Madrid no es la capital más radical de Europa al restringir el tráfico por la contaminación

Las restricciones al tráfico en la ciudad de Madrid han entrado en vigor hoy por primera vez desde su aprobación en febrero de 2015 por la entonces alcaldesa Ana Botella. Se trata de medidas extremas que tratan de disminuir la contaminación por dióxido de nitrógeno, cuyos valores fijó en 1996 la Unión Europea, y que las leyes españolas recogen desde 2002.

El dióxido de nitrógeno, cuya principal fuente de emisión son los vehículos diésel y de gasolina, es peligroso para la salud: aparte de irritar pulmones y ojos a corto plazo, la exposición prolongada a este gas de color marrón-amarillento (característico de la "boina" de mierda que cubre Madrid) puede perjudicar al desarrollo y funcionamiento de los pulmones. Y Madrid no es la única capital que lo sufre.

La situación del dióxido de nitrógeno en Europa

El dióxido se nitrógeno aparece con la oxidación en la atmósfera del óxido de nitrógeno, un gas producido por las altas temperaturas que se producen en los motores de combustión. Y sí, es un compuesto que proviene específicamente de la acción humana. La Agencia Europea para el Medio Ambiente lleva décadas midiendo su concentración en el ambiente. Y en los últimos 15 años se puede ver que la situación de riesgo/infracción (rojo oscuro) no es sólo un problema de la capital española

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Los mayores infractores tradicionalmente han sido Madrid, Londres, Roma, París y Berlín. Cada capital ha desarrollado sus propias medidas durante estos años, con más o menos acierto. Berlín, por ejemplo, prohíbe desde 2008 la entrada en la zona centro a todos los vehículos que no sean dignos de la "pegatina verde", que certifica que son vehículos de bajas emisiones. Londres aplica algo parecido, más restricciones adicionales en las zonas de atascos: una tasa diaria de más de 16 euros para circular entre las 7 y las 18 horas de lunes a viernes.

El objetivo común es reducir la circulación

Los niveles de NO2 esta mañana a primera hora, según el modelo de la Agencia Española Meteorológica.

Ya vimos el caso de París, que vetó este verano la circulación de la mitad de los vehículos. Y que guarda más ases en la manga, entre ellos prohibir directamente la circulación de coches diésel en la capital francesa. Y Roma ha probado todo tipo de medidas caóticas (jueves en los que sólo pueden circular vehículos con determinadas matrículas, cierre al tráfico general de la zona histórica, etcétera), sin conseguir mejorar demasiado sus niveles, cercanos a los de Madrid.

Madrid ha dado el salto de las recomendaciones a las medidas restrictivas. La primera, hoy, es limitar la velocidad a 70 km/h en la M30 y otras vías. Algo similar a lo que llevan a cabo capitales como Bruselas, donde la cultura de la bici está más extendida y supone casi el 10% del tráfico (el objetivo marcado en el plan original para Madrid es que la bicicleta supusiese el 3% del transporte madrileño en 2016).

Y, si la contaminación persiste, la siguiente medida es prohibir el aparcamiento en el centro y zonas reguladas por parquímetros a todos los no residentes. Si los niveles de alerta persisten, veríamos algo que ya ha pasado en París, Pekín (para ocasiones especiales) y Londres: prohibir el tráfico en el centro a la mitad de los coches. Todas esas medidas en cada capital van encaminadas a reducir el uso del transporte privado, que en Madrid todavía es inferior porcentualmente al de Londres.

Pero que está muy lejos de capitales como Copenhague, una de las más eficaces a la hora de promover bicicleta y transporte público. O de Zurich, que ha aprobado varias normas en referendo para "hacer la vida imposible a los coches".

Londres va a por todas

El smog londinense, en abril de 2015

Pero la referencia de cara al futuro es Londres. Sólo en 2010, allí llegaron a la conclusión de que casi 5.900 personas habían fallecido prematuramente debido a la exposición al NO2, dejando de lado el resto de agentes atmosféricos contaminantes. La capital londinense ha conseguido domar casi todos los gases indicados por la Unión Europea menos el dióxido de nitrógeno.

Y tiene preparada una medida que entrará en vigor en 2020 que va directa a la raíz de gran parte del problema: reducir el número de coches en las calles. Se trata de la única forma garantizada de disminuir las emisiones (el límite de velocidad del nivel 1 de Madrid ayuda, pero nadie está seguro de hasta qué punto).

La medida consiste en la implantación de una Zona de Emisiones Ultrabajas para la almendra central de Londres. Qué consiste en que tu coche cumple unas especificaciones muy estrictas o tendrás que pagar una tarifa diaria similar a la actual para atascos para poder circular. Un asalto directo al bolsillo de los defensores del coche para todo lo urbano, que englobará incluso a residentes (aunque con un descuento del 90%) y taxis. El alcalde Boris Johnson ha contado con el apoyo del primer ministro conservador David Cameron para poner en marcha “La primera Zona de Emisiones Ultrabajas del mundo, medida esencial para mejorar la calidad del aire en nuestra ciudad, proteger la salud de los londinenses y seguir siendo la mejor ciudad del planeta”.
Imágenes:
Madrid - Gaelx
Londres - David Holt

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