Guerra abierta en el Vaticano: verdades y mentiras de la carta de un ex nuncio que incrimina al Papa

Una carta para detonarlo todo. En mitad de una de las peores crisis mediáticas que se le recuerdan a la Iglesia católica, el arzobispo Carlo Maria Viganò ha lanzado una larga misiva incriminando al actual Papa, así como a los tres últimos secretarios de Estado vaticanos (incluido el actual), por silenciar los abusos, perdonar a los clérigos pederastas y fomentar una impunidad generalizada hacia los suyos como parte de sus juegos de ascensión al poder.

La cabeza del misil, el cardenal norteamericano Theodor McCarrick, hombre poderoso en el entramado religioso y político de Estados Unidos pendiente de un juicio en el Vaticano y persona a la que Bergoglio, según la versión de Viganó, habría restituido levantado las sanciones impuestas por Benedicto XVI. Y todo porque el poder de influencia de McCarrick podría haber ayudado a Francisco y a otros a conseguir mejores puestos en el entramado eclesiástico.

Estas son las líneas más significativas del comunicado de Viganó:

“El Papa Benedicto había impuesto al cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa Francisco: el cardenal tenía que irse del seminario en el que vivía, se le prohibía celebrar en público, participar en reuniones púbicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia”.

Es decir, que las medidas punitivas publicitadas por Francisco a McCarrick no tenían nada de novedoso y eran sólo un gesto público en beneficio propio.

Francisco no hizo nada nuevo, Benedicto no hizo nada

Es curioso que Viganò haga públicos estos hechos justo ahora. Según él, su conciencia le “impone revelar esas verdades” en este momento, verdades que además han sido especialmente recogidas por los medios religiosos de escisiones conservadoras y críticas con el pontificado de Francisco.

Las revelaciones de esta carta son, como mínimo, parciales, si no directamente falsas en algunos casos. Puede que Francisco haya impuesto en público las mismas condiciones a McCarrick que las que le puso el anterior Papa secretamente, pero también lo es que McCarrick actuó en aquellos tiempos con impunidad, eludiendo todas esas penas sin que nadie en el Vaticano hiciera nada por expulsarle.

“Con mis propios ojos he presenciado a McCarrick celebrar Misa en público, participar en reuniones, viajar, etc. Y lo que es más importante, ¡también haciéndolo junto al Papa Benedicto!”, cuenta un periodista especializado, adjuntando fotografías de aquellos actos que tuvieron lugar en los años que, según decía el acusador, el cardenal norteamericano había sido condenado por el anterior Papa.

El arzobispo Carlo Maria Viganò junto a Obama.

El obispo de Chicago también ha matizado algunos de los puntos que le atañen de la carta de Viganó, aunque son detalles sin tanta importancia como la omisión de la acción de Benedicto con respecto a McCarrick.

Carlo Maria Viganò, de 77 años, fue nuncio vaticano en Washington entre 2011 y 2016, pero su carrera religiosa se truncó después de que se supiera que había sido él quien sacó a la luz los documentos que luego se conocerían como caso Vatileaks 1 para hacer daño a algunos de sus rivales. Además, él mismo desde sus puestos en la Iglesia Norteamericana tenía acceso privilegiado a los abusos de otros curas y obispos, pero también calló todos estos escándalos durante décadas y sólo ahora habla.

Nada de esto quiere decir que el resto de las acusaciones y revelaciones públicas que hace en su carta sean falsas.

Lucha de corrientes

Otra de las claves para leer este asomo a los tejemanejes internos de la Curia es el propio texto de Viganó, quien en múltiples ocasiones habla del gran problema de la Iglesia no como un abuso de poder y de ataque a los niños, sino como “desviaciones aberrantes” de homosexuales. “Es necesario denunciar la gravedad de la conducta homosexual. Es necesario erradicar las redes de homosexuales existentes en la Iglesia”, dice el ex nuncio vaticano.

Queda manifiesto que él y su facción conservadora no están conformes con la progresiva despenalización moral de la homosexualidad que se proponen los mandamases vaticanos imperantes, entre otras medidas aperturistas del catolicismo. Viganó, junto con otros cardenales como Carlo Cafarra, Joaquin Meisner, Walter Bradmüller y Raymond Burke, son parte de los jerarcas rigoristas que han dudado de la doctrina amoris laetitia de Francisco y que han pedido su renuncia “por motivos disciplinares”, algo inaudito en la historia de la Iglesia católica hasta el día de hoy.

Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com

VER 0 Comentario

Portada de Xataka