La sorprendentemente larga historia de músicos Metal convertidos en políticos

Cualquier aficionado al tradicional Black Metal noruego tendría pocas dudas: Fenriz es quizá la mejor opción para gobernar cualquier país que se precie. El resto de la humanidad puede que opine de modo distinto. O quizá no. Los vecinos de su pueblo, Kolbotn, un suburbio de Oslo, han decidido convertir al fundador de Darkthrone en uno de los representantes públicos del barrio. Todo ello pese a la voluntad expresa de Fenriz de no resultar elegido. ¿Cómo se llega a la rocambolesca situación de que este hombre se convierta en político?

La historia es bastante sorprendente, pero más alucinante aún es que tenga diversos precedentes a lo largo de la historia de la música. O más bien, del Metal como género de amplio espectro. El accidental caso de Fenriz, que ahora tendrá que pasar cuatro año enfangado en tareas legislativas mientras compone discos, encuentra referentes en otros puntos del planeta, desde Taiwán (!) hasta España, pasando por la siempre inefable Polonia.

Fenriz: el hombre que susurraba a los gatos

"¿Pero quién narices es Fenriz?", se estará preguntando todo lector alejado de las turbulentas pero apasionantes aguas del Black Metal. Fenriz es en realidad Gylve Fenris Nagell, hombre de mediana edad repleto de tatuajes, barbas de chivo y melenas desaliñadas que en su tierna juventud entró en contacto con la primigenia escena de Black Metal noruego, de infausta historia. Fenriz cofundó Darkthrone como batería (y ocasional bajista y guitarrista) y produjo tres de los álbumes más aclamados del género en los noventa.

Sí, este es nuestro hombre.

Hasta ahí su historia es relativamente normal. La del género que lo acoge no tanto. Para quienes no estén habituados al mismo, el Black Metal es uno de los más extremos subgéneros del Metal: oscuro, depresivo, con continuas referencias a la muerte, el existencialismo y el satanismo, se popularizó en su segunda oleada en Noruega, a principios de los noventa. Los protagonistas de la escena asesinaron a homosexuales, quemaron iglesias medievales de madera y se terminaron asesinando entre ellos. Fue una conmoción.

Fenriz estuvo relativamente alejado de las polémicas, y ha continuado trabajando para la oficina de correos de su pueblo y produciendo regularmente discos desde entonces (mientras sus compañeros o bien estaban muertos o bien hacían apología del nazismo desde la cárcel).

He aquí que a Fenriz, de sorprendente popularidad gracias a su perfil simpático y su absoluta devoción por la música underground, le llegó una peculiar petición hace unos meses. Lo cuenta él mismo en FACT Magzine: "Me preguntaron si quería estar en la lista electoral, como sustituto. Dije que sí, pensando que estaría en el puesto 18 o algo así y que no tendría que hacer nada en realidad". Su campaña consistió en una foto suya sosteniendo a un adorable gato. Y pidiendo que bajo ningún concepto le votaran.

¿No le votarías?

¿Funcionó? No. Fenriz ha salido elegido. Consciente de que de repente "es un pilar de su comunidad", tendrá que acudir a algunas reuniones y sentirse "estúpido" entre tanta gente seria, como explicaba en una entrevista a CLVRYNT.

Ahora, nuestro héroe favorito del Black Metal clásico tendrá que pasar cuatro años cumpliendo funciones administrativas para su comunidad antes de poder dimitir de un cargo que, naturalmente, no quiere cumplir. Darkthrone van a lanzar un nuevo disco dentro de poco, Arctic Thunder, y la única ventaja de Fenriz es que desprecia las actuaciones en directo, por lo que no se ausentará por culpa de giras. Black Metal para la gente.

Freddy Lim: el político Metal que sí quería serlo

Si bien Fenriz ha terminado en el pequeño consejo local por accidente, Freddy Lim, el músico extremo más prominente de Taiwán y líder del grupo Chthonic, dedicado a los lares del Black y el Death Metal desde un punto de vista estrictamente asiático y folclórico, es representante público por voluntad propia.

Lim, nacido Lîm Chhióng-chò, creó Chthonic a mediados de los noventa, inspirado sólo parcialmente por la creciente ola de Black Metal que desde Noruega, y obviando los escándalos relativos a crímenes y paganismo vikingo, se extendió por toda Europa primero y por Estados Unidos después. Chthonic estuvieron ahí antes de la resurrección vanguardista del género en el siglo XXI. Su aproximación al Black Metal siempre fue original, incorporando instrumentos tradicionales taiwaneses (el erhu) y mitología étnica local.

