Café, té o Coca-Cola: cuál es el consumo de cafeína más popular en los principales países del mundo

La cafeína ha ido una de las sustancias psicoestimulantes más consumidas por la humanidad desde que un día, hace miles de años, una cabra ingiriera una baya por accidente en las alturas de Etiopía y un buen pastor asistiera asombrado al espectáculo de hiperactividad posterior. Hoy la mezcla de café, te y bebidas con gas domina nuestras sobremesas y citas sociales. Sólo el agua, líquido elemento, sacia más gargantas diariamente en las cuatro esquinas de la Tierra. Somos un mundo adictos a la cafeína.

Pero cada uno lo somos a nuestro modo, fruto de preferencias culturales, imposiciones mercantiles e industriales, y ritos y costumbres históricas. La dispar preferencia por la cafeína en los distintos puntos del planeta es objeto de estudio en este interesante gráfico de VisualCapitalist. Utilizando los datos de este estudio publicado en 2018 en el que se recopilaban los datos de ingesta de 56 países distintos, el mapa explora el riquísimo mundo de la cafeína y las obsesiones de cada cultura y región.

Asia es un buen punto de partida. Es allí donde el té, endémico, es predominante. Descontando la particular filia de Corea del Sur por el café, todas las demás grandes naciones asiáticas optan por el té como ingesta cafeínica primaria. Japón es un buen ejemplo: un 72% lo bebe a diario, ya sea en su variante tradicional o embotellado bajo distintas marcas. China es otro: la ceremonia del té sigue operando como grapa social y tiene un carácter protocolario incluso en los congresos del Partido Comunista. India también es un país de té.

Si saltamos el pacífico nos topamos con un mercado muy variable y muy influenciado por la gran industria azucarera estadounidense. México, por ejemplo, es el mayor consumidor de Coca-Cola del mundo, con más de 700 vasos per cápita al cabo del año. Las bebidas carbonatadas de distinto tipo, casi todas ellas cafeínicas, son predominantes en Argentina, Bolivia, Uruguay y Venezuela (por encima del 60% del total). También, no hace falta ni mencionarlo, en Estados Unidos. Sólo dos países se salvan de la quema: Brasil, primer productor mundial de café, y Canadá.

Colombia, pese a su inmensa tradición cafetera, cae en la Coca-Cola.

(VisualCapitalist)

Ya en Europa el cuadro es más amplio. El sur parece decantarse por las sodas (y eso incluye a Italia y a su muy reseñable cultura del espresso y el ristretto). Nada que pueda sorprendernos en España, un país que tiende a consumir el café como mera vía hacia la cafeína y sin mayor consideración por su calidad (inserte aquí: torrefacto). Entre un mal café y una Pepsi, pues la Pepsi. Similar razonamiento parecen utilizar Bulgaria y Rumanía, Austria y Suiza, Bélgica y Croacia. También Australia.

No es así en Francia (donde el café común y rampante de bar no es nada del otro mundo, pero donde tiene una connotación cultural casi tan importante como el vino), Alemania, Grecia, Países Bajos, Polonia o los países nórdicos. Son estos muy intensos en su consumo. Finlandia está a la cabeza del mundo con 12 kilos por persona anuales. Tanto en Dinamarca como en Suecia han surgido culturas cafeteras orientadas al tueste de especialidad que han irradiado al resto de Europa en la tercera ola del café. Y Noruega... Noruega consume mucho de todo lo que no es noruego, llámese café o pizza.

Llámese té, café o bebida carbonatada, hay una realidad insoslayable en todo el mundo. Somos adictos a la cafeína.

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