Peter Fitzek, el autoproclamado rey de Alemania que dirige un movimiento de extrema derecha

Hay quien cree que nunca llegamos a la Luna. Los hay que creen que las vacunas son un negocio farmacéutico que hace que los niños se vuelvan autistas. Hay también quien cree que Alemania no existe. Peter Fitzek forma parte de esta última categoría y es uno de los miembros más respetados de esta doctrina.

“Después de entrenarse como chef, trabajar como instructor de kárate o dirigir su propio salón de tatuajes, Fitzek realizó dos campañas para convertirse en alcalde de una ciudad en el estado alemán de Sajonia-Anhalt. En ambas ocasiones ganó sólo el 0.7% de los votos”. El medio alemán DW no pinta a este hombre como ninguna lumbrera, tampoco el extenso perfil publicado este mismo mes en Bloomberg donde descubrimos mucho más sobre la vida del personaje.

A sus 54 años la accidentada carrera de Fitzek le ha llevado a autoproclamarse como Rey de Alemania, de la legítima de verdad, no ese invento político del que se habla en los medios. Él es el dirigente de NeuDeutschland, o Nueva Alemania, el país que ha tenido que crear como semilla de un movimiento de reconquista de la perdida soberanía social.

Según sus profundos estudios del sistema legal estatal, y dado que los Aliados no firmaron formalmente ningún Tratado de Paz tras la derrota del 45, afirma este monarca que Alemania debería seguir rigiéndose por la constitución de 1919 y definiéndose a nivel territorial por las vastas fronteras de 1937. En esencia, que el Reich nacionalsocialista sigue vivo.

¿Por qué, entonces, no viven bajo este sistema? Porque se creó una construcción administrativa, la actual, una megacorporación con modos de Estado llamada Deutschland SL que dirigen en verdad los poderes financieros angloamericanos y, por supuesto, los judíos, explotando laboralmente al pueblo germano para beneficio de los extranjeros.

Este cuento es sólo una de las muchas narrativas victimistas de un movimiento llamado Reichsbürger o Ciudadanos del Reich. Gracias a internet, YouTube, el descontento con la Unión Europea, la crisis económica, los movimientos migratorios y mucho más cada vez más ciudadanos están despertando. Según el CNI alemán, en 2016 ya formaban parte de este colectivo casi 10.000 personas, pero para 2018 ya hablábamos de 19.000 “reichsbürgers”, de los cuales casi un millar estarían radicalizados.

Las cifras, sin embargo, no convencen a muchos expertos. La de los Ciudadanos del Reich es una corriente muy heterogénea a la que se adhieren flujos demográficos de muy variada procedencia, intereses y nivel de implicación. Si bien aquellos dispuestos a declararse en insurrección con la RFA son decenas de miles, sus simpatizantes se cuentan por cientos de miles, como bien saben los grupos de Alternativa para Alemania, un partido político que ha hecho guiños a los integrantes de esta amalgama de antivacunas, racistas, supremacistas y esotéricos en multitud de ocasiones.

Pero los Estados son como la ciencia: no se hacen solos y hay que hacerlos. En 2008, al inicio de su actividad, nuestro Peter el primero empezó a ofrecer afiliaciones por 120 euros al año a NeuDeutschland, y fue aceptando también inversiones que metía en distintas cuentas de ahorros, un dinero cuyo montante final nunca se pudo determinar al 100%.

Además, sus seminarios, para los que cobraba entrada y que también revendía en DVD, se convirtieron en punto de encuentro dentro del panorama escéptico nacional: Fitzek está lejos de ser el único mesías, como demostraron la micronación druida-celta de Germania, de los conspiracionistas Jessie Marsson y Jo Conrad, o la afición alrededor de las revistas del periodista Jürgen Elsässer. Nunca se supo cuál fue la fuerza dominante en esta relación simbiótica, si la enorme corriente conspiranóica ya existente o el poder de Peter para fabricar una fantasía de recuperación de un orgullo nacional supuestamente perdido tras la Segunda Guerra Mundial.

