La importancia de llamarse Acme Corporation

¿Puede una compañía de ficción tener un valor de mercado de casi 359.000 millones de dólares? Por supuesto, puede. Pero... ¿puede ser tan icónica y mítica como para haber difuminado las barreras entre realidad y dibujos animados, haber sufrido competencia desleal en el Mundo Real y tener demandas listas para ir a los juzgados del estado de Texas?

Hoy damos un paseo por una de las más grandes empresas de la historia. Bienvenidos al mundo de ACME Corporation.

Los datos oficiales

  • Nombre: ACME - A Company (that) Makes Everything («una empresa que hace de todo»)
  • CEO: Marvin K. Acme Jr
  • Industria: Productos inservibles
  • Producto Estrella: Yunque
  • Cliente Referente: Wile E. Coyote
  • Datos Financieros Relevantes: Valor de Mercado 348.700 millones de dólares (Fuente: Forbes)
  • Riesgos: Demanda de Wile E. Coyote contra la empresa
  • Recomendación: Comprar y no usar
  • Lema: “Quality is our #1 dream”.*

Al mando de Marvin K. Acme Jr., necesario sucesor tras la horrible e inesperada muerte de su padre durante el rodaje de Quién engañó a Roger Rabbit, la compañía va viento en popa entrado el siglo XXI. Sólida en el negocio de los yunques, producto estrella, abría nuevos mercados con una facilidad que para sí quisieran Wall-Markt, Media-Markt o Apple-Markt.

Las píldoras para crear terremotos, los bastones propulsores, o las gomas de borrar gigantes Acme (que sirven para “atrapar animales que corren por las carreteras”), salían en las noticias día sí y día también. Por no hablar de la exclusiva nueva línea de parques temáticos en la que estaba invirdiendo billones de dólares. Un estudio de los libros de la compañía realizado por Forbes arrojaba un valor de mercado 348.700 millones de dólares en 2007. 

El universo Acme: de las píldoras para crear terremotos a las gomas de borrar gigantes

Como toda empresa se enfrentaba a los riesgos propios de su negocio, pero pese a las dudas de los analistas sobre una posible explosión de la burbuja de productos de la marca tiene a su favor un grupo de accionistas sólidos al ser una subsidiaria de Roadrunner Corp.

Increíblemente y tras tantos años operando únicamente ha tenido problemas legales una única vez: se enfrenta a una demanda en el estado de Arizona, presentada por Wile E. Coyote, bastante controvertida. A pesar de ser por daños y perjuicios la cifra reclamda es de apenas 17 millones de dólares, lo que no parece preocupante para una empresa que compite con Apple sin despeinarse.

Cualquiera que haya tenido infancia conocerá a la serie de El Correcaminos y su característico «beep, beep». No había capítulo que no contara con product placement de la marca Acme. Vamos, como en Médico de Familia pero en comedido. Porque la marca hacía más bien branded content, integrando el contenido dentro de las tramas de manera sútil pero explosiva. Gracias a su exposición mediática consiguió crecer de manera sólida y podar lanzar diferentes líneas de productos.

ACME everyhwhere

Pero no sólo en esta serie: la marca Acme utilizó esta estrategia intensivamente con muchos productos en múltiples películas y series. La película ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (Robert Zemeckis, 1988) tenía como trama principal resolver el asesinato de Marvin K. Acme, fundador de la Corporación Acme y multimillonario gracias a la misma, que se sacrificó para dar un empujón a la empresa con una obra dónde el producto placement salta al mundo real una vez más.

Es más, podemos conocer por dentro la propia fábrica de Acme y su funcionamiento (aunque sospechamos que no era del todo real, por temas de seguridad e higiene: ¡no se veía ninguna certificación ISO ni carteles de riesgos laborales!). También la película JFK (Oliver Stone, 1991), mostraba personajes con monos marca Acme. En El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966) la pólvora que roba Tuco es de marca Acme; Padre de familia, Los Simpson o la película de South Park (Trey Parker, 1999) hacen referencia a dicha empresa.

En El último gran héroe (John McTiernan, 1993) se nos presenta a Arnold Schwarzenegger usando productos Acme; Ace Ventura: un detective diferente (Tom Shadyac, 1994) entra en una base de datos Acme; la serie Me llamo Earl contó en un capítulo con productos de la empresa como parte importante de la trama; en El sentido de la vida (Terry Jones y Terry Gilliam, 1983) de los Monty Python se fabrican edificios con materiales de marca Acme; y en la española El milagro de P. Tinto (Javier Fesser, 1998) se parodia a la marca con la aparición de Mikasa, una fábrica de productos que van desde cintas métricas hasta detectores de extraterrestres.

La importancia de llamarse Acme en el mundo real

Acme sufrió mucho con la competencia desleal del mundo real. Como nombre genérico se puso de moda en los años 20 en Estados Unidos para posicionar mejor en las páginas amarillas. Muchas empresas decidieron adoptar nombres que comenzaban con Acme para salir al principio de los catálogos.

Acme Markets (1891) fue una de estas empresas, al igual que Acme Boots, fundada en 1929 durante la Gran Depresión, y que sobrevivió con éxito hasta el año 2002 cuando fue comprada por una subsidiaria del holding de Warren Buffet (obviamente gracias a su nombre, toda una ventaja competitiva de cara a las búsquedas online dónde el posicionamiento SEO nunca ha podido con el posicionamiento ACME). Otras como Acme Made aprovechaban su reconocimiento como empresa de manufactura valiosa.

Esta competencia comenzó a ser incomoda y peligrosa cuando se difuminó la delgada línea entre ambos mundo. En la época gloriosa de nuestros dibujos animados, las señales de tráfico las fabricaba la empresa Acme Traffic Signal Co. Las mismas señales que se usaban en múltiples comedias animadas de Warner Brothers por aquel entonces aprovechando el característico sonido de estos dispositivos urbanos.

Semáforo de la empresa Acme

Chuck Jones, animador de Warner Brothers, desvelaba el misterio en un documental en el año 2009:

«Si querías un arco y una flecha, tenías un palo. Si querías dirigir una orquesta tenías un palo. Si querías hacer un duelo tenías un palo. No podías ir y comprar uno; y así fue como el término Acme apareció. Siempre que en algún capítulo aparecía una tienda de comestibles o cualquier cosa decíamos que era de la ACME Corporation. ¿Por qué? Si mirabas en las páginas amarillas en la sección, por ejemplo, de droguería, encontrabas que la primera empresa era Droguería Acme. ¿Por qué? Porque AC era lo más alto que podías encontrar; significaba lo mejor, lo superlativo».

Como explicaba el veterano animador, el origen etimológico del nombre es de la palabra griega ακμή que significa «el cenit, la cúspide, lo más alto». Esto explica sus buenos resultados: sin productos de calidad es imposible crear una marca inolvidable.

Algunos investigadores postulan que en 1949 aparecía oficialmente el primer producto marca Acme en unos dibujos animados. El motivo fue una demanda de la compañía Sears, reyes en aquella época de la venta por catálogo. A fin de cuentas todos los productos de Acme llegaban por este canal de distribución. Curiosamente el catálogo de Sears contaba desde principios del siglo XX con productos marca Acme, de entre los cuales llamaba la atención la posibilidad de comprar yunques, lo que deja claro la competencia desleal y posible envidia de sus directivos. Por supuesto no eran los mismos yunques que el Coyote usaba continuamente con éxito desigual contra el Correcaminos. La diferencia en calidad era evidente.

Catálogo oficial de Acme disponible en Amazon

El resultado fue que Acme dejara de anunciar sus productos en otros cátalogos, con una excepción. Actualmente el catálogo de Acme (la Acme que a nosotros aquí nos ocupa) se encuentra únicamente disponible en Amazon, en una muestra de adaptación al moderno comercio electrónico de fantasía.

El misterio del CEO

Entrando más en detalle en la gobernanza de la corporación, conocemos a su fundador por la película ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, pero mucho se ha especulado con quién era el CEO, es decir quién llevaba realmente las riendas de la compañía. En la serie se explicaba que Acme era de hecho «A Wholly-Owned Subsidiary of Roadrunner Corporation», así que, en teoría, el Correcaminos lideraba la operativa de la empresa, lo que explicaría el porqué de los problemas de Wile E. Coyote con sus productos.

Como comentábamos el señor Coyote demandó en 1990 en la corte de Arizona a la empresa solicitando 17 millones de dólares en daños y perjuicios (aquí versión en español). En dicha demanda judicial detallaba con diferentes diagramas los problemas específicos de los productos.

«El señor Coyote afirmaba que en ochenta y cinco ocasiones adquirió, a través del departamento de pedidos por correo, determinados productos de Acme Company que le produjeron lesiones corporales a causa de defectos de fabricación o un etiquetado de advertencia inadecuado» (traducción del original).

La empresa por supuesto ha dado ya una respuesta contundente que resuelve las dudas sobre el caso apuntando al uso neglicente de los productos por parte del demandante. El comunicado por supuesto supuso un repunte de las acciones de la compañía en el mercado de futuros Zumo de Naranja Congelado de Chicago.

Parecía imposible llegar a esta situación teniendo en cuenta la relación entre ambos: en la película Looney Tunes: Back in Action (Joe Dante, 2003) Wile E. Coyote aparece como empleado de Acme; en Tiny Toons Adventures explicaba él mismo a su protegido que tiene una cuenta de crédito sin límite; y, en general, se ha especulado en los foros con su labor como beta tester de los productos. Desconocemos el resultado de la demanda, aunque en foros de internet hemos conseguido encontrar una respuesta oficial de la compañía argumentando por qué debería ser desestimada.

En cualquier caso, los 17 millones no hubieran supuesto problema alguno para Acme Corp. Según un estudio detallado de los libros de la compañía realizado por Forbes, el valor de la misma en el año 2007 era de 348,7 billones de dólares. Dirigida por Marvin K. Acme Jr. (no confundir con Marvin Acme padre) la compañía iba viento en popa. Dejados atrás los devanéos amorosos del fundador con algunos “diboos”, el hijo mantenía una cabeza amueblada y sólida como el acero mientras explicaba con entusiasmo el motivo del éxito de su corporación: «La gente quiere experimentar el estilo de vida Acme de una manera mucho más plena que simplemente comprando alguno de nuestros divertidamente defectuosos productos».

[[image: {"alt":"1366 2000","src":"47f095/1366_2000","extension":"jpg","layout":"small","width":160,"height":241}]]Guillermo de Haro (@guillermodeharo) es profesor y escritor, por lo que se dedica a hablar de su libro, “Ligonomics” Para que no se note lo camufla contando lo que aprendió estudiando Ingeniería y un MBA, soltando palabras indescifrables aprendidas durante sus dos doctorados y pavoneándose de haber estudiado en Stanford, Harvard o la URJC.

Lo adereza con supuestas experiencias (nunca demostradas científicamente) montando un ecommerce en Alemania, fotocopiando en Workcenter o en la farándula. De su turbio pasado como consultor no suele hablar, pero se nota. Vive entre Múnich y Madrid, aunque es de “Bigbao”, la ciudad más grande del mundo..

Foto | FringeFocus, Metro Library and Archive

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