De 0,4€ a 164€: lo que la vertiginosa inflación de las entradas de Disneyland cuenta sobre su éxito

Disneyland abrió sus puertas el 17 de julio de 1955. Desde entonces, se ha convertido en sinónimo de turismo, regalos y viajes y para qué vamos a engañarnos, también de estatus. No todas las familias van a Disneyland ni pueden permitírselo, y más aún cuando su precio no ha dejado de subir desde su inauguración en aquel año. Pero Disney también es sinónimo de infancia, diversión, espectáculo. Y al público le encanta. Parece ya algo intrínseco de la sociedad contemporánea y todo lo que rodea a la franquicia era y seguirá siendo popular, hagan lo que hagan y pase lo que pase.

Esta locura por la compañía del ratón de orejas negras y nariz vistosa no deja de crecer, ahora con la adquisición de más franquicias (Marvel, Star Wars, Pixar…) que sólo hacen que aunar más fanáticos entre sus líneas. Más y más gente que consume su contenido.

Pero lo de sus parques temáticos se está convirtiendo en algo surrealista. Hace unos días, la compañía anunciaba una subida del precio de las entradas: 142€ el día. La última vez que subió sus precios fue hace poco más de un año, en 2020 (antes de la pandemia), cuando costaba 133€.

Pero para entender el fenómeno hay que remontarse mucho atrás, cuando el parque abrió sus puertas. En aquel verano de 1955, un adulto sólo tenía que pagar 40 centavos de dólar para poder acceder al recinto, un precio que incluso ajustado a la inflación de hoy en día no superaría los 15 euros.

Suma y sigue cada año

Desde entonces, el precio ha aumentado entre un 3% y un 8% cada año. Sí, cada año. Y eso no es todo. Se espera que si continúa así la tendencia el precio de ticket llegue a alcanzar los 193 euros en 2030, un incremento del 8858% desde que abrió sus puertas, según una investigación de Koala.

Según SFGate, un ticket de un día para visitar el parque costaba 35€ en el año 2000. Y esos aumentos se han convertido en algo anual: 107€ en 2017, 116€ en 2018, 129€ en 2019 y 133€ en 2020. El precio del recinto europeo de París no se queda atrás. Ha pasado de valer 30 euros en sus inicios a 90 euros en la actualidad. Y se espera que valga 130 euros en un par de años. En este vídeo se puede comprobar a través de un gráfico cómo ha evolucionado el precio de las entradas hasta la actualidad:

Evolución del precio de Disneyland.


Estas subidas de precio llegan además en un momento duro, cuando la pandemia ha hecho mella en las carteras de las familias de clase media. Y es que los mismos parques llevaban cerrados 13 meses debido a la crisis sanitaria del Covid. Las exhibiciones nocturnas de agua y luz y la mayoría de los desfiles de disfraces aún no han regresado a los parques. Al público no le hace mucha gracia, desde luego, están pagando más por menos.

Para Disney, incluso con una ligera caída en la asistencia, la subida de precios repercutirá en más ingresos de los que había. Y, para gestionar las multitudes, la idea de Disney para sacar tajada ha sido adoptar un esquema de precios (que ya implementaron en 2016) de cinco niveles, con el que cobra más por los días en que la demanda es más alta.

Desde su reapertura, Disney se ha esforzado al máximo para abordar los mayores dolores de cabeza del parque temático: largas colas y parques abarrotados. En agosto, Disney revisó su programa de pases anuales de 37 años, reemplazándolo con un nuevo programa Magic Key que requiere que los visitantes hagan reservas antes de ir. Unas semanas después del lanzamiento del programa, Disney introdujo una nueva app móvil que permite a los visitantes que estén dispuestos a pagar más saltarse la espera de las atracciones más populares. Todo vale para hacer más dinero. Y la gente lo paga, no hay duda de eso.

Muchas familias han criticado que, a pesar de lo mucho que les encantaría ir a Disney, no pueden pagar el coste de los parques, y con la desaparición de las opciones asequibles de pases rápidos, está cada vez más claro que Disney no es una vacación familiar barata. Un hilo en el subforo de Reddit de Disneyland lo resumía así: "Siento que podrían duplicar los precios de hoy el próximo año y la gente seguirá haciendo lo mismo". Actualmente, el más asequible de los parques de Disney es también el más nuevo, el Shanghai Disney Resort, que prevé que los precios aumenten solo un 25% (1,52% al año) para 2031. Solo.

