Las tierras de cultivo han ganado más de un millón de kilómetros cuadrados en las últimas dos décadas y eso preocupa a los científicos

Gran parte del futuro del planeta y el devenir del cambio climático se juega en tu nevera. Entendámonos: en la tuya, la mía, la del vecino del quinto y la de tu compañero de oficina. En un mundo con un volumen de población al alza, las tierras dedicadas a la explotación agrícola, claves para llenar las baldas de los supermercados, aumentan hasta ocupar un buen pellizco del globo al que llamamos hogar. Y eso tiene un impacto considerable en el medio ambiente.

No es fácil apreciarlo a escala global. De entrada, lo habitual entre los gobiernos y organizaciones que se dedican al control de las extensiones de cultivo es que sus mapas se limiten a entornos locales o regionales. Science acaba de publicar un estudio que sí aporta una imagen de conjunto y su conclusión es sorprendente: a lo largo de las dos últimas décadas —entre 2003 y 2019, período del estudio—, los campos de maíz, trigo, arroz y otros cultivos han ganado más de un millón de kilómetros cuadrados, una extensión equivalente al doble de la superficie de España.

Un crecimiento que se mide en CO2

Para elaborar su mapa de las tierras de cultivo, Matt Hansen, geógrafo de la Universidad de Maryland (UMD), y sus colegas echaron mano de datos del programa Landsat del Servicio Geológico de EE. UU. (USGS) y la NASA, que aportan una imagen detallada de la superficie agrícola a escala mundial. Con el propósito de entrenar y validar los algoritmos que usaron para elaborar su mapa, los investigadores visitaron granjas y utilizaron fotos satelitales disponibles en Google.

Con los datos sobre la mesa, los expertos han constatado que entre 2000 y 2019, la huella global de las tierras de cultivo aumentó un 9% y la nueva extensión alcanza aproximadamente el doble de la superficie de España. “Estimamos que en 2019 el área de las tierras de cultivo era de 1.244 Mha (millones de hectáreas) […] Entre 2003 y 2019, el área de tierras de cultivo aumentó en un 9% y la producción primaria neta en un 25%, principalmente debido a la expansión agrícola en África y América del Sur”, detalla el informe publicado por Hansen y el resto de sus colegas en Nature.

“La marcha inexorable de la huella humana es simplemente brutal”, reflexiona Hansen en declaraciones recogidas por Science. En su informe, los investigadores recalcan el aumento anotado en América del Sur y África y apuntan factores clave como el incremento de la población en el Gigante Asiático o el bum del cultivo de soja. En África, por ejemplo, aproximadamente el cuarenta por ciento de las tierras de cultivo aparecieron a lo largo de las últimas dos décadas.

Las Grandes Llanuras de América del Norte y ciertas regiones repartidas por el continente asiático registraron también un incremento de las tierras dedicadas a la producción agrícola, lo que compensa el descenso de otros puntos del globo, como el constatado en territorio que pertenecía a la URSS. El estudio deja otras ideas interesantes. Por ejemplo, a pesar del alza de los cultivos, el incremento de la propia población mundial hizo que entre 2003 y 2019 el área de tierras de cultivo per cápita descendiese un 10%. Gracias a las explotaciones intensivas creció, eso sí, la producción.

Que las explotaciones agrícolas reemplacen bosques, sabanas o avancen incluso a base de convertir en cultivable terreno de las selvas tropicales preocupa a los científicos. La razón: los ecosistemas naturales que “toman” almacenan grandes cantidades de carbono en el suelo y los árboles. Al transformarse en campos de cultivo a menudo ese CO2 se pierde en la atmósfera.

"La mitad de la nueva superficie de tierras de cultivo (49%) reemplazó la vegetación natural y la cubierta arbórea, lo que indica un conflicto con el objetivo de sostenibilidad de proteger los ecosistemas terrestres", advierten en su artículo de la revista Nature.

Los propios investigadores reconocen a la revista Science que hay ecosistemas secos en Sudamérica que “desaparecerán por completo pronto”. “Si el mundo quiere resolver el cambio climático, desde un punto de vista puramente egoísta, necesita ayudar a África a resolver su desafío de uso de la tierra, y eso incluye un crecimiento del rendimiento mucho mayor y seguridad alimentaria”, concluye Tim Searchinger, del Instituto de Recursos Mundiales.

Por lo pronto, los investigadores ya tienen a su alcance una herramienta valiosa: una “fotografía” global que ayuda a mapear el crecimiento de las tierras de cultivo. “La implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para mejorar la seguridad alimentaria, proteger los ecosistemas terrestres y de agua dulce y mitigar el cambio climático requiere políticas nacionales y cooperación internacional que se basen en datos coherentes, independientes y oportunos sobre la extensión y la productividad de la agricultura”, recoge el artículo publicado en Nature Food.

Imágenes | Miguel Angel Masegosa Martínez (Flickr)

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