Starlink se ha caído sobre nuestras cabezas: cómo un satélite de Musk terminó desintegrándose en España

A las 11 de la noche Paula creyó ver un meteorito cruzando nuestros cielos. Capturó un vídeo con su móvil y lo compartió minutos después en su cuenta de Twitter.  Otros muchos usuarios respondieron confirmando el fenómeno, que realmente no era un meteorito como tal.

Se trataba en realidad de un satélite Starlink que se desintegraba al reentrar en la atmósfera. Eso provocó que se convirtiese en una llamativa bola de fuego que cruzó toda España y que aparentemente acabó cayendo en el mar Cantábrico. Aun cayendo en tierra, la posibilidad de que acabe cayendo sobre alguna persona es mínima.

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es un satélite de Starlink

Así lo contaba José María Madiedo (@jmmadiedo), doctor en astrofísica y química y que trabaja en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). Los sensores de la Red SWEMN (Southwestern Europe Meteor Network, Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa) le permitieron capturar cómo el satélite Starlink de SpaceX se entraba en la atmósfera terrestre.

Lo hacía efectivamente a las 11 de la noche, hora peninsular española: el satélite de 260 kg de peso reentraba a unos 27.000 km/h. Se convertía en una bola de fuego que se creó a unos 100 km de altura a la altura del norte de Marruecos y continuó su viaje hacia el noroeste cruzando la Península Ibérica para acabar cayendo aparentemente en el Mar Cantábrico.

Madiedo explicaba cómo el satélite fue fragmentándose, lo que provocó que los que pudieron observar el fenómeno vieran cómo aparecían varias bolas de fuego avanzando en paralelo al volverse incandescentes esos fragmentos.

El satélite se había lanzado en enero de 2021 en la misión Transporter-1, y no fue el único que reentró en la atmósfera durante el día de ayer: otros tres satélites de aquella misión cayeron en distintas partes del planeta. En Aerospace mantienen una base de datos con las reentradas de todo tipo de satélites, y ese listado se puede ver cómo probablemente el satélite que se vio en los cielos de España es el Starlink-2200 (ID 47414).

Por qué se caen estos satélites y por qué el peligro de que nos caigan encima es mínimo

Resulta en parte sorprendente que un satélite lanzado hace tan solo un año acabe reentrando tan pronto en la atmósfera terrestre, pero en el caso de los satélites de la red Starlink la frecuencia de esas reentradas parece hasta cierto punto razonable.

Eso se debe a que según un estudio de Jonathan McDowell, astrónomo del Harvard Smithsonian Center for Astrophysics, la tasa de fallo durante su ciclo de vida es del 2,5%. Este experto indicaba que no es una tasa excepcional, pero dado el número de satélites de la red de Starlink —ya hay más de 2.000 en órbita— eso hace que la frecuencia de fallos aumente.

Como explicaba Madiedo, los satélites que finalizan su vida útil acaban perdiendo altura muy lentamente y caen en la atmósfera. Al hacerlo esos satélites se desintegran en su mayor parte: "el rozamiento con la atmósfera llega a ser tan brusco que el material se vuelve incandescente y empieza a vaporizarse, a fragmentarse a y a descomponerse".

Uno podría pensar que un satélite de 260 kg podría plantear un peligro al caer sobre la Tierra, pero como destaca Madiedo, "el peligro es mínimo". Buena parte se destruye en la atmósfera, comentaba, "y el resto suele llegar al suelo en forma de fragmentos pequeños".

De hecho, destacaba, "desde que empezó la carrera espacial, solamente hay un caso verificado de una persona que fue golpeada por un fragmento de satélite". Se trata de Lottie Williams, que en 1997 paseaba por un parque de Tulsa, en Oklahoma, y fue golpeada en su hombro por un objeto que cayó del cielo y que resultó ser un fragmento de un cohete Delta II que sirvió para colocar en órbita un satélite de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en 1996.

Lo que es probable es, como comentábamos, que este tipo de reentradas se conviertan "en algo habitual". La enorme cantidad de satélites de Starlink hará que probablemente estos eventos aumenten de frecuencia. Con esa de fallo además se pueden activar reentradas que podrían ser consideradas como forzosas. Como explicaba Madiedo, "si es necesario se le puede ordenar al satélite que modifique su órbita para que se produzca la reentrada.

De hecho, es lo deseable para evitar que se acumule más basura espacial". Es lo que por ejemplo ocurre con los cohetes para lanzar los satélites: están programados para reentrar en la atmósfera de forma controlada.

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