¿Es hora de dejar que Venecia se hunda? Un argumento a favor de otra perspectiva conservacionista

En 1975, el historiador Jan Morris planteaba en The New York Times una idea por aquel entonces radical: hundir Venecia en el fondo del océano. Morris se servía de tan bárbara propuesta para reflexionar sobre la transformación de la ciudad, antaño un centro de poder político y económico y por aquel entonces encaminada ya hacia un mero reclamo turístico, un museo, una oda a la belleza. Venecia no tenía remedio. No podía salvarse. Era mejor dejar que se hundiera.

Cuarenta y cinco años después, alguien le apoya.

Transformación. Es al menos lo que plantea parcialmente un trabajo preliminar elaborado por expertos patrimoniales de la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos. Su punto de partida es simple: "El tradicional paradigma del conservacionismo es la idea de la preservación estática. Los materiales deben conservarse en un estado constante, protegiendo los valores con los que fueron identificados en el momento en el que fueron diseñados". La conservación como protección.

Es una idea que aspiran a combatir.

¿Adaptable? En especial en el marco de la amenaza climática. "Expandir el paradigma del patrimonio de la mera perspectiva de la conservación a la perspectiva de la transformación puede acomodar la pérdida al mismo tiempo que promover el aprendizaje", explican. "Cuando algunos monumentos se vean severamente afectado por los eventos climáticos, proponemos que algunos permanezcan dañados para servir como memoria de aquel evento, y de las vulnerabilidades inherentes de algunos lugares".

Lo que proponen es establecer un criterio de coste-beneficio, no sólo en términos económicos sino también ecológicos o prácticos. ¿Cuándo los esfuerzos por la conservación se convierten en una empresa futil? ¿En qué momento todas las reformas estructurales, todos los diques, todos las elevaciones de los edificios de Venecia se transforman en una lucha absurda contra un destino irremediable? En sus palabras:

Confrontados con proyecciones de impacto climático que exceden el límite de lo viable a nivel financiero (...) defendemos una transformación (...) Recomendamos que el conservacionismo adopte una política alternativa que permita una continuidad transformadora a través de persistentes, autónomas o anticipativas acciones de adaptación.

Venecia. Dos opciones: o transformar decisivamente el patrimonio o dejarlo morir, a modo de "memoria" de la catástrofe climática. Este sería, por ejemplo, un destino más realista para Venecia: "¿Cuántas veces tendrán los residentes de los edificios históricos de Venecia que invertir en la restauración del inmueble tras una inundación antes de que simplemente abandonen la ciudad?". Ante una situación irremediable, "defendemos que una adaptación persistente no es la única opción".

Que la transformación también lo es, en especial cuando el coste de la "adaptación" es demasiado alto.

Ejemplo. Se trata de una propuesta a tener en cuenta. El documento no plantea hundir Venecia, sino plantear un futuro más realista para monumentos amenazados. La ciudad sirve como ejemplo de lo fugaz de algunas estrategias. A finales de 2019 sufrió una de las inundaciones más severas de su historia. Una mezcla de impotencia e incompetencia burocrática impidió levantar las barreras diseñadas (a un coste de €5.000 millones) para proteger la laguna.

Venecia se ahogó igualmente.

Cuenta atrás. Sabemos que gran parte de las consecuencias del cambio climático ya están bloqueadas, y que podemos asumir un inevitable aumento del nivel del mar a varios siglos vista. En este contexto, el destino de Venecia estaría sellado. Algunos científicos calculan que la ciudad yacerá bajo el océano tan pronto como en 2100. La actividad humana ha erosionado aún más la laguna, poniendo más en riesgo a la ciudad. Existe la posibilidad de que Venecia esté más allá de la salvación (climática, a nivel funcional la mayor parte de sus habitantes ya han huido).

Aceptando esto, ¿qué hacer? Según los autores del estudio, afrontarlo con más pragmatismo. Y crear una nueva categoría: de "Sitios Patrimonio de la Humanidad" a "Sitios Patrimonio de la Humanidad en Transformación Climática". Más ajustada a la realidad de Venecia.

Imagen: Manuel Silvestri/GTRES

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