Freddy Lim, en su encarnación Black Metal.

Con estos antecedentes, es natural que el perfil de Freddy Lim siempre haya sido muy político. Taiwan es a día de hoy una isla a un puñado de kilómetros de la costa china que sirve de alojamiento para el gobierno de la República de China, despojado del poder por la revolución comunista de Mao Zedong en 1949. El gigante asiático continúa considerando a la isla parte de su territorio, aunque goza de una independencia de facto desde entonces. Ha estado gobernada por el Kuomingtan, el partido revolucionario chino republicano, casi siempre.

Pero la situación ha cambiado durante los últimos años. Mientras el Kuomingtan ha abogado de la mano de su último candidato por una eventual unificación con China, otros grupos políticos optan por preservar la independencia de Taiwán. Uno de ellos es el Partido del Nuevo Poder de Lim, fundado al albur de las protestas estudiantiles de 2014. Lim es un activo importante del mismo, siendo uno de sus líderes y defendiendo el carácter independiente e histórico de Taiwan.

Freddy Lim, en su versión líder político taiwanés.

Aprovechando las elecciones presidenciales de 2016 y la renovación de la cámara de representantes, Lim, de firme compromiso político, se despojó de los ropajes excéntricos de Chthonic, se borró el corpse paint de la cara y se atavió de traje y corbata para ganar un escaño en una de las circunscripciones que componen el parlamento. Obtuvo una sonada victoria frente a sus rivales políticos y se convirtió en representante público, mostrando el carácter ya no monolítico ni binario de la política taiwanesa.

Con anterioridad, Lim había sido representante local de Amnistía Internacional y se había declarado en favor de los derechos LGBT y en contra de la pena de muerte. Su carácter liberal y político, además de su particular interpretación del Metal, le convierten en una avis tan rara como interesante.

Los también flipantes casos de Polonia y España

Hasta aquí, los Representantes Electos del Black Metal. Hablemos de los caídos en el camino.

En España, el caso más extravagante y singular es el de Hilario (a secas: el Metal no requiere de apellidos, ¿sabes?), antiguo mánager del grupo Obús (no especialmente Metal, pero sí relacionado con las sonoridades más pesadas del Rock). En 2010, espoleado por los recortes y el progresivo descrédito de la clase política española al inicio de la crisis, Hilario fundó el Partido del Metal (tal cual) y anunció su intención de unificar a todos los rockeros del país para hacer causa común, tomar el parlamento y gobernar metaleramente.

Su aventura, huelga decir, terminó en un sonado fracaso. Hilario montó una página web de su formación política y explicó (no sin cierto tino electoral) que existía una base demográfica clara no sólo en España, sino en toda Europa, dado que el Metal (en general) contaba con numerosos adeptos a lo largo de todo el continente. Si bien Hilario acertó a señalar que el Metal es uno de los géneros que más sentimientos de comunidad crea, falló en entrever que sus miembros no tendrían por qué tener preferencias políticas iguales.

En Polonia, la historia del Metal en política es más exitosa, aunque no incluye exactamente a un músico Metal. Jędrzej Wijas es un político que llevaba varios años inmiscuido en los asuntos locales de su pueblo, Szczecin, hasta que en 2011 decidió dar el salto a la arena nacional en un partido de izquierdas. Su historia fue bastante popular por lo peculiar de su campaña: acompañado de sus colegas de Undertaker, un grupo de Death Metal vecino de Szczecin, introdujo la brutalidad del género en plena promoción electoral.

Dentro spot:

Tirando de voces guturales y ritmos aporreados a toda velocidad, Wijas pedía el voto a sus conciudadanos polacos del modo más Death Metal posible. Según explicaba, su mensaje iba dirigido a toda esa gente a la que la comunicación política dejaba de lado (fans acérrimos del Metal), pero también contra la casta de la Iglesia Católica polaca (poderosísima). Cuestionado por su traje y el sonido Death Metal, Wijas respondió: "Canto sobre los valores clásicos de la socialdemocracia: liberad, secularismo y bienestar".

Pero con guturales. Imposible no admirarle.

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