Carriles de alta velocidad para peatones, la solución para todos los que odiáis a los lentos de las aceras

Martes por la mañana. Sales del céntrico piso en el que vives alquilado dirección a tu oficina. Dado que vives cerca, no necesitas transporte público: vas andando. Pero al pisar la calle, está repleta de peatones despistados, turistas curiosos, escolares y viandantes igual de curiosos que tú. Tratas de acelerar el ritmo para no llegar tarde, pero sólo encuentras obstáculos. Te chocas, te caes, esquivas una pareja de abuelos, un carrito de bebé, unas obras. Es horrible. Llegas tarde. Te cae la bronca.

¿Qué ha sucedido? Que necesitas un carril de alta velocidad para peatones que no tienen un segundo que perder. Puede que la situación sea demasiado surrealista, pero hay quien la experimenta diariamente. Y en Liverpool han decidido ponerle solución.

Caminantes veloces, pasen por aquí

Durante el pasado primer fin de semana de noviembre, los ciudadanos de la ciudad del norte de Inglaterra pudieron utilizar un breve pero singular carril de alta capacidad peatonal en una de sus muchas zonas comerciales. La iniciativa fue llevada a la práctica por la empresa Argos, con un establecimiento en la zona, y, como ilustra el siguiente vídeo, servía para que los compradores pudieran entrar y salir más rápido de las tiendas. ¿Cómo? Sencillo: marcando el carril circulatorio, al igual que cualquier carril bici o de transporte público. Quien no quisiera andar, a otro lado.

Lejos de ser una frivolidad, la iniciativa ha espoleado un debate diminuto, pero con algunos antecedentes. En The Guardian dedicaron un amplio espacio a hablar sobre si un carril de caminantes rápidos (y no blancos, aunque ese tendría más gracia) era necesario en nuestras ciudades. Algunos puntos a favor: vivimos en tiempos donde el tiempo es oro. No queremos perderlos en absurdos atascos inevitables, y tampoco queremos perderlos en calles colapsadas de gente.

En realidad, lo que se pone a debate es el espacio público, sus usos y la forma que tenemos de ocuparlo. En Estados Unidos han vivido experiencias semejantes. Por un lado, cabe destacar la de Washington DC: el verano pasado, National Geographic pintó en una calle de la capital norteamericana dos carriles. Uno en el que estaba permitido utilizar el teléfono móvil mientras se andaba, y otro en el que estaba prohibido. La finalidad de la iniciativa era observar cómo reaccionaba la gente, y después volcar las imágenes grabadas en un documental.

A Washington DC le siguieron Amberes y Chongqing. Ambas, pintadas por empresas privadas.

Andar rápido: un problema no tan trivial

Mucho antes que National Geographic, un grupo de artistas llamado Improve Everywhere hizo algo parecido en Nueva York. En 2010, pintaron en una calle dos carriles: uno para turistas, otro para neoyorquinos.

¿Resultado? Más allá de la extravagancia (ellos mismos se erigieron en conductores del tráfico, con chalecos reflectantes incluidos), mucha gente observó con buenos ojos la iniciativa. El grupo hizo un cuestionario a muchos de los viandantes (este), y gran parte de ellos consideró interesante la medida. Útil, ante todo, especialmente para los turistas, que a menudo obstaculizan el inmenso y muy rápido flujo de peatones en Nueva York. La iniciativa tuvo gran repercusión en los medios.

¿Por qué? Lo cierto es que la gente quiere andar rápido en las ciudades, y aquellos que lo hacen lento les suponen un obstáculo. Los carriles son un modo efectivo de separar las preferencias de ambos grupos, permitiendo a los primeros llegar a un punto con la mayor antelación posible, y a los segundos disfrutar de su tranquilo paseo en su lugar favorito. En Inglaterra, otras voces se han sumado a Argos, y no sólo por motivos comerciales: quieren carriles rápidos.

La gente camina rápido (una explicación detallada sobre el fenómeno, aquí), y detesta a la que anda lento. Y el carril de alta capacidad peatonal ni siquiera es la única iniciativa encaminada o bien a manifestar o bien a incentivar un reparto útil del espacio urbano para los distintos peatones. Desde la utilización de amonestaciones en función del comportamiento del peatón hasta un código de etiqueta y de conducta, las propuestas son variadas. ¿Es el próximo gran debate sobre movilidad urbana?

Mr. Bean opina que sí.

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