Compró un hospital abandonado a las afueras de Wittenberg. Allí se podrían empezar a instalar tanto él como sus seguidores para llevar a cabo ese sistema social alternativo, libre de las sumisiones que exige la Alemania oficial. Cuentan con su propia moneda, Seguridad Social, seguro sanitario y proyecto educativo holístico, todo ello constituido legalmente en forma de sistemas cooperativos para evitar su cierre. Este nuevo modo de vida también tiene ramificaciones en el ocultismo (trucos para simular levitación), las "nuevas tecnologías" (poseía la patente de un proyecto llamado Reactor de Materia Orgánica que proporcionaría energía infinita) y hasta un viejo y bien conocido culto al líder. Como buenos germanos, también tienen una importante conexión con el paganismo ecologista.

Estos son los testimonios de dos jóvenes y prototípicos reichsbürgers. Saskia cuenta:

Hubo un período de mi vida en el que reflexioné sobre qué quería hacer. ¿Quería tener un trabajo corriente o quería hacer algo que me realizase? Me dije a mí misma, vamos a darle una oportunidad a esto. Me di cuenta de que [Peter Fitzek] es un visionario, se ha adelantado a su tiempo.

Benjamin:

Mi madre atendió uno de los seminarios legales de Peter y me dijo que había una comunidad de gente joven que quería construir algo propio. Ella siempre había deseado que yo tuviese un propósito en la vida, algo en lo que implicarme. Este es el único sitio en el que he aprendido la verdad del mundo, que hay gente del Gobierno federal que no toma las decisiones, y básicamente, aquí sí puedo formar parte de la toma de decisiones.

El propio país expide sus propias licencias de conducción (no reconocidas por Alemania, por supuesto), muy convenientes dado que el propio Fitzek cometió diversas infracciones por exceso de velocidad en los múltiples BMWs que se fue costeando, hasta tal punto que se ha ganado penas de prisión por ello.

Para 2012, cuando su figura pública empezó a coger tracción mediática, grabó el vídeo de su propia coronación como rey, la primera en suelo alemán desde la de Guillermo II en 1888. El señor iba vestido de la siguiente guisa.

Vice le hizo un reportaje.

Al cabo de un par de años la broma ya no estaba tanto en él como en quienes le habían subestimado. Varios de sus súbditos habían cedido economía personal para cobrar en la moneda local emitida por él mismo, y él era también el que gestionaba el capital en divisa internacional. Se cree que el Banco Real del Reich, al que sólo accedía él, llegó a recaudar más de 2.3 millones de euros. Varios miembros del clan hicieron una denuncia conjunta, y cuando la policía quiso confiscar el dinero se encontraron con los BMWs, algunas propiedades y un montón de cajas fuertes vacías. Se lo había ido puliendo todo.

Soberano Supremo lleva entrando y saliendo de los tribunales desde octubre de 2013. Ahora está en la calle, pero en marzo de 2017 se le condenó a tres años y ocho meses de cárcel por  negocios bancarios ilícitos (un claro ataque del statu quo a las finanzas de Reich) y por desfalco, hechos que él niega rotundamente. Los jueces tuvieron que rectificar por considerar la pena desproporcionada. Peter, sin embargo, sostiene que seguirá creando negocios bancarios hasta que le aten de pies y manos.

El líder, como tantos otros seguidores, es un insurrecto fiscal. Los Ciudadanos del Reich verdaderamente comprometidos no sólo no pagan impuestos al Estado central y autonómico, sino que llevan a cabo acciones de asfixia del aparato legal. Trolean a las autoridades locales con “solicitudes y rechazos a órdenes y avisos de pago”, dice DW, algo que obliga a los consistorios a responder a todas y cada una de las solicitudes por derecho constitucional. Cuando no hacen esto saturan las oficinas del Lander de Brandenburgo de páginas de sus manifiestos, o graban y difunden sus ataques a funcionarios públicos.

La cosa se puso seria en 2016, cuando uno de los principales teóricos del Reichsbürger, autoproclamado jefe de una micronación consistente en su vivienda y el patio exterior, disparó e hirió a un par de agentes de la ley. Dos meses después, y en el momento en el que un comando especial iba a confiscar su armamento, otro de los miembros del grupo mató a un policía e hirió a otros dos a tiros. Según informes de Interior más de 1.000 militantes del Reich poseen licencias legales para tenencia de armas. Dadas las alusiones de Fitzek a la creación de una “Nueva Guardia Alemana”; las autoridades consideran que estos tipos constituyen una amenaza seria que podría estar formando una banda terrorista.

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