodo de treinta años en el que los gobiernos ampliaron la base de derechos LGBT.



Aceptación. Las políticas fueron exitosas. Como vimos a cuenta de Estados Unidos, legalizar cualquier conducta social conlleva automáticamente una caída de los prejuicios y del rechazo hacia determinados colectivos. Sucedió a partir de los setenta tras la normalización de los matrimonios interraciales, y sucedió en otros países europeos, como España, cuando legalizaron de forma temprana las bodas entre personas del mismo sexo.

La letra de la ley acaba con los estigmas.


Resultados. A corto plazo, esto tiene consecuencias en la forma en la que el colectivo LGBT se observa a sí mismo, y por tanto en su salud mental. La tasa de suicidios entre personas homosexuales o transgénero es mucho mayor a la de aquellas heterosexuales y cisgénero. En gran medida por el rechazo o las barreras sociales. Si a esto sumamos el efecto escudo del matrimonio (los solteros se suicidan mucho más), el resultado, en Suecia y Dinamarca, es muy simple: menos suicidios.


Trabajo por hacer. Pese a todo, se advierte desde el estudio, queda trabajo por delante. La tasa de suicidios dentro de los matrimonios homosexuales sigue superando con mucho a la de las parejas heterosexuales. La tendencia se fragua desde la niñez. Un estudio del año pasado basado en 35 investigaciones de diez países diferentes observó que los jóvenes LGBT trataban de suicidarse tres veces más que sus pares heterosexuales.

Ante este problema, una receta: legislar por su protección.


Imagen: Sweden New York

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