Así serían las fronteras de Europa si las hubiera dibujado un colonizador europeo

Los países del mundo se dividen en dos clases: los que tienen fronteras irregulares y los que parecen limitar su espacio geográfico con escuadra y cartabón. O dicho de otro modo, los que fueron colonizadores y los que fueron colonizados, resultado estos últimos de infinitas decisiones arbitrarias por parte de los primeros que depararon en sus peculiares fronteras.

La responsabilidad de las potencias colonizadoras en el actual mapamundi es grande. Cuando Francia, Reino Unido o Portugal debieron abandonar los puntos del mundo que habían ocupado durante largos siglos lo hicieron, a menudo, sin tener en cuenta fronteras naturales o socioeconómicas claras. En su lugar, legaron provincias coloniales diseñadas en relación a sus propios intereses, a menudo artificiosas.

Aunque se ha exagerado el grado de arbitrariedad de las actuales fronteras de África o Asia (la de Sykes-Picot, por ejemplo, que divide Irak y Siria sólo es una línea recta allí donde el desierto se alarga hasta el infinito, pero la división de ambos estados tiene bastante más sentido histórico del que pueda parecer), Europa ha causado estragos cartográficos allí donde ha pisado. Pensemos en Namibia, en Gambia o en Mali: son antinaturales.

De modo que, ¿qué sucedería si los mismos colonizadores europeos que decidieron dibujar el mundo a su antojo hicieran lo propio con el continente europeo, de tan nobles y naturales divisiones? Karl Sharro, periodista, arquitecto y dibujante de origen árabe residente en Londres, se propuso responderse a la pregunta, y el resultado fue el de más arriba.

El tuit, obviamente en clave satírica ("Nuestra propuesta para rehacer Europa Occidental por un futuro más estable y pacífico. (Inspirado en lo que Europa hizo en el resto del mundo)"), ha recibido más de 9.000 retuits y se ha convertido en un pequeño chiste interno de la red. No es difícil entender por qué: Sharro ha cogido el mapa político de Europa y lo ha deconstruido basándose en los mismos valores ("paz, estabilidad") de Europa para el resto del mundo.

En grande.

Por un lado, todas o casi todas las líneas son rectas: los colonizadores europeos dividieron sus provincias en torno a paralelos, meridianos y, cuando no había demasiados accidentes geográficos que sirvieran de limes, tiraron de reglas y matemáticas (la frontera dura tanto y llega hasta aquí, independientemente de lo que nos encontramos en medio). Por otro, se basa en laxos lazos culturales (la Cataluña que absorbe hasta Navarra, la Prusia que se come Dinamarca, la Italia que es sólo el sur) para los nuevos estados.

El resultado es algo parecido a lo que debería ser un mapa histórico lógico de Europa pero diseñado por un adolescente borracho, algo bastante fidedigno como sátira a lo que Inglaterra, Francia o España hicieron en África, sin ir más lejos.

El detalle de Líbano Occidental para Sicilia (un chiste recurrente como los múltiples "Congo" o el "Sáhara Occidental" de África) es la guinda del pastel, a falta de esperpentos fronterizos como la franja de Caprivi o Suazilandia. En esencia, el mapa es una forma gráfica y muy rápida de explicar por qué diseñar fronteras útiles para las personas que viven dentro de ellas es relevante, y por qué Europa lo hizo tan mal y provocando tantos conflictos. ¿O qué otra cosa sino guerra y conflicto podría surgir del nuevo mapa de Europa?

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