Cosechar la niebla para extraer agua: la solución a la sequía que aplican cada vez más países

El 70% de la Tierra es agua y, sin embargo, gran parte de países experimentan hoy una sequía brutal. La contaminación y el cambio climático (con su consecuente escasez de precipitaciones) amenazan nuestro recurso global más importante: el agua potable. Según la Organización Mundial de la Salud, la mitad del mundo vivirá en áreas donde el agua no será accesible para 2025.

Pero mientras que la lluvia puede cesar o la contaminación del aire de las ciudades cercanas pueda contaminar este recurso, la niebla es un elemento natural que se mantiene en perfectas condiciones. Y eso puede ser una solución a la escasez de agua.

En la árida región montañosa de Ait Baâmrane, en el suroeste de Marruecos, el paisaje volcánico y rocoso pone muchas trabas al crecimiento de vegetación, y en la región casi no llueve. Ese impedimento ha hecho que se ponga en marcha uno de los proyectos de recolección de niebla más grande del mundo para proporcionar agua potable a miles de personas.

¿Recolección? Sí, la niebla se condensa en cualquier superficie en pequeñas gotas de agua. Y esas gotas, una vez acumuladas, se convierten en mucha agua. Por eso, los ingenieros han erigido cerca de 6.000 metros cuadrados de postes de acero con redes rectangulares de polímero negro a lo largo de la ladera de la montaña para atrapar el agua de la niebla a medida que avanza. Combinando tecnología moderna con técnicas tradicionales, es un ejemplo de supervivencia.

¿Cómo funciona? Tal y como explica Jonathan Boreyko, ingeniero del Instituto Politécnico y la Universidad Estatal de Virginia, "la niebla es una nube muy baja en el suelo". Si este mecanismo se erige perpendicularmente a la trayectoria del viento, a medida que el viento sopla niebla a través del dispositivo, la malla atrapa las gotas y la gravedad empuja el agua hacia los contenedores que se encuentran debajo.

Gracias a este mecanismo, se puede recolectar hasta 17 galones de agua por metro cuadrado de red. Luego, las redes canalizan el agua capturada hacia un gran depósito, que luego se transporta montaña abajo para mezclarla con agua subterránea y distribuirla a los hogares.

"Es solo una malla que se dobla dos veces, luego se expande sobre dos pilares de madera, casi como una red de voleibol", explica Jamila Bargach, directora ejecutiva de la Fundación Dar Si Hmad, en este artículo de Fast Company.  "No somos los primeros. Por el contrario, nos hemos beneficiado de una tradición milenaria de gente recolectando niebla, ya sea en el desierto de Kalahari o en la península arábiga", dice Bargach.

En un estudio publicado en Science Advances, un equipo del Instituto de Tecnología de Massachusetts creó una solución similar con algo más de esfuerzo y tecnología. Vieron que cuando el aire se acerca a un obstáculo (como alambres de malla), trata de rodearlo. Ahora, cuando ese aire incluye gotas de agua, el agua también trata de rodearlo, lo que significa que se pierde mucha agua. El ingeniero del MIT, Maher Damak, descubrió que manipular las fuerzas eléctricas alrededor de la niebla podría resolver este problema, haciendo que la cosechadora sea mucho más eficiente.

Para ello, dispusieron cerca de los postes una estructura vertical con electrodos en ella. Esos electrodos eliminan el aire, cargan eléctricamente las gotas de agua y hacen que se muevan hacia los cables, en lugar de rodearlos o alejarlos. Es decir, los electrodos hacen que las gotas de niebla sean atraídas por la malla.

En el poblado de Mutuati, en la zona central de Kenia, también se cosecha la niebla. Tal y como se explica en este reportaje de EL PAÍS, enrollan el polietileno alrededor de los troncos de cinco árboles, ajusta las láminas con precisión de experta y colocan unos recipientes debajo de ellas. Se trata de un proceso algo más rústico y el proceso puede durar un par de horas, pero los contenedores pueden llegar a los 100 litros de agua.

El método es similar: recoger, mediante la condensación, la humedad contenida en la niebla que, especialmente en primavera y otoño, flota densamente entre las colinas del centro de Kenia. Sin embargo, el mayor beneficio es el tiempo. En este tipo de países, las responsables de ir a recoger el agua suelen ser las mujeres, que pasan hasta cuatro horas al día caminando hacia los pozos. Solo en África, las mujeres dedican 200 millones de horas al día a buscar agua.

Con el agotamiento de los acuíferos en el norte de África y en muchas otras regiones del mundo, se ha hecho prioritario encontrar fuentes alternativas de agua. Arabia Saudita, por ejemplo, completó recientemente Ras al-Khair, una planta desalinizadora en el Golfo Pérsico. Una monstruosa central frente al mar que bombea más de dos millones de galones de agua dulce a Riad cada día.

Imágenes: Dar Si Hmad

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