Derogar la Ley Mordaza ha sido siempre una promesa electoral de la izquierda. Una que no puede cumplir

La ley mordaza es un libro viejo en un baúl sin abrir en mucho tiempo. Ocho años han pasado desde que, bajo el nombre de Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana, fue aprobada en solitario por el Partido Popular, en 2015. En aquel entonces el actual presidente Pedro Sánchez prometió eliminarla si llegaba a la Moncloa, diciendo que era un atentado a la libertad de expresión. Pero estando en el poder, las preocupaciones sobre este tema se han rebajado. Y ahí sigue. Una ley enquistada a la que no se le ha podido dar ni salida ni modificación alguna.

Hay leyes que son irreformables, y esto lo saben bien los grandes partidos.

La reforma, destinada a fracasar. Hoy se ha cerrado la brecha. Las negociaciones entre el Gobierno y sus socios finalmente no han llegado a buen puerto. No habrá reforma de la ley mordaza esta legislatura. Uno de los principales proyectos legislativos del Ejecutivo de Pedro Sánchez, naufragará antes incluso de llegar al Pleno. Todo se debe a que ERC y EH Bildu han anunciado que votarán "no" a la reforma que iba a abordarse en el Congreso, argumentando que "no deroga los artículos más lesivos" y mantiene "intacta" la esencia de la ley que aprobó el PP de Mariano Rajoy en 2015 para enterrar las protestas callejeras.

Principalmente, alegan que, en lugar de derogarla (que es lo que se pretendía en un principio), sólo se está "maquillando" la ley.

¿A qué se refieren? El incipiente fracaso en realidad llevaba meses creándose por las disputas políticas entre los seis partidos (PSOE, Unidas Podemos y PNV por un lado y ERC y EH Bildu por el otro) entorno a cuatro puntos concretos del texto: el uso de las pelotas de goma, las devoluciones en caliente, las multas por desobediencia y las faltas de respeto a la autoridad. Pese a que el Gobierno dice que el texto negociado hasta ahora ya anula los aspectos más agresivos de la ley, el resto de partidos no está dispuesto a apoyar una reforma que no toque esos artículos.

"Queda lejos del compromiso de derogación que asumimos hace ocho años las fuerzas políticas. El hecho de querer mantener los aspectos más lesivos de la mordaza de Rajoy hace que sea inasumible votar a favor de la propuesta. No queremos ser cómplices de una ley mordaza edulcorada", explicaba Jon Iñarritu, diputado de Bildu.

Un conflicto eterno. Los seis partidos políticos llevan más de un año y medio trabajando para cambiar la ley. De hecho, esta ha sido la vez en la que más lejos se ha llegado para reformarla. Casi un centenar de reuniones han sido necesarias para modificar hasta 36 de los 54 artículos que incluye la norma e incluir una decena de disposiciones adicionales. Todo con un objetivo: pasar de una "excesiva protección" para los policías a un modelo que "protege más a los ciudadanos". Pero cambiar la esencia de una ley en España es dificilísimo.

Hay leyes irreformables. Eso es así. Y esto lo saben bien los grandes partidos. Por mucho que el PP se queje de la Ley del aborto, o de que el PSOE o Podemos clamen contra la Ley Mordaza o la Reforma Laboral. Hay cosas que una vez las cambias es muy difícil revertirlas. Este es un buen ejemplo. Esta reforma era, sin duda, la más complicada de toda la legislatura.

Los partidos partían de posiciones muy lejanas en puntos clave de la norma. Y lo que en un principio iba a ser una derogación acabó mutando en un intento de reforma. Y por mucho que los partidos hayan logrado avanzar en los puntos en los que más concordaban no han abordado hasta el final los más polémicos. Y esto ha hecho que las negociaciones naufraguen. Como era de esperar, claro.

Imagen: GTRES

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