Ni tasa de refresco ni resolución: esta es la tecnología más importante para proteger nuestra vista con el móvil

Las pantallas de las nuevas generaciones de smartphones están sufriendo varias revoluciones. Algunas sonoras, otras silenciosas. La más sonada fue la tasa de refresco. Los 120 Hz se han democratizado y, con ellos, tenemos sistemas que se sienten más suaves y fluidos. La tasa de muestreo táctil es, por contrapartida, una de esas revoluciones silenciosas que permite pantallas más ágiles a la hora de interactuar con ellas.

Y, en los últimos dos años, tenemos un tercer participante: la tecnología PWM. Se trata de la abreviatura de 'Pulse-Width Modulation', y no son pocos los fabricantes que están trabajando para elevar esta tasa al máximo. ¿El objetivo? Reducir la fatiga visual al máximo.

La fluidez está bien, pero el panel debe proteger nuestra vista

Lo primero que tenemos que explicar para comprender el concepto del PWM o modulación de ancho de pulsos, es cómo regulan los paneles el brillo, ya que no es tan sencillo como pudiera parecer. Hay, principalmente, dos tipos de señal: digital y analógica. En las señales analógicas hay distintos grados de intensidad, entre el 0% (panel apagado) y 100% (panel iluminado al máximo). Esto permite un alto grado de precisión a la hora de determinar el brillo del panel aplicando mayor o menor voltaje.

En una señal digital tan solo existen los estados de apagado y encendido, por lo que (a priori) no parece tan fácil regular el brillo. Pese a esta limitación respecto a los analógicos, los controladores de señal digitales son más económicos, pequeños y eficientes, por lo que son la norma actualmente en teléfonos móviles.

En un panel LCD toda la matriz está retroiluminada, pero hemos dicho que con señal digital solo existen los estados de encendido y apagado. ¿Cómo se regula entonces el brillo? Para ser más eficiente a nivel energético, hay una solución en el PWM: ¿cómo haríamos para reducir el brillo, por ejemplo, a la mitad, con esta tecnología?

El PWM o modulación de ancho de pulsos, permite reducir el brillo del panel alternando los estados de encendido/apagado a un ritmo imperceptible por el ojo humano

Básicamente, se reduciría a la mitad esta retroiluminación encendiendo y apagando la pantalla a una frecuencia que no se pueda detectar a simple vista por el ojo humano. Como puedes ver en el diagrama, cada vez que se baja el brillo, se modula el ciclo de encendido-apagado del panel. Estos ciclos reciben el nombre de ciclos de trabajo: un ciclo de trabajo de la retroiluminación del 50% brindará la mitad de brillo. Un ciclo al 70%, mantendrá un 70% del tiempo el panel encendido y apagado durante el 30% restante.

El principal problema viene cuando hablamos de las pantallas más democratizadas en gama media y alta: las OLED. En una pantalla OLED no hay retroiluminación de todo el panel, sino que los distintos subpíxeles se encienden y apagan de forma individual. Este encendido y apagado constante de tantos píxeles puede suponer parpadeos, retrasos en el tiempo de respuesta del panel y fatiga visual. ¿La solución? Aumentar la frecuencia con la que el panel se enciende y se apaga.

Móviles como el Honor Magic5 Pro cuentan con un PWM de 2160 Hz. Frecuencias tan sumamente altas reducen al mínimo el parpadeo de la pantalla, con el fin de reducir al máximo la fatiga visual. Es una cifra muy alejada de los anteriormente habituales 240 Hz o 180 Hz con los que se empezó a trabajar esta tecnología.

En definitiva, estamos asistiendo a una revolución silenciosa en la que los fabricantes implementan paneles que, a priori, deberían causar cada vez menos fatiga visual. No queda claro hasta qué punto seguirán aumentando la tasa del PWM, pero junto con la adaptación de contraste y balance de blancos, son grandes noticias para proteger nuestra vista.

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En Xataka | Una tasa de refresco alta requiere un sistema y apps preparados: tras probar varios móviles, pienso que no tenemos ni uno ni lo otro

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