Golden Horizon, el mayor barco de vela cuadrada del mundo: una impresionante oda a la nostalgia náutica

La nostalgia también tiene su hueco en el océano. Hace ya unos cuantos años, hacia 2014, la compañía de cruceros Star Clippers decidió hacer valor aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor —o más elegante, al menos— y encargó a Brodosplit, astillero situado en la bahía de Supaval, Croacia, un enorme velero inspirado en el France II, el impresionante buque de cinco mástiles que destacó a principios del siglo XX como uno de los mayores veleros mercantes de la historia.

En el astillero croata se pusieron manos a la obra e incluso se fijó una fecha de entrega: 2017. Diferencias entre ambas compañías, la que lo encargó y la que lo fabricaba, hicieron que su destino se complicara. Así fue al menos hasta que la firma británica Tradewind Voyages decidió hacer suyo el proyecto tiempo después y despejar su futuro. Eso sí, con un “rebautizo” previo: en vez de Flying Clipper, su primer nombre, decidió designarlo con el más poético Golden Horizon.

Hoy se presenta como el velero turístico más grande del mundo. Hay incluso quien lo señala directamente como el mayor velero que surca los océanos, aunque ese es un título disputado. Así lo identificaba hace años el International Institute of Marine Surveying. Sus creadores, bajo el paraguas de Grupo DIV, apuntan que es el mayor crucero de aparejo cuadrado, caracterizado por su vela.

Cartas tiene desde luego para destacar entre sus semejantes.

Elegante... y con vocación sostenible

Veamos. Según los datos de DIV Group, el Golden Horizon mide 162 metros de eslora, 18,5 de ancho, alcanza las 8.440 toneladas de registro bruto y tiene un calado de 6,4 metros, cuatro cubiertas y 150 camarotes. En total puede acoger a 324 pasajeros, con un centenar y medio de tripulantes.

Lo que más miradas acapara, lo que lo convierte en un auténtico icono de los mares, recuerda al viejo buque France II y lo hace destacar en los muelles es sin embargo su sistema de velas.

El Golden Horizon tiene cinco mástiles que le confieren una silueta inconfundible, un despliegue de 36 velas con una superficie vélica de 6.347 m2. El mástil más grande tiene una impresionante altura de 63 metros y pesa 24 toneladas, y la cruz más grande tiene 31 m de largo.

Más allá de lo espectacular que resulta, semejante despliegue ayuda a que la actividad de la embarcación sea más respetuosa con el medio: si bien el buque dispone de propulsión a motor, su objetivo, sobre todo en las rutas más largas pasa por usarlo el 30% de la temporada.

El casco del navío es de acero y sus interiores y camarotes están diseñados pensando en que sus pasajeros disfruten del lujo: una decoración que recuerda a la de principios del XX, salón comedor, piscinas, gimnasio, estancias con vistas al mar, balcones privados en las suites, bares con vistas al mar, biblioteca… Con su despliegue de mástiles y velas llegó por ejemplo a mediados del año pasado a Málaga durante una escala técnica entre Split y la isla de Weymouth.

La crónica del barco está marcada por un contexto que no se lo ha puesto fácil. Además de las disputas que marcaron su origen, con el tira y afloja entre compañías, el buque ha visto su estreno marcado por una pandemia que golpeó de lleno al sector y la web especializada Shipmonk apuntaba hace unos meses que sus dueños valoraban la opción de venderlo por 118 millones de euros.

Otro portal especializado en el sector, The Maritime Executive hablaba hace poco también del impacto de la guerra sobre la actividad de del barco y Travel Weekly publicó incluso en verano que Tradewind Voyages había suspendido las temporadas hasta octubre de 2023.

Otras informaciones apuntaban hace unos meses que el enorme velero acogería a aficionados croatas durante el Mundial de Qatar, donde se amarraría en uno de los muelles de Doha.

Un velero que destila historia con una crónica a su altura.

Imágenes: DIV Group

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