Cómo usó su "magia" para persuadir

Cuando se inauguró Disneyland, su primer día fue un desastre. Muchas de las atracciones aún no funcionaban, los restaurantes se quedaron sin comida, las fuentes de agua se secaron y la fila de coches que intentaban entrar se extendía por la autopista bajo el sofocante calor del sur de California. Pero Disneyland no tardó en superarse de ese primer día decepcionante. Su parque temático ha llegado a influir en la industria del turismo de todas las maneras. La casa del ratón en Anaheim era una comunidad rural conocida por sus campos de naranjos, ahora es una ciudad en expansión por derecho propio, repleta de hoteles.

Antes de que Elon Musk fundara Tesla y Steve Jobs ayudara a revolucionar la marca de Apple, estaba Walt Disney. Y realmente sabía cómo montar un espectáculo para crear una marca estadounidense por excelencia. Y una de sus formas para conseguirlo ha sido en prestar atención a lo más importante: los gastos de los clientes. Llueva o haga sol, Disney anima a los clientes a seguir comprando. Y siempre lo hará. Así funciona.

Se puede decir que Disneyland no es solo uno de los primeros parques temáticos, sino también uno de los primeros centros comerciales. "Disneyland era, y sigue siendo, un centro comercial", escribió James Farrell, profesor de historia, en su libro, One Nation Under Goods.

Cuando los visitantes acceden por primera vez a Disneyland, pasean por Main Street, inspirada en parte por las ciudades natales del diseñador de escenarios de Hollywood Harper Goff  y el propio Walt Disney. La arquitectura y la decoración de las tiendas de regalos y los restaurantes estaban destinados a recrear la sensación de estar en el distrito comercial del centro de una pequeña ciudad estadounidense a principios de siglo.

Hoy en día, comprar en interiores puede que ya no sea tan usual como lo era cuando se inauguró Disneyland. Pero mantener ese diseño tiene sus ventajas: las tiendas con aire acondicionado brindan un refugio del calor, lo que significa que los huéspedes aún acuden en masa a estas tiendas con la billetera en la mano.

No sólo de sus tiendas vive Disney. Walt era un televangelista: vendía a padres e hijos por igual, sabía cómo encandilar a niños y adultos, y asegurarse de que tanto su mensaje como sus productos se transmitieran de generación en generación. Antes de que Disneyland abriera por primera vez, Walt Disney presentó una serie de especiales de televisión llamada Walt Disney's Disneyland, que ayudó a financiar la construcción del parque temático y a generar entusiasmo por su apertura.

La marca Disney, como una pasta de dientes, un equipo de fútbol o incluso una religión, se transmitió de padres a hijos. "Los baby boomers crecieron viendo cómo se construía Disneyland en la televisión, creando un grupo de accionistas emocionales en la empresa", explicaba Jamie O’Boyle, analista del Centro de Estudios y Análisis Culturales en Filadelfia.

La conexión emocional que se formó entre la audiencia de televisión y Disneyland pronto se transformó en una lealtad a la marca similar a una convicción religiosa. Y de esa manera, un viaje a Disneyland fue como visitar un lugar que era en parte un centro comercial y en parte una catedral.

Disney creó un lugar que la gente trataba como un peregrinaje. En la época medieval, los católicos viajaban largas distancias para visitar la ciudad principal más cercana con una catedral impresionante. Llevaban ropa especial y traían reliquias. Un viaje a Disneyland refleja esas tradiciones. La gente se viste con ropa inspirada en sus dibujos animados, colecciona baratijas y sube a las atracciones. Incluso su castillo recuerda la grandeza de catedrales como Notre-Dame de París. La ubicación incluso tuvo en cuenta la capacidad de los estadounidenses y europeos para viajar largas distancias, ya que ambos parques estaban convenientemente ubicados cerca de las principales carreteras y accesos de transporte.

Y nada de esto es barato. Convertir un viaje a Disneyland en un pseudo-rito de iniciación para las familias también le ha permitido a la compañía ir más allá en cobrar a los turistas por experimentar esa peregrinación.

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