Amazon, Chevron, Netflix… las grandes corporaciones pagaron cero dólares en 2018 de impuestos federales

Es una tendencia que ya comenzó el año pasado, pero las nuevas cifras han elevado aún más el debate en Estados Unidos: según el último informe del Instituto de Impuestos y Política Económica (ITEP, por sus siglas en inglés), 60 de las compañías más grandes del país han pagado un total de cero dólares en impuestos federales, pese a haber generado unos beneficios totales de 79.000 millones de dólares

El informe, por cierto, se titula "La evasión fiscal corporativa sigue siendo desenfrenada bajo la nueva Ley Tributaria". No se cortan.

Entre los 60 agraciados están Honeywell, IBM, General Motors, grandes empresas energéticas como EOG Resources, Chevron o Duke Energy y también Netflix. La gran reina, sin embargo, es Amazon: ella sola ha dejado de liquidar 13.000 millones de dólares de beneficios netos que “tendrían” que haber pagado de un año en el que habían facturado 232.887 millones. De hecho, a algunas de estas empresas, también a Amazon, las cuentas con la hacienda norteamericana les han salido a devolver.

La cifra es llamativa también porque el número de gigantes corporaciones que no han pagado ni un dólar al gobierno se ha duplicado entre 2017 y 2018. Para muchos la razón está en la reforma económica promovida por Trump. Hasta entonces, y si hubiesen cumplido sus obligaciones tributarias, las empresas habrían pagado un 35% de impuestos sobre los beneficios (esto es, 27.650 millones). En cambio, colectivamente, recibieron 4.300 millones de dólares en reembolsos

Esto se debe, en parte, a que la reforma republicana bajó el tipo del 35 al 21%, pero también se debe a las fórmulas existentes desde hace décadas por las cuales las corporaciones se dirimen de pagar a hacienda, según la teoría económica del país, para que las empresas profundicen en su misión de mejorar la economía general.

La magia de los impuestos cero

Según el informe del ITEP, se trata de “lagunas” fiscales, en un discurso que llama claramente a evitarlos. El primer y más viejo truco es el de mover los ingresos a paraísos fiscales, truco que, aunque no erradicado, cada vez estaba más vigilado (curisamente Trump quiere reimplantarlo).

Otra laguna es la conocida como “check-the-box”, fórmula por la cual una filial de una gran empresa operando en otro lugar del mundo se acoge a un préstamo financiero interno para realizar alguna operación, dinero que luego le devolverá a la empresa raíz con intereses. De esta forma, la empresa motriz puede deducirse la parte de los intereses derivados del préstamo

Una táctica similar al "check-the-box" tiene que ver con el pago de propiedad intelectual, y se explica mejor aquí. Es el caso de aquella vez que una filial de Starbucks le compró café a ese conocido país productor de granos llamado Suiza y luego le cobró derechos de autor por el uso de la receta de tueste especial del grano a las mismísimas tiendas de la cadena en todo el mundo.

Estas no son, sin embargo, las principales técnicas de Amazon y de otras muchas de las compañías exentas del pago. Los principales caladeros son dos, la inversión en I+D y en “propiedades, centros y equipo”.  Amazon, campeón del I+D mundial, invirtió en 2017 22.600 millones de dólares en investigación (Google, que no pertenece al club de los 60, también invirtió otra burrada, 16.600 millones). El dinero deducible por I+D, además, no se calcula en base al 21% de los beneficios empresariales, sino en base al 100% de los gastos empresariales. Bastante chollo.

Lógicamente, en el mercado actual las empresas punteras deben invertir una buena parte de sus ingresos en desarrollo para seguir siendo competitivas, por lo que esta fórmula tributaria se antoja desequilibrada, favoreciendo a los más grandes (los que más pueden invertir) y perjudicando a los pequeños.

A estas empresas también les viene bien invertir en bienes raíces y equipamiento, como decíamos, ya que se pueden deducir buena parte de los gastos. Por ejemplo, el año pasado Amazon gastó 32.000 millones de dólares en compra de terrenos y edificios

De ahí que estas dos fórmulas reciban críticas, ya que se comprende que la compra de instalaciones y equipo y el desarrollo en investigación son ejercicios intrínsecos a la actividad comercial de la mayoría de las grandes empresas. Es decir, están recompensando a las empresas por gastar en lo que iban a gastar de todas maneras.

Reciben también quejas por el dinero que se deducen empresas como Google o Amazon cuando se ofrecen a instalar nuevas sedes o a encargarse de dinamizar ciudades, proyectos en los que se llevan beneficios a través de las citadas exenciones fiscales, pero también de imagen pública (por llevar a los centros urbanos al futuro). 

Y por último, y en el ejemplo más retorcido, están las compensaciones en acciones a los empleados. Los beneficios a los trabajadores en forma de acciones a la compañía están exentos de impuestos, y lo que es más, cuanto más suba el precio de las acciones más es la parte deducible de las mismas, de forma que hay más ahorro cuanto mejor le vaya a las empresas. 

Darle acciones a los empleados en muchos casos no le cuesta dinero a las empresas (lo que hacen en lugar de comprarlas en el mercado es crear nuevas acciones, devaluando las preexistentes), y lo más normal es ofrecer estas acciones no al completo de la plantilla, sino a los grandes ejecutivos.

Capitalismo democrático

Ante las críticas, páginas como Forbes también recuerdan que, aunque Amazon no haya pagado impuestos federales, sí los paga de otro tipo: un total de 1.200 millones el año pasado como "impuestos en efectivo pagados" a través de tributaciones locales, estatales e internacionales. Han pagado impuestos, a ojo, en torno a un 10% sobre sus beneficios de 2018 (como dato, en España el tipo efectivo en sociedades para las grandes empresas está en torno al 11%, mientras que las PYMES pagan un 25%). Eso sí, si en 20 años los impuestos pagados por las corporaciones no han subido ni un ápice, los ciudadanos están pagando ahora el doble.  

Conviene recordar que, a pesar de que el informe tilde la ingeniería fiscal descrita como “lagunas”, muchas de estas fórmulas no son más que parte de la legalidad tributaria, aprobada por el Congreso y apoyada por la mayoría de los norteamericanos. 

Sobre si esta rebaja fiscal a las grandes empresas hecha por Trump beneficia a la economía, hay opiniones contradictorias. Por un lado, algunos se centran en el impulso del PIB anual del 2.9%, aunque algunos dicen que esta cifra no se mantendrá una vez se eliminen los incentivos actuales. 

Por otra parte, ni la creación de empleo ni la mejora de los salarios es distinta a la tendencia ya establecida por el anterior Gobierno, mientras que el Estado ha visto incrementar su déficit público en 305.000 millones de dólares, 100.000 millones más del ritmo de crecimiento del déficit que había al término de la era Obama. 

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