Este astrofísico de Columbia cree que la posibilidad de que vivamos en una simulación está cerca al 50% (y, aún así, podemos estar tranquilos)

Entre 1999 y 2003, las hermanas Wachowski llevaron a los cines una de las sagas de ciencia-ficción que más impacto ha tenido en la cultura popular. 'Matrix', 'Matrix Reloaded' y 'Matrix Revolutions' fijaron en el imaginario colectivo una versión muy específica de una idea que ha recorrido la historia de la humanidad desde la alegoría de la caverna de Platón o los argumentos solipsistas de Berkeley hasta el sueño de la mariposa de Chuang Tse: ¿Y si todo eso que vemos ahí fuera es mentira?

Ese mismo 2003, el filósofo sueco Nick Bostrom, uno de los grandes pensadores transhumanistas de la actualidad, publicó un artículo en el que fijó filosóficamente la discusión y sentó las bases de casi dos décadas de debates entre filósofos, psicológicos, físicos e informáticos. Ahora, David Kipping, astrónomo de la Universidad de Columbia, ha utilizado el argumento de Bomstrom para llegar a la conclusión de que, por lo que sabemos ahora mismo, las posibilidades de que vivamos en una simulación están cerca del 50%, pero siempre por debajo de la mitad

El argumento de la simulación de Bomstrom

En este artículo detallamos una explicación muy completa de la hipótesis de la simulación (y sus puntos flacos). Pero enunciado en su forma más sencilla, el argumento de Bostrom sugiere que podemos estar viviendo dentro de una simulación sofisticada (hecha por ordenador). Según explicaba, es razonable pensar que si en algún momento existe una civilización posthumana capaz de ejecutar simulaciones como nosotros y desean hacerlo, "el número de realidades simuladas excedería en gran medida la realidad base, indicando ostensiblemente una alta probabilidad de que no vivamos en dicha realidad base".

Es decir, si puede existir una sociedad humana capaz de crear unos 'Sims' con conciencia parecida a la nuestra, una de las siguientes afirmaciones tendría por fuerza que ser verdadera:

  • O es muy poco probable que las civilizaciones posthumanas existan;
  • O es muy poco probable que, de existir, esas civilizaciones no tengan interés en hacer ese tipo de simulaciones;
  • O (casi) todas las personas que tienen nuestra clase de experiencias mentales viven en una de esas simulaciones.

El artículo original es muy breve y os invito a leerlo para ver todas las posibilidades del argumento. Sin embargo, lo interesante aquí (y lo que ha hecho correr ríos de tinta) es que la consecuencia directa del tercer lema es que, en fin, no somos reales. Y eso que Bostrom ha dicho en repetidas ocasiones que no tiene argumentos empíricos sólidos para decantarse por ninguna de sus hipótesis.

No existe una matrioska de muñecas infinitas

Para tratar de aclarar el problema, lo primero que hizo Kipping fue reducir el trilema de Bostrom a solo dos hipótesis: o existen dichas simulaciones (tercer lema) o no existen (sea por el primero o por el segundo). Después, asumió que, cuantas más capas de realidad añadimos (cuantas más simulaciones puedan darse dentro de las simulaciones), más difícil resultaría que existiera una computadora capaz de sostener esos mundos simulados.

Con ese límite tecnológico, utilizando un enfoque bayesiano y asignando, por puro principio de indiferencia, una probabilidad previa del 50% a cada hipótesis, Kipping se dio cuenta de que la posibilidad de que seamos simulados es menor del 50%. Menor, sí; aunque no mucho. no existen argumentos sólidos para decantarse por uno u otro escenario. Las probabilidades finales se decantan insistentemente por la hipótesis de que esas simulaciones no existen, pero lo hacen por la mínima (en el mejor de los casos).

Esto es así por un sencillo motivo: no hemos sido capaces de crear ese tipo de simulaciones. Ese y no otro es el argumento técnico definitivo para resolver el trilema de Bostrom porque, como dice Kipping, “si comenzamos a crear simulaciones convincentes, las probabilidades pasarán del 50% al 50% hasta casi la certeza de que no somos reales". Mientras tanto tendremos que seguir recurriendo a los básicos, la navaja de Ockham: "cuando dos o más explicaciones se ofrecen para un fenómeno, la explicación completa más simple es preferible; es decir, no deben multiplicarse las entidades sin necesidad".

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