El loco plan de expansión de la isla de Manhattan: 7 millones de metros cuadrados artificiales más

Tendemos a imaginar la geografía física como el resultado de miles y miles de años de erosión y acontecimientos geológicos. En la mayoría de los casos es así, pero no siempre. El ser humano ha puesto su granito de arena para que el mapa de mundo luzca tal y como luce hoy. El ejemplo más claro lo tenemos en Países Bajos, pero hay muchos otros, algunos aún por sintetizar. Y el próximo quizá pase por la isla de Manhattan.

El proyecto. La idea surge de Jason M. Barr, economista y escritor estadounidense, en esta columna del New York Times: "[El nuevo alcalde, Eric Adams] tiene que hacer frente a los enormes y crecientes problemas de la ciudad. Uno es el acceso a la vivienda. Y el otro está relacionado con las consecuencias del cambio climático: el aumento del nivel del mar, las inundaciones y las tormentas". Para ambas, razona Barr, sólo hay una solución: "Expandir la isla de Manhattan sobre la bahía".

El concepto. Barr habla desde cierta posición de autoridad. Su obra más conocida, Building the Skyline: The Birth and Growth of Manhattan’s Skyscrapers, es un estudio histórico sobre la economía espacial de Nueva York. Dónde y por qué se construyó la ciudad y qué consecuencias tuvo. En este sentido, Barr plantea ganar 7 millones de metros cuadrados al mar, llevando Manhattan hacia el extremo sur de Long Island (Brooklyn). El espacio permitiría construir 180.000 viviendas, las suficientes para acomodar a otros 250.000 nuevos neoyorquinos.

¿Tiene sentido? La idea es loca, como es evidente, aunque consistente con la historia de una ciudad fundada por colonos holandeses. Barr aporta algunos datos. En 2014 el anterior alcalde, De Blasio, prometió construir 200.000 viviendas a precios asequibles. El proyecto se estancó en 170.000, dando hogar a unas 400.000 personas. Números nada desdeñables sino fuera porque en el mismo periodo de tiempo la población de Nueva York aumentó en 500.000 habitantes. No hay casas para todos.

Alquilar un piso completo en Manhattan cuesta unos $3.000 en función del barrio. El único problema es que Nueva York es célebre por a) tardar años y años en extenderse apenas unos pocos metros cuadrados sobre el mar y b) pagar millones y millones por tunelar y montar líneas de metro normales y corrientes. No es la clase de gobierno municipal que deseas tener al frente de una gran expansión de tierra.

Antecedentes. Llamada de atención política o proyecto real, lo cierto es que "New Mannahatta", como así bautiza al hipotético terruño, tiene algunos precedentes. Como vimos en su momento, la costa y el espacio que ocupa hoy "Países Bajos" es en gran medida el resultado de grandes obras de ingeniería destinadas a ganar terreno al Mar del Norte (Zeeland) y a cerrar y dulcificar una bahía gigantesca (Zuiderzee) generando varias islas artificiales, hoy provincias, en el camino.

Poderse se puede. Y se lleva pudiendo desde tiempos inmemoriales: gran parte de East Anglia, las provincias al noreste de Londres en Inglaterra, no eran más que ciénagas y terrenos pantanosos progresivamente desecados.

Otras locuras. Por el momento, New Mannahatta tiene más de idea alborotada que de proyecto tangible. En especial por el enorme coste que acarrearía a las arcas de Nueva York (Barr ni siquiera se atreve a ponerle precio). New Mannahatta así queda en el mismo cajón que la presa de Gibraltar, destinada a drenar por completo el Mediterráneo, o el gigantesco dique entre Noruega y Escocia destinado a proteger a las grandes llanuras europeas del aumento del nivel del mar.

Imagen: New York Times

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