Venecia está tan cansada de la avalancha de turistas que se ha inventado un nuevo peaje para ellos: la tarifa de entrada

Cuesta cinco euros, se aplicará 29 días en los horarios más concurridos y no respetarla conlleva multas

Venecia no quiere morir de éxito. La capital del Véneto, probablemente uno de los destinos más populares ya no de Europa, sino del mundo, lleva tiempo buscando la forma de controlar su enorme afluencia de viajeros y hacer que su lucrativo modelo turístico sea compatible con los escasos vecinos que todavía residen allí. Hace dos años ya expulsó a los cruceros de su casco histórico y, con la resaca aún reciente de la pandemia, sus autoridades plantearon un sistema para rastrear los movimientos y reservas de los turistas vía smarpthone. Ahora han decidido ir un paso más allá. ¿Cómo? Creando un nuevo un peaje para las visitas que entren en la ciudad.

Quien quiera conocer los barrios y canales más emblemáticos de Venecia a ciertas horas y días especialmente concurridos tendrá que pasar por caja. Lo de cobra por visitar puntos concretos no es una novedad, pero la Serenísima presume de ser la primera gran ciudad del mundo en desplegar una medida de semejante calibre.

Ciudad de canales y peajes. Venecia es la ciudad de los canales, del carnaval, las máscaras, los selfies para enmarcar… y los peajes. Sus autoridades han decidido adoptar una medida poco convencional y cobrar cinco euros a aquellos turistas que quieran visitar el corazón histórico y arquitectónico de Venecia. Eso sí, al menos de momento la medida está muy acotada: se restringe a una zona concreta, solo se aplica ciertos días y horas y además incluye un listado amplio de excepciones.

"Ningún político toma una medida así. Resulta más fácil quedarse quieto y no buscar una solución. Intentamos que la ciudad resulte más práctica y habitable", reivindica su alcalde, Luigi Brugnaro. Ni sus palabras, ni las múltiples excepciones o el carácter acotado de la medida han evitado sin embargo que la tasa despierte diversidad de opiniones, tanto dentro como fuera de Italia o la propia Venecia.

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29 días en el calendario. La primera clave de la medida es que el cobro se aplicará solo 29 días. El primero, ayer, jueves 25 de abril, un día de celebración en Italia que se conoce como Fiesta de la Liberación. La tasa seguirá cobrándose lo que resta de mes, los días 1, 2, 3, 4, 5, 11, 12, 18, 19, 25 y 26 de mayo; el 8, 9, 15, 16, 22, 23, 29 y 30 de junio y 6, 7, 13 y 14 de julio. La lista puede consultarse también en la web oficial de Ciudad de Venecia, en el que se explica que cualquiera de esas jornadas entrar en Venecia requerirá "el pago de una tasa de acceso". Otra clave es que se aplicará solo durante el horario de más afluencia, de 8.30 a 16.00 h.

De mapas y callejeros. Si tienes pensado visitar Venecia, ojo: importa el cuándo. E importa el dónde. La tasa de acceso se aplica en días concretos y en la conocida como Ciudad Antigua, en la que se aglutinan muchos de sus atractivos turísticos. Quedan excluidos aquellos visitantes que pasen por Piazzale Roma, Tronchetto o Stazione Marittima sin acceder al casco antiguo gravado con el peaje. También aquellos que necesitan llegar al embarcadero de San Giobbe desde ciertos puntos, o los turistas que visiten las islas menores de la laguna. El mapa y el callejero detallado puede consultarse en la página de Vènzia Unica.

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Atento a las excepciones. La otra información que deben tener clara los visitantes es la lista de excepciones. El peaje no se aplica a quienes están alojados en hoteles de la ciudad y por lo tanto ya abonan un gravamen por pernoctar allí, el conocido como "impuesto turístico", que asciende a entre uno y cinco euros por persona y noche, dependiendo de la época, la ubicación y el alojamiento.

De la tasa de acceso quedan exentos también los niños con menos de 14 años, los residentes o personas nacidas en la propia Venecia, los trabajadores y estudiantes, personas con la tarjeta de discapacidad o los residentes en la región del Véneto, entre un etcétera que puede consultarse en detalle en la web Vènezia Unica. Algunas de esas excepciones deben acreditarse y exigen un registro.

"Salvaguardar y desincentivar". "Tenemos que salvaguardar los espacios de los residentes, por supuesto, y tenemos que desincentivar la llegada de visitantes en días concretos", comenta Simone Venturini, concejal de Venecia. Para entender sus palabras y la propia tasa hay que conocer los datos que maneja la ciudad, que ha visto cómo su población local caía durante las últimas décadas, a medida que la urbe se consolidaba como uno de los destinos turísticos más populares de Europa.

Hace dos años la población de su centro histórico —sin contar las islas más pequeñas de la laguna ni las zonas de tierra firme— se situaba ya por debajo de las 50.000 personas, lejos de las cifras que se manejaban en la década de 1970. Desde los 50 la isla principal habría perdido más de 120.000 vecinos. Mientras, su boom turístico ha hecho que cada año reciba cientos y cientos de miles de visitantes. La BBC apunta que la ciudad recibe unos 30 millones cada año. Solo la isla principal de Venecia atrajo en 2022 a 3,2 millones de visitantes que pernoctaron allí, acota The Guardian. En los días más concurridos llegan a la ciudad unos 40.000.

Día de estreno. Para agilizar la implantación de la tasa y como parte del plan piloto, Venecia desplegó personal que se ha encargado de recordar la exigencia y ayudar a quienes no se hubiesen descargado el código QR de acceso. Para aquellos que no quieran o puedan usar su teléfono, hay puntos de pago físicos. No respetar la nueva normativa conlleva multas cuantiosas, de entre 50 y 300 euros.

En su primer día la tasa ha dejado algunas estampas de turistas confundidos y críticas de detractores, incluidos residentes, que consideran que va en contra de la libertad de movimiento. "Esto sienta un precedente peligroso", explica uno de los activistas que se ha manifestado contra la tasa: "Somos la única ciudad del mundo a la que hay que pagar para entrar". Quienes recelan de la medida señalan que afecta a la vida cotidiana de los venecianos, obligándoles a pasar controles y demostrar que están exentos, y cuestionan qué uso se dará al dinero.

Imagen | Hervé Simon (Flickr)

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