El reto de la manta y el perro empieza a dar sus frutos: cuando el #WhatTheFluffChallenge sale mal

Oh, los challenges. Han vuelto, tal vez incitados por estar ya en época estival, cuando la intelectualidad es más laxa y nos apetece recordar que el ser humano sigue y seguirá siendo capaz de crear gestos absurdos que desearemos imitar en cualquier parte del mundo. Para esta ocasión el truco requiere de un pasillo, una manta y un perro despistado. El #whatthefluffchallenge reventó en Gran Bretaña y Estados Unidos hace dos semanas, cuando @siberianhusky_jax y @Dakota_DK grabaron el desconcierto total de sus respectivos huskies.

La comicidad del gesto, la necesidad de saber si es una reacción natural de todas las mascotas o sólo se trata de perros con capacidades cognitivas mermadas, llevó a muchos a experimentarlo con sus propios animales. Hasta aquí, nada novedoso.

Pero por supuesto, con el paso del tiempo ya han empezado a aparecer las versiones de los challenges verdaderamente importantes, las únicas que conmueven nuestro corazón. Los hay que no consiguen completar correctamente la mecánica del asunto, los que se llevan una decepción al ver que sus animales pasan de ellos y también los que se comportan de forma vergonzosa. Como con el famoso chiste de Los Aristócratas, la verdadera comedia no está en el esqueleto del gag, sino en la capacidad del intérprete de sorprender en torno a esa estructura ya asimilada por el público. Eso que le da vida al meme no deja de ser lo mismo que hace que un challenge se perpetúe en el tiempo.

El #Whatthefluff nos da catástrofes domésticas, contratiempos imprevistos que, como se verá hacia el final de esta pequeña selección, encuentra su punto de máxima hilaridad cuando se combina el sabor local, cuando se le pone el acento español a este nuevo reto. Mientras haya fails, habrá vida.

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