Las lámparas fluorescentes se usan en millones de hogares. Muchas estarán prohibidas desde este mes de agosto

El 5 de agosto de 1972 se expidió la licencia de instalación del neón de Schweppes en el Edificio Carrión de la Gran Vía madrileña. Medio siglo después, esos tubos fluorescentes se han convertido en una de las señas de identidad de la capital de España. Esta tecnología, que lleva con nosotros desde mediados del siglo XIX gracias a los tubos de Geissler y que se convirtieron en elemento habitual de la iluminación de domicilios y oficinas, está ahora arrinconada.

Europa no quiere (ciertos) fluorescentes. La directiva 2011/65/UE del Parlamento Europeo y del Consejo se emitió en 2011 y dicta la necesidad de regular el uso de determinadas sustancias calificadas como peligrosas en su uso en aparatos eléctricos y electrónicos.

El problema es el mercurio. En ese documento de la UE se habla de materiales como el mercurio, el cadmio o el plomo, que en algunos casos se usan en lámparas fluorescentes. Hay exenciones, pero ya está claro qué tipo de luces no se podrán fabricar debido a esta normativa que entra ahora en vigor.

Tubos fuera. Las luces problemáticas son los tubos fluorescentes T5 y T8, que tendrán prohibida su fabricación desde el próximo 25 de agosto de 2023. Anteriormente ya se habían prohibido las lámparas fluorescentes circulares T5 y las lámparas compactas con casquillo (CFLni). A partir del 24 de febrero de 2024 también se prohíbe la producción de lámparas fluorescentes compactas enchufables. Aunque no se permite la producción de nuevas unidades, sí se autoriza la venta y uso del stock almacenado.

Restricciones para las lámparas halógenas. Este tipo de luces también están afectadas por la normativa. En concreto las que lo están son las de pines (G4, GY6.35, G9), que dejan de estar permitidas para su producción a partir del próximo 1 de septiembre de 2023.

El futuro es LED. Si dispones de algunos de esos productos en casa es buena idea plantearse alternativas, y la solución evidente está en las bombillas LED, que permiten mantener las antiguas lámparas, pero usando otras bombillas o tubos que ofrecen la misma función pero cumpliendo la normativa vigente. Lo hacen además con todas las ventajas de una tecnología especialmente eficiente y versátil.

¿Y en la cocina, qué? La presencia de tubos fluorescentes fue especialmente popular en nuestras cocinas, y aunque es posible sustituirlas por otras soluciones, hay una opción interesante: las tiras LED, que están muy de moda en otros entornos —como la iluminación de dispositivos y localizaciones dedicadas al  gaming— y que también permiten contar con cocinas muy bien iluminadas y, desde luego, más llamativas.

Pero los fluorescentes siguen vivos. El problema de la tecnología fluorescente no está en la tecnología como tal, sino en los elementos utilizados para aprovecharla. En la UE han querido evitar riesgos, pero este segmento sigue evolucionando y en los últimos años hemos visto nuevos materiales fluorescentes más brillantes que nunca y que pueden contribuir a plantear alternativas válidas —algunas, realmente curiosas— en este segmento.

Imagen | Wