Así marcha la conspiración del 5G: secuestran a reparadores de antenas por creer que propaga el Covid-19

Chopcca es una comunidad campesina peruana de la región Huancavelica, en la zona de los Andes y al sur del país. Allí viven 8.000 habitantes. En este tiempo la región sólo ha contabilizado 612 infectados por coronavirus, y apenas han muerto cinco personas. Dado que son una de las zonas menos afectadas por el momento del país, es de lo más comprensible que tengan miedo de que el virus se extienda por culpa de los extranjeros. Lo que entra ya en un territorio más difuso es su respuesta a la llegada de unos visitantes la semana pasado.

El secuestro: cuatro empleados subcontratados por la empresa de telecomunicaciones Gilat fueron a la zona. Se habían desplazado para hacer una tarea de mantenimiento en una de las antenas. La respuesta de la población fue denegarles el paso, meterlos en un centro y quemar la antena de su región. Como ésta dejó de funcionar, la respuesta de Gilat fue mandar a otros cuatro operarios más. Fueron también retenidos.

Se supo lo ocurrido después de que la policía se desplazase. Preguntaron por los hombres desaparecidos, y aunque en un primer momento los de Chopcca no les permitieron acercarse a ellos, después sí consiguieron acceder al local municipal donde se encontraban. Los secuestrados afirmaron que se les había tratado bien, que no les había faltado comida, pero que no se moverían de allí hasta que fuesen a buscarles representantes del Ministerio de Transportes y Comunicaciones y alguien de Gilat.

Sí, la culpa es del 5G: el gerente de la empresa desplazado allí se lo corroboró después a CNN. Sí, los lugareños habían montado todo el asunto no por odio a los trabajadores o a su compañía, sino por miedo a que fuesen a instalar el 5G en la antena. Según cuentan, "aludían a que el 5G afecta o transmite el Covid" por las ondas.

Se sabe que esta idea ha estado circulando por las redes sociales de Perú en unos vídeos falsos en los que se afirmaba que esas antenas debilitan el sistema inmune de los individuos. Usaban como ejemplo de conspiración la retirada de una antena “camuflada” y con aspecto de árbol que fue retirada por las fuerzas municipales. Pero no se retiró por nada relacionado con el Covid (de hecho, el suceso ocurrió a mediados de 2019), sino porque la operadora la instaló de madrugada y sin licencia, presumiblemente para ahorrarse el pago de ciertos impuestos.

Perú es uno de los aún muchos países donde por el momento no existe una red 5G. La antena de Chopcca no tenía nada que ver. Eso no ha quitado para que los pobladores intentasen negociar la entrega de los rehenes a cambio de que el Gobierno confirmase que se iban a retirar todas las antenas de la zona, de 5G o de cualquier otro tipo. Los representantes de los vecinos aseguran que están dispuestos a renunciar al teléfono, a Internet o a lo que quieran, pero que no están dispuestos a aceptar que se les siga engañando con todo este asunto. Hay quien dudó también de la idoneidad del uso de mascarillas de protección.

La conspiración que va a más. El 10 de abril la OMS emitió una nota: “los virus no se desplazan por las ondas electromagnéticas ni las redes de telefonía móvil. El covid-19 se está propagando en numerosos países en los que no existe una red 5G”. Es una constatación de la magnitud que está tomando el problema de desinformación con respecto a este tipo de comunicaciones, tanto en Perú como en otras muchas regiones.

No vale el desprecio. Existe una tentación de pensar que a las personas que difunden este tipo de informaciones erróneas les falta un hervor. Como contamos recientemente, nada más lejos de la realidad; al menos en lo descubierto al estudiar cómo son los antivacunas. Tienen más estudios, manejan más información que el ciudadano medio, tienden a ser de rentas relativamente altas y tienen mucho más tiempo libre. Lo que también comparten es una profundísima desconfianza en las instituciones de autoridad científica.

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