El rescate de Eulalia a cargo de Desokupa, el reverso de la PAH que desahucia por encargo

"Sois unos campeones", "hacéis una gran labor social", "me emociona ver, que aún en estos tiempos, hay solidarida". Son algunos de los comentarios más votados del último video de Facebook de Desokupa, pero otros también son "mal nacidos ratas parásitos que vienen a mi país, fuera de aquí", "quien quiera una vivienda que la pague como hacemos el resto" o "soy yo policía y en el turno de noche cruzo la calle y coso a palos al moraco".

El vídeo ha sido compartido más de 10.000 veces en Facebook sólo en las tres horas en las que lleva subido, y también está corriendo por los grupos de Whatsapp. Desokupa, una polémica agencia de desalojo exprés de pisos ocupados que se vale de las zonas grises de la ley para operar, acaba de ejecutar con éxito una operación altruista, sin cobrar nada a cambio.

Eulalia, de 98 años, estuvo ingresada en el hospital varios días con tan mala suerte que al retorno a su hogar de Navacerrada se encontró con que el ex-novio de su nieta había entrado en el piso y cambiado las cerraduras. Con sus habituales técnicas disuasorias, la empresa consiguió desalojar al hombre en menos de 24 horas. Las imágenes de Eulalia volviendo a su casa acompañada de los trabajadores de la agencia han consternado a miles de personas.

La agencia, que lleva dos años operando y ha ejecutado cientos de desocupaciones "con un 93% de éxito" según ellos mismos, tiene así muchos seguidores que ven en ellos unos héroes sin capa. Frente a la PAH, a los colectivos de okupas o los lentos procesos policiales que toleran la convivencia de los instalados durante meses, Desokupa puede ayudarte a dejar tu piso libre en cuestión de horas, como prometen en su página web.

Los problemas de Desokupa

Eso sí, el caso de Eulalia es una excepción. Sus honorarios ascienden normalmente a entre 3.000 y 10.000 euros por desalojo, dependiendo de la complejidad del desalojo. Son los cowboys de la evacuación forzosa, los que expulsan a gente sin que medie resolución judicial. Como les han reprochado en más de una ocasión, su empresa puede verse ilegalizada con cualquier cambio de normativa: la ocupación de viviendas no es un delito, así que sus desalojos se la juegan constantemente a las denuncias de los okupantes por sus coacciones.

Su procedimiento tiene mucho de intimidación visual. Se contrata a tipos con aspecto de matón, en algunos casos ex boxeadores, porteros e incluso guerrilleros serbios. Cuenta su director y principal representante, Daniel Esteve, que instalan "operativos de control de acceso" a la vivienda. Vigilan a los fraudulentos inquilinos. Al saber que está implicado el comando, algunos salen por su propio pie, a otros se les cambia la puerta cuando salen de la casa. En los peores, la cosa va a mayores.

Entre sus líneas rojas está, según Desokupa, no involucrarse en desahucios por impago de alquiler o de hipoteca. Sólo van a por los "indeseables". Sin embargo, en sus propios relatos también explican cómo a veces han desalojado a familias desahuciadas que han vuelto al piso después de que se ejecutase y el inmueble pasase a ser propiedad de otras personas o entidades. Cuentan que sus clientes son buenos ciudadanos, como Eulalia, víctimas de criminales y mafias.

De sus clientes, eso sí, el 30% son empresas, como la cadena Marco Aldany, que ha provocado la expulsión de los miembros Centro Social Okupado Transfeminista La Pluma que había ocupado un edificio en Chueca.

Confrontaciones y violencia

Las redes se deshacen en su página de comentarios de apoyo a la organización y su símbolo. Desokupa no cae bien, sin embargo, entre otros colectivos, siendo algunos de ellos el Observatorio Derechos DESC, el sindicato de inquilinos, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) o la Asamblea del Raval, cuyos miembros han lanzado Stropdesokupa, una plataforma de "defensa vecinal" para que la comunidad defienda a los desalojados y éstos conozcan sus derechos.

Si algo llama la atención leyendo las confrontaciones entre esta organización y los okupas a los que expulsan, es la enorme distancia entre las declaraciones de unos y otros en casi todos los casos. Antena 3 recoge el testimonio de Daniel Esteve reprochando a los ocupas de atacarles con tres cuchillos de 30 centímetros, éstos dicen que el grupo de musculados les gritaron y golpearon ante lo que se intentaron defender sólo con sus manos.

Pero el caso más extremo que han registrado hasta la fecha es el de la pareja Shah Salahuddin y Joly Aktar, dos vecinos del Raval al que un paquistaní alquiló un piso de forma ilegal haciéndoles creer que era suyo y por el que les cobraba 500 euros al mes. Cuando el legítimo propietario se enteró y contrató los servicios de Desokupa, el matrimonio acusó a la empresa de haber entrado en el piso mientras el marido se encontraba fuera y haber pegado a la mujer, embarazada, hasta hacerla perder el niño, motivo por el que han interpuesto una denuncia.

Para Esteve son un par de mentirosos, y la empresa sólo ha sido denunciada por unas "coacciones leves" por las que, dice, serán absueltos. "Os voy a enseñar una foto de los catalanes (enfatiza el gentilicio) que mienten. ¿Qué os parecen? Tienen una cara de decir la verdad que te cagas", dice el empresario en un vídeo al respecto en Facebook.

Desokupa se ha enfrentado a varias demandas y querellas criminales por amenazas, coacciones, desalojos extrajudiciales y violación de derechos fundamentales. Sin embargo, hay quien les considera héroes, justicieros que llegan a donde el sistema no lo hace.

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