The Last Of Us 2 es, según la crítica, un juego impecable. Y muchos gamers se han alzado contra él

Las 96 críticas que hay ya indexadas en Metacritic sobre la esperada segunda parte de The Last Of Us, del estudio Naughty Dog, le otorgan una puntuación de 96 sobre 100. 86 periodistas le han dado una nota de un 8 sobre 10 o superior, y sólo tres cabeceras consideran que es pasable. Ni uno solo lo suspende. Quedan algo más de tres días para que el público general pueda hacerse con una copia de este nuevo bombazo de PlayStation, y sin embargo al otear las redes no tenemos esa sensación. Para muchos jugadores, el juego es un estrepitoso fiasco. Lo dicen sin haberlo jugado.

Midiendo el rechazo: ¿cuántos usuarios odian el juego, muchos o pocos? Imposible de precisar, pero el suficiente como para que sea un porcentaje ruidoso dentro de la comunidad. El canal dedicado a Reddit a The Last Of Us 2 está poblado de comentarios negativos, cuando no discurso de odio, y sin apenas voces positivas. En Youtube circulan una gran cantidad de vídeos con títulos del estilo de “Last of Us 2 podría dañar a los videojuegos durante AÑOS” rondando el millón de visitas.

En los comentarios de Youtube a la crítica positiva de IGN se ha generado una tendencia troll que consiste en burlarse del criterio de los periodistas de la cabecera por ponerle un 10. Dentro de las acciones de desprestigio más contundentes contra los desarrolladores nos encontramos los posts de Instagram de Naughty Dog, que han sido saturados de usuarios destripando el final del juego en pos de que los potenciales compradores decidan no cogerlo al saber lo que va a pasar.

La conspiración de los maletines: como sabrá todo el que se haya paseado por el submundo del periodismo de videojuegos, existe desde hace eones un recelo de parte de los usuarios por la supuesta connivencia entre estudios y consolas y los redactores de distintos medios. Que se les compra y hay maletines de por medio.

El grado de desconfianza ha llegado al punto de que se produzca la siguiente anécdota. Los haters de este juego encumbraron a uno de los pocos analistas que tildó al juego de mediocre, imaginando que él formaba parte de una suerte de “resistencia” contra la corrección política. El crítico entonces respondió indignado contra estos usuarios desmontando el mito de los maletines de dinero, y clamando que, tal vez si tantos periodistas estaban de acuerdo, podía ser porque se trataba de uno de los mejores juegos del año. Su respuesta de repente parecía “guionizada”, tal vez el mensaje de alguien que había recibido coacciones desde más arriba.

La diversidad forzosa: The Last Of Us 2 iba a ser un lanzamiento conflictivo incluso antes de que se viese la uniformidad de pareceres en la crítica de videojuegos. En 2018, cuando se vio el primer adelanto cinemático del juego, su protagonista se desveló como lesbiana (algo que en realidad ya había sido contado en una secuela de The Last Of Us), lo cual encendió las iras de un pequeño sector.

Además, sus creadores no sólo han hablado de la necesidad de una mayor diversidad racial, sexual y de género dentro de las narrativas gamers, sino que hacen promoción activa y enérgica de estas ideas, llegando a afirmar que son cuestiones tan importanten para los juegos como los gráficos, la música o el combate porque "conduce a mejores historias".

¿Cuál es el verdadero problema? Muchas de las críticas negativas contra el juego que se leen en estos foros provienen de una supuesta pobreza narrativa. Para muchos la baja calidad del guión es tan patente en las tres horas que han podido ver de material filtrado que es imposible que remonte en las más de 20 horas restantes de juego que aún no han visto. Pero si rascamos un poco, entre los epítetos usados para desacreditar la narración está que parece "una novela de romance", una "comedia femenina" o un "factic pretencioso".

Para muchos el problema es la inclusión "con calzador" de personajes LGTB, trans o mujeres embarazadas, como ocurre en este juego sobre un mundo postapocalíptico. Otros alertan de sentir que se discrimina a los hombres blancos heterosexuales, cuando ni escasean ni son retratados como los villanos del juego, según nos cuentan los compañeros que ya han podido probarlo. Es decir, el conflicto proviene de la inclusión de personajes y narrativas poco asociados con el mundo gamer. Como si el hecho de que a lo largo de la historia de los videojuegos los personajes hayan sido en su mayoría hombres rudos caucásicos no sea ya de por sí una elección política.

Lo cierto es que, les guste a estos usuarios o no, la de abrir los personajes a un rango más amplio de representaciones es una tendencia al alza que aún no tiene visos de concluir.

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