'¡No nos gusta Capitán Morcilla!': Amazon recupera un simpático documental sobre un juego de culto de la Edad de Oro del Soft español

Amazon Prime Video acaba de estrenar, casi sin hacer ruido, un modesto pero muy valioso documental sobre uno de los juegos más reconocibles y singulares de los años ochenta en España. Esta pieza de poco más de una hora dirigida por Ángel Tirado y David Brioso aprovecha la génesis del tardío videojuego de Dinamic para microordenadores de 8 bits 'Capitán Sevilla' para revisar algunos de los grandes momentos de la industria en España hace ya cerca de cuatro décadas.

'Capitán Sevilla' fue un título dirigido por Álvaro Mateos, que por entonces había programado algunos de los primeros éxitos de Dinamic, como 'Westbank' y 'Rocky'. Para este mucho más ambicioso título, una españolización de los típicos superhéroes del cómic, reunió a un grupo de jóvenes talentos -donde estaban los propios Tirado y Brioso, grafista y programador respectivamente- para ponerlo en pie. Su accidentado desarrollo y su notable ambición técnica dieron fruto a un juego que llegó algo tarde, cuando los 8 bits empezaban a ser sustituidos por consolas y ordenadores más potentes.

'¡No nos gusta Capitán Morcilla!' (título que procede de la negativa de Dinamic a conservar el título que originariamente iba a tener el juego) aprovecha su recorrido por la historia del juego para proporcionar algunos apuntes acerca de la época. Sin profundizar demasiado, sin polemizar tampoco, lo más interesante sin duda son las voces que vivieron la época y que tienen la oportunidad de dar su visión: Víctor Ruiz (responsable de Dinamic), Gonzo Suárez (programador de clásicos como 'Goody') y expertos en los microordenadores de 8 bits como Adonías o Spidey, además del equipo del juego casi al completo.

El resultado es una especie de visión colectiva de la época, indudablemente parcial y a tiro hecho, pero que brilla gracias al cuidado visual del que goza el documental, que no tiene nada que envidiar a empeños más ambiciosos. Las secuencias animadas estilo pixel-art para contar la historia del Spectrum y otros detalles de la época son de gran calidad, y la documentación sobre el juego en sí (cosa lógica, estando detrás de la producción dos de sus responsables) y con recortes de prensa de la época es muy jugosa.

Un superhéroe pixelado

Posiblemente, donde cojea el documental es en su intención de hacer un fresco de esos años. Se trata de un periodo muy breve de tiempo, pero en el que se dieron cita una serie de circunstancias que propiciaron una serie de grandes éxitos, y que solo se analiza por encima. Por ejemplo, estaba la extraordinaria calidad de muchos juegos, pero también el fenómeno de la piratería y la brutal bajada de precios de Erbe para combatirla, que reventó el mercado y la competencia.

Es solo un ejemplo, pero nada de ello se comenta en el documental, que solo sobrevuela algunas anécdotas tópicas (los juegos eran difíciles, la nostalgia, el éxito internacional) sin profundizar en ellas. No es un problema de no acudir a la gente adecuada porque solo entre Mateos y Ruíz tienen, literalmente, vivencias para un libro entero, pero falta algo de profundidad y, quizás, de malicia, como los comentarios de Adonías acerca de lo pernicioso de la nostalgia. Con todo, las personalidades retratadas y la excelente documentación compensan la algo monótona sucesión de bustos parlantes que domina el metraje.

Sin duda, lo más interesante del conjunto es el retrato de un juego que no es el típico 'Livingstone, Supongo', 'Phantis' o 'La abadía del crimen' de siempre, sino un título que no triunfó como merecía y que hasta estéticamente, gracias a la portada de Max, tenía una aspecto que se alejaba de la saturación visual de la época de Luis Royo y Alfonso Azpiri. Como dice Tirado, la portada era más propia de un número de 'El Víbora' que de un juego de Dinamic.

Pese a sus nada molestas carencias, '¡No nos gusta Capitán Morcilla!' es un buen vistazo a la época y algunos de sus artífices. No da claves ni soluciona misterios, pero tampoco es esa su pretensión, sino más bien la de centrar el foco en uno de los innumerables títulos menores que abundaron en los ochenta, producido con medios que rozaban el amateurismo. Una labor arqueológica que nos gustaría disfrutar más a menudo.

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