ETA anuncia que lo deja. Sí, otra vez

Como la primavera, ETA siempre parece volver de un tiempo a esta parte. No para recuperar los sombríos presagios del pasado, sino para anunciar de formas cada vez más variopintas que, esta vez sí, lo deja. Según revela EiTB, la banda terrorista declarará su disolución definitiva el primer fin de semana de mayo. A priori, la decisión pondría punto y final a una larga, macabra y tristísima novela que se inició en 1959. Y sí, es normal que te lo preguntes: ¿pero no lo habían dejado ya?

20 de octubre de 2011. El primer renuncio de ETA llegó una agitada tarde de octubre. Fue entonces cuando la organización anunció "el cese definitivo de la actividad armada". A efectos prácticas, la sociedad vasca y española pasó página aquel mismo día: acorralada operativamente, encausada judicialmente y agotada políticamente, ETA no volvería a matar. Por aquel entonces el desarme y la definitiva disolución quedaban aún lejos, pero a efectos prácticos supuso su feliz final.

Quién ha acabado con ETA. Comenzó entonces la batalla por el relato. Desde la izquierda abertzale se interpretó el fin de la violencia como un triunfo de la voluntad política y pacífica del entorno político de ETA, un proceso iniciado, en su visión, por Arnaldo Otegi en su célebre discurso de Anoeta. Desde la política nacional se reivindicó el papel de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y, muy especialmente, de la Audiencia Nacional. Lo cierto es que ETA había sido derrotada por el Estado.

La carrera hacia el desarme. ETA no se acabó en 2011. La larga carrera hacia el desarme le llevaría a una compleja transición de casi seis años en la que escenificaría diversas entregas de armas ante mediadores internacionales y trataría de mostrar su voluntaria renuncia a la violencia. El estado interpretó con escepticismo los gestos de ETA, la apertura de zulos y el proceso de devolución. Hubo acusaciones cruzadas de desinterés por una resolución real al conflicto.

17 de marzo de 2017. Hasta que llegó la fecha clave: hace aproximadamente un año, ETA anunciaba su desarme "unilateral e incondicional" con la entrega en ocho zulos 118 armas y casi tres toneladas de explosivos a las autoridades judiciales francesas. A estas alturas, la normalidad política se había adueñado tanto de Euskadi como del resto de España, y la noticia del segundo final de ETA tuvo escasas consecuencias en la arena institucional. Para ETA, era el penúltimo paso hacia el fin.

La última disolución. Y así llegamos a mayo de 2018, el mes en el que la propia organización, que cuenta con apenas un puñado de miembros operativos, ha decidido poner fin a su propia existencia. Como era de esperar, la elección de la fecha también fue discutida en el fuero interno de la exigua organización. Prevista en sus inicios para principios de junio, se adelanta un mes. ETA asume que su "función y ciclo" ha terminado, y que se debe dar carpetazo a la estrategia "político-militar".

Pudo haber sido antes. Tanto ETA como el entorno abertzale siempre han intentado mostrar que su proceso de renuncia ha tenido un componente interno, ajeno a la presión policial. De ahí que cada anuncio de ETA desde 2011 sea carne de meme: hay una disonancia entre lo que la sociedad recuerda sobre el final de ETA y sobre lo que la propia banda quiere contar de sí misma. Pudo haber sido distinto, más pactado, de haber triunfado las conversaciones de paz entre 2006 y 2007.

Impulsadas por Zapatero y dirigidas por Eguiguren, aquellas charlas terminaron con un atentado en Barajas y con Thierry amenazando al líder socialista. Fue la última oportunidad de ETA para pactar un final. Lo que llegó después, de 2011 a 2018, es su derrota.

Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com

VER 0 Comentario

Portada de Xataka