Cómo Alfonso XIII se convirtió en el primer gran promotor de cine porno en España

Durante años, la vida de Ramón de Baños Martínez transcurrió entre las noches calurosas de Belem do Gran Pará (Brasil) y las plantaciones de caucho que se repartían siguiendo el curso del Amazonas y sus afluentes Xingú y Tapajós. Hasta allí se había trasladado en julio de 1911 animado por el indiano Joaquín Llopis con su cámara a cuestas para rodar documentales.

De vuelta a Barcelona y acompañado por su hermano Ricardo, la lente de su objetivo captaba escenas bien distintas a las que había contemplado a orillas del río que mana en Arequipa y muere miles de kilómetros al Este, en las aguas del Atlántico: carnosas prostitutas del Raval barcelonés fornicando con chulos escogidos tras una ronda de castings a la que Ramón y Ricardo (curtidos en mil rodajes) asistían con las manos sudorosas y una comezón en la boca del estómago.

Provistos de semejante elenco, los hermanos Baños rodaron a comienzos del siglo XX todo tipo de escenas subidas de tono. Hacia los años 1920 grabaron secuencias de sexo en confesionarios, donde falsos párrocos abusaban de la confianza de sus feligresas. También en decorados que emulaban ser despachos de ministros que recibían a compungidas esposas dispuestas a suplicar a cambio de un empleo para sus maridos.

Incluso habían dispuesto atrezzo para reproducir la consulta de un ginecólogo que no dudaba en propasarse con sus enfermas. Todo un repertorio de lo más casposo, rancio y machista de los tópicos del cine pornográfico.

Pasado un siglo, el periplo de Ramón por Sudamérica quedaría como una anotación exótica, una pizca de color en la biografía de uno de los pioneros del celuloide en España. Las escenas para adultos se convertirían sin embargo en parte destacada de la historia cinematográfica y de la pornografía. Lo más curioso es que los hermanos Baños llegaron a la filmografía sicalíptica por azar. Mejor dicho, arribaron a la industria de los filmes X por su condición de súbditos de la Corona española.

Al fin y al cabo quien había ideado, encargado e incluso escrito el guion de las escenas porno a las que daban forma Ricardo y Ramón era el mismísimo Alfonso León Fernando María Jaime Isidro Pascual Antonio de Borbón y Habsburgo-Lorena. Para abreviar, el rey Alfonso XIII.

Rey y guionista de cine porno

Por más que a lo largo del último siglo se haya intentado desdibujar su estela, Alfonso XIII jugó un papel crucial en la llegada de la pornografía a España.

PornHub, XHamster, Xvideos, RedTube y por supuesto el elenco patrio de estrellas, de Nacho Vidal a Amarna Miller pasando Jordi Niño Polla, deben bastante al bisabuelo del actual monarca. Afines y contrarios reconocen hoy que "el exiliado" o "el piernecitas", apodos que se ganó por abandonar España tras la victoria de los republicanos en los comicios municipales de abril de 1931 (el primero) y sus esqueléticas patas de alfeñique (el segundo), es el gran precursor del cine X español.

Ramón de Baños.

La afición de Alfonso XIII por los escarceos amorosos era de dominio público incluso durante los años en los que el monarca gobernó España. Durante cierta etapa de su vida llegó incluso a simultanear dos familias: la real (en el sentido más amplio de la palabra) y la morganática. La primera la formó con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, quien se convirtió en madre de seis de sus hijos. La segunda, con la actriz Carmen Ruiz Moragas, de cuya relación salieron dos retoños: María Teresa y Leandro Alfonso.

Los devaneos sexuales no eran suficiente sin embargo para Alfonso XIII, gran aficionado también al erotismo y el cine porno. Quizás cansado de tener que importar películas extranjeras con argumentos poco castizos, hacia mediados de la segunda década del siglo XX (y contraviniendo el famoso "¡Que inventen ellos!" de Miguel de Unamuno) decidió innovar y rodar en territorio patrio las primeras películas conocidas del cine porno español.

Para dar forma a semejante empresa recurrió a un intermediario de su confianza: el conde de Romanones, respetado prócer, aristócrata a tiempo completo... Y apoderado del primer productor de cine X nacional en sus ratos libres.

Los escogidos para rodar las películas fueron los hermanos Baños, dos jóvenes catalanes que destacaban en la industria del cine mudo de comienzos del XX. El mayor de los Baños, Ricardo, había aprendido el oficio en la casa Gaumont de París e impulsado con Albert Marro la productora Hispano Films. Años después se aliaría con Ramón para apostar por una nueva firma con la que rodaron las películas pornográficas encargadas por Alfonso XIII. El nombre de la compañía no deja lugar a equívocos: Royal Films.

Entre mediados de la segunda y tercera década del siglo XX los Baños se dedicaron a plasmar en cintas las fantasías más íntimas del monarca Borbón. Se dice que los argumentos y guiones de las películas los elaboraba el mismísimo Alfonso, tal vez entre sus idas y venidas de la casa de Ruiz Moragas al palacio que compartía con Eugenia Cristina.

La herencia del peculiar interés real

De la producción pornográfica de los hermanos Baños se conservan tres películas, aunque algunos autores especulan con la idea de que el número de obras con prostitutas pudo ser bastante mayor. Los títulos no son tan explícitos como el contenido de las cintas, pero dan alas a la imaginación: El confesor, Consultorio de señoras y El ministro. En todas se muestran a mujeres muy alejadas de los patrones de belleza de principios del siglo XXI.

Las cintas encargadas por Alfonso XIII se rodaron en Barcelona apenas una década después de que Eugène Pirou y Alerbt Krichner (Léar) empezasen a hacer sus pinitos en el cine erótico o de las producciones mudas francesas y sudamericanas. El Sartorio, por ejemplo, el primer film conocido que muestra planos explícitos de genitales, se produjo hacia 1907 en Argentina.

Alfonso XIII no solo encargaba sus propias películas pornográficas. En el Palacio Real mandó habilitar una sala en la que proyectaba sus grabaciones. No era extraño que el monarca invitase a amigos a los exclusivos pases de sus filmes. Su confianza en los hermanos Baños estaba más que justificada. Por si el talento y fama de los cineastas catalanes no fuesen credenciales suficientes, suyas eran también las filmaciones de los desfiles de Alfonso XIII y los lances familiares de los Borbón con los que más tarde se elaboraban películas propagandísticas sobre la Corona.

Durante sus años de exiliado, Alfonso XIII protagonizaría una anécdota que da buena idea de su gusto por el celuloide y por las escenas calentorras. En el libro Adiós a Hollywood con un beso, Anita Loos relata una anécdota reveladora sobre el monarca. Según la escritora, cuando el Borbón visitó la meca del cine se empeñó en conocer a Roscoe (Fatty) Arbuckle, un actor que se había hecho muy popular por los papeles cómicos que interpretaba en producciones mudas.

Ante la insistencia de Alfonso XIII, su anfitrión tuvo que explicarle que "Fatty" (apodo que se había ganado por su tripa prominente) estaba apartado de la industria cinematográfica a raíz del "escándalo Arbuckle". El comediante había sido juzgado por la muerte de una joven actriz (Virginia Rappe), a la que supuestamente había violado de forma salvaje con una botella de champán o un trozo de hielo afilado. Aunque Arbuckle fue absuelto en 1922, el caso dio lugar a uno de los primeros juicio sensacionalistas de Hollywood.

Al escuchar la historia (según la versión de Loos) Alfonso habría exclamado: "Vaya, qué injusticia. ¡Si eso le podía haber pasado a cualquiera!".

Al tesoro porno de Alfonso XIII se le perdió la pista durante décadas hasta que apareció en un convento valenciano. Las cintas se restauraron en 1991 y se conservan en la filmoteca de la comunidad. En su catálogo (disponible para consultas online) las películas se datan en la década de 1920 y se reseña que su dirección corrió a cargo de Ramón Baños. Quienes quieran ver con sus propios ojos fragmentos de las películas X encargadas por el bisabuelo del actual rey, pueden hacerlo sin embargo a través de diferentes webs.

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