El ganado del futuro comerá insectos: la idea de unos científicos para reducir su huella medioambiental

Ironías de la alimentación, el futuro de la ganadería quizás pase por los mismos gusanos que los granjeros llevan décadas combatiendo en forma de plaga. No en sentido figurado. No. Literalmente. Hay empresas que ya miran las larvas como un "salvavidas" ante los retos que encara el sector. A nosotros todavía puede resultarnos perturbador encontrarnos un buen plato de tenebrios en la mesa, pero lo cierto es que son un alimento rico en proteínas y pueden ayudar a los ganaderos a criar sus reses prescindiendo de pastos que tienen un gran impacto en el medio ambiente.

El reto ahora para que su producción gane ritmo y pueda ofrecer precios cada vez más competitivos es: ¿Cómo lograr gusanos gordos, nutritivos y, sobre todo, que crezcan con rapidez?

Y sobre todo, ¿es tan importante el cambio?

El reto de las tierras para pasto. La industria ganadera encara el futuro con un hándicap importante: su impacto medioambiental. Y al menos una parte está relacionado con la alimentación de los animales. Según la Organización de las Naciones unidas para la Alimentación —FAO, por sus siglas en inglés— el sector consume cada año unas 6.000 millones de toneladas de forrajes, granos y piensos. Se calcula que un tercio de la producción mundial de cereales se dedica al ganado. En la práctica esas cifras tienen una consecuencia: exigen amplias tierras de cultivo.

Un informe publicado por Science revela que entre 2000 y 2019 los campos de maíz, arroz y otros cultivos han ganado a nivel global más de un millón de kilómetros cuadrados, sobre todo en África y Sudamérica. La mitad de ese terreno creció a costa de árboles y ecosistemas naturales. Al desplazar bosques, sabanas y selvas, las explotaciones "toman" espacios que antes almacenaban carbono. No todo se dedica al ganado, claro; pero este sí se lleva una parte. Los derivados de la soja, uno de los cultivo que están motivando el cambio de uso del suelo, representan un 4% de la ingesta animal.

La alimentación, medida en CO2. La FAO calcula que la ganadería genera el 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano, porcentaje que algunos estudios elevan incluso varios puntos. ¿Cómo se genera? La mayoría (62%) la origina el ganado vacuno, sobre todo con el metano que produce durante la digestión, detrás del 44% de las emisiones. Otro 10% se relaciona con la gestión del estiércol y un 5% con el consumo de energía.

El 41% restante se relaciona de forma directa con la propia alimentación de los animales; es decir, el dióxido de carbono (CO2) achacable a los pastizales, la producción de piensos, la fabricación de los fertilizantes y pesticidas con los que se trata las tierras y el transporte de la propia mercancía. Solo el cambio de uso del suelo explica aproximadamente el 5% de todas las emisiones de CO2.

Un problema con visos de crecer. El reto, además, puede ir agravándose. A pesar del alza de alternativas como las carnes de origen vegetal o de laboratorio, el informe 2021 de Perspectivas Agrícolas de la OCDE y la FAO prevé que la oferta mundial de carne aumente hasta hasta alcanzar los 374 millones de toneladas en 2030. En concreto, sus autores prevén un alza de producción en China, Brasil y Estados Unidos y un incremento liderado por la producción avícola.

Y entonces llegaron los insectos. Con ese telón de fondo, hay quien ve en los insectos una alternativa clara para abastecer al ganado. Un estudio publicado en 2019 en Animals cita entre las especies más "prometedoras" la mosca soldado negra (Hermetia illucens), el gusano amarillo de la harina (Tenebrio molitor) y la mosca doméstica común (Musca domestica) para alimentar a aves, cerdos y peces y desgrana algunas ventajas, como su valor nutricional, el bajo nivel de emisiones de gases de efecto invernadero que genera su producción o el escaso espacio que exige criarlos.

Otros autores subrayan entre los puntos fuertes de los insectos su alto contenido en proteína, que forma parte de la dieta natural de las aves, cerdos y peces, sus ventajas inmunológicas, las bajas emisiones de gases de efecto invernadero que generan —"Solo el 1% en comparación con los rumiantes", destacan—, o las propias posibilidades de su cultivo. "Se pueden criar en una amplia gama de sustratos, como los riachuelos agrícolas y los desechos de alimentos. Pueden ser el eslabón perdido hacia una mayor circularidad en la agricultura y la industria alimentaria".

Alimento para animales... y humanos. Los insectos no solo se perfilan como alimento para el ganado. En el mundo hay ya más de 2.000 millones de personas que incluyen en su menú gusanos y escarabajos y hay voces que inciden en sus ventajas, entre las que se incluyen las mismas que los convierten en una opción para las gallinas y cerdos: son nutritivos, producen masa corporal a buen ritmo y pueden comerse prácticamente enteros, sin apenas desperdicios. Todo eso, sumado al ahorro de tierras ocupadas durante la cría y una reducción de las emisiones de dióxido de carbono.

Empresas que ya explotan el mercado. A día de hoy hay ya firmas, como Ÿnsect, Buggy Bix o Tebrio, en España, que explotan el potencial de la cría de insectos para alimentación. El sector tiene un importante nicho de negocio en la alimentación de mascotas —en Australia se venden galletas de calabaza y gusano para perros; y en Europa Tomojo comercializa golosinas complementadas con larvas—, pero su producción es muy reducida si se comparan con otras fuentes de proteínas. Según los datos de IPIFF, organización europea que defiende los intereses del sector, en la UE se producen a día de hoy "unas pocos miles de toneladas" con una inversión global que supera los mil millones de euros y la generación de más de mil puestos de empleo, entre directos e indirectos.

El sector, que espera disparar sus cifras alcanzar los 30.000 empleos a finales de la década, recibía un espaldarazo clave el año pasado al aceptar la Comisión Europea (CE) la harina de insectos como fuente de proteínas para alimentar a ganado porcino y aves de corral. El avance se suma al que ya había logrado cuatro años antes, en 2017, cuando se autorizó para alimentar a peces. La decisión abre al sector un gigantesco mercado. Solo en España se estima que hay más de 88.400 granjas de porcino y 20.700 explotaciones de aves, dato que se ha alcanzado tras años de crecimiento.

El gran reto: adaptarse y ganar eficiencia. El problema del sector es que aún debe adaptarse si quiere atender un volumen de demanda mayor. Como reconocía a la agencia Efe en 2021 Jorge de Saja, director general de la patronal Cesfac, producir a nivel industrial harina de insecto "puede tener un impacto muy significativo en el sector", pero requiere de más I+D. Ganar eficiencia es también la meta del Centro para la Sostenibilidad Medioambiental a través del Cultivo de Insectos —CEIF, por sus siglas en inglés—, un organismo creado recientemente y con sede en EEUU.

Abaratar costes para ganar atractivo. Quizás el mayor reto consista sin embargo en abaratar su coste. Como precisa Wired, los bajos niveles de producción en los que todavía se mueve el sector mantienen altos los precios de los insectos, lo que representa un reto a la hora de competir con la soja, los cereales o el resto de alternativas tradicionales para alimentar al ganado.

¿Cómo? Logrando insectos más carnosos y que crezcan más rápido. Beta Bugs, startup escocesa, está trabajando para lograr versiones más productivas de la mosca soldado negra. "Lo que tenemos es un tipo de materia prima que luego se puede mejorar a través de la cría selectiva", señala a Wired. "El ciclo de vida acelerado del insecto, que está listo dos semanas después de la eclosión, facilita esa tarea. aunque se ha cultivado comercialmente durante la última década, la mosca soldado negra aún no se ha mejorado genéticamente para la producción a gran escala", anota en su web.

Echando mano de la genética. La compañía francesa Ÿnsect, en plena expansión, anunciaba en enero el programa Ÿnfabre, que presenta como "el primer programa de selección genómica industrial aplicado a la cría masiva de insectos". El programa, desarrollado con el centro CEA-Genoscope, y con una financiación de 4,34 millones de euros, y echa mano de herramientas de fenotipado y genotipado y busca generar gusanos de la harina "resistentes y de alto rendimiento".

No es el primer paso de Ÿnsect para lograr ejemplares con características que le ayuden a mejorar su negocio y ganar eficiencia. La compañía francesa ya ha identificado por ejemplo una cepa de gusano búfalo con un crecimiento un 25% más rápido que la cepa original, una ventaja que, reconoce, "aumenta la producción de las granjas, así como la eficiencia de los recursos".

Imagen | Pascal Debrunner (Unsplash) y Harish Shivaraman (Unsplash)

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