Tatuarte las cenizas de tu madre o de tu mejor amigo es el último grito en rituales funerarios

El duelo se lleva de diversas maneras: unos graban inspiradísimos discos de carácter quasi-religioso, otros se constriñen en la cuatro paredes de su habitación, otros tiran a la vía existencialista y otros, err, comparten gifs de sus artistas favoritos en Facebook. No hay normas que te digan cómo debes llorar a tus seres queridos.

De modo que asumiendo la total asimilación del tatuaje en las sociedades contemporáneas, era cuestión de tiempo que tatuarse las cenizas de tu padre o madre se convirtiera en una tendencia. La idea ha alcanzado tal grado de popularidad en América del Norte que agencias funerarias como Mount Pleasant, en Toronto, ya la integran en su variopinto programa.

Lejos de ser un asunto tabú, la empresa incluye clips promocionales como este en el que una joven emocionada mezcla los restos de su madre en tinta et voilà, se la tatúa. Como explica la joven, siempre había pensado de qué modo podía rendir un homenaje especial a la especial relación que tenía con su madre, y optó por elegir una frase motivacional que significara algo para ambas y grabarla a fuego en su epidermis, en un acto que tiene tanto de simbólico como de físico.

Aunque hay que poner ciertos peros a la idea: como se explica en este artículo de Vice, en el que hablan con varios expertos tatuadores, la posibilidad de que tu madre realmente quede adosada a los poros de tu piel es bastante pequeña. Cuando vuelcas la ceniza en el botecito de tinta destinado a tu tatuaje no se disuelve por completo, sino que tiende a aposentarse en el fondo. De modo que cuando la aguja filtra la tinta, tan sólo partes muy pequeñas de las cenizas llegan a tu cuerpo.

El cuerpo y la sangre de... tu perro

En todo caso, la idea parece tener un carácter más espiritual que práctico, y el objetivo no es tanto tatuarte literalmente a tu padre en una espectacular calavera como cumplir con el ritual funerario y con las fases del duelo dentro de una tendencia global de apología del tatuaje. Un rito íntimo, especial, incomparable.

Dentro del mundo de los tatuajes no es un fenómeno tan extrañas. Mucho antes de que casi cualquier personalidad pública joven se llenara el cuerpo de tinta de mil colores, el universo particular del tattoo contaba con diversas figuras ya encaminadas a filtrar los restos mortales de su perro (sí, también) en su cuerpo, en cierta reminiscencia del ritual cristiano (la sangre y el cuerpo de cristo) que probablemente no tenga nada que ver con los orígenes puritanos de EEUU.

Frases motivacionales con los restos de tu gato. Because why not.
Su tatuaje, gracias.

El concepto, de hecho, es sospechosamente similar a la idea de fondo que domina la comunión cristiana y otros rituales funerarios repartidos por todo el globo: por la vía de la ingesta simbólica o no de los restos de tu ser querido/ser místico con superpoderes te conviertes parcialmente en él, él vive en ti y tú vives en él, por lo que resulta imposible disolverse de la unidad emotivo/celestial hasta tu muerte.

Hay ciertos problemas asociados al rito, como la posibilidad de infección (estás mezclando restos humanos cremados con tinta, al fin y al cabo), pero parecen ser obstáculos menores y asumidos por los tatuadores resignados a cumplir con el procedimiento.

Y en el fondo no hay ninguna novedad en el asunto: para muchas personas, las cenizas se han convertido en un icono y en un objeto a incrustar en aquellas cosas que más aman. Así, hay quienes las incluyen dentro de balas, diamantes o cualquier otro preciado trasto personal a través del que puedan proyectar el amor que sentían por sus seres queridos. Si el tatuaje es una forma de definirte a ti mismo y de proyectarte hacia los demás, tiene todo el sentido del mundo que haya quien decida tatuarse los restos de su gato o los de su tatarabuela.

Imagen | Tanja Heffner/Unsplash

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