No, Netflix no es dueña de «sus» series: los porqués de que sea el siguiente paso hacia su dominación mundial

Supongo que a muchos espectadores os sorprenderá saber que ‘House of Cards’ y ‘Orange is the New Black’ no son propiedad del servicio de streaming más en alza del momento. En una reciente entrevista, el CEO de ‘Netflix’ Reed Hastings ha comentado que la prioridad de la compañía en estos momentos era seguir expandiendo su rol creativo en las series y hacerse con la producción y los derechos de las mismas.

Hasta ahora Netflix se limitaba a ofrecer contenidos que obtenía bajo licencia de otros estudios y distribuidoras. Por ejemplo, Media Rights Capital tiene los derechos de ‘House of Cards’; ésta la distribuye a placer y los espectadores pueden comprarla en Amazon o ser vista por los alemanes en Sky; puede incluso vender los derechos exclusivos del thriller político protagonizado por Kevin Spacey a un distribuidor diferente si éste paga lo suficiente.

Ha sido hace poco más de tres años cuando Netflix se ha adentrado en la producción propia de ficción; hasta entonces había pasado por muchas etapas, incluyendo una en la que no sólo era un videoclub online, sino también físico y funcionaba por correo ordinario. Desde aquello Internet ha evolucionado mucho; las velocidades de conexión se han ensanchado, las televisiones son más sofisticadas y los hábitos de consumo del espectador de ficción han evolucionado cada vez más hacia el vídeo bajo demanda.

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Una transformación constante

Esta evolución es un tema fascinante que hemos abordado aquí y en ¡Vaya Tele! en más de una ocasión, comentando Netflix en perspectiva con otros proveedores de contenidos como las cadenas de cable en general (y HBO en particular) y también sobre cómo los datos de Nielsen –y el auge del DVR- respaldaban este cambio y favorecen el crecimiento de Netflix, que ahora tiene nuevas puertas para abrir.

En breve, otros proveedores irán ofreciendo sus propios servicios de streaming y no venderán licencias a Netflix

De ser un servicio de streaming que ofrecía contenidos licenciados y con una cartera de suscriptores más reducida, pasó a querer producir contenido original. En aquel entonces no contaba con los medios para hacerlo por su cuenta, y otorgar la producción de sus series a terceros le permitía pagar la mitad (eso dice Hastings) por la licencia de emisión de lo que le costaría producir un título como ‘House of Cards’. ‘Orange is The New Black’, por poner otro ejemplo, es de Lionsgate.

Con esa producción propia –pero licenciada- Netflix empezó a crecer a una velocidad vertiginosa. Os remito de nuevo a los enlaces que ponía hace un par de párrafos y hago fastforward hasta el pasado diciembre, cuando el propio Reed Hastings comentaba que su intención era ofrecer 20 series originales al año (contando nuevos títulos y sucesivas temporadas de los ya existentes), lo que resultaba en una media aproximada de un estreno cada dos semanas, objetivo que cada vez tienen más cerca a juzgar por estos últimos meses de novedades continuadas.

Los datos del éxito

Hace unos días explotó el precio de las acciones cuando Netflix presentó los resultados del primer cuatrimestre de 2015. El crecimiento ha sido mayor al esperado en beneficios y suscriptores, que sumando los del mercado norteamericano y el internacional alcanzan ya los 62.30 millones (en el último año ha añadido 14 millones al total).

La popularidad de la marca, el creciente número de seguidores y el ascenso constante en general colocan a Netflix en un punto muy distinto al que estaba cuando decidió dejar de ser únicamente proveedor de contenidos para convertirse creador. Ahora puede plantearse invertir capital en dar un paso más y hacerse con la producción y derechos absolutos de su ficción original.

Está claro que abrir esa puerta no es barato, pero la recompensa puede llegar incluso a corto plazo, cuando empiecen a hacer caja con ventas en otros formatos (DVD, etc) y con la venta de licencias de ese contenido para su emisión en otras cadenas internacionales. Puede incluso decidir si le compensa vender los derechos de emisión a una cadena internacional en un país en el que ofrezca sus servicios.

La futura competencia en el streaming

Hay más factores a tener en cuenta que seguramente sean precursores de esta decisión. Hasta la mismísima HBO se ha bajado del carro (pasaban de ofrecer sus series a espectadores no suscriptores de su canal de cable) y ha lanzado ya HBO Now, su propio servicio de streaming online, incluso en Europa. Con el tiempo, esta respuesta a los cambios en los hábitos de consumo se convertirá en la norma. Cada cadena o productora querrá sacar partido a sus propios títulos, lo que frenará las ventas de licencias a la competencia, ergo Netflix verá reducido su catálogo poco a poco.

Considerando cómo está el percal, sería lógico pensar que si Netflix mantiene su crecimiento acabe incluso superando ese objetivo de los veinte estrenos de producción propia al año, asumiendo el coste y los riesgos pero manteniendo los derechos. Vivimos tiempos muy convulsos (y apasionantes) en cuanto a la industria televisiva internacional se refiere, y proteger su posición dentro de un mercado tan cambiante, inestable y competitivo es la clave del proveedor de contenidos.

Ahora viene la pregunta, ¿cómo afectará esto al contenido de –esta vez sí- sus series? ¿Se verá reflejado en los presupuestos? ¿Veremos menos riesgo en temas o tono? Viendo la filosofía de Netflix, que tiene parte de quien no arriesga no gana, personalmente dudo que quieran arriesgar su reputación por un puñado de dólares. Pero para saberlo tocará esperar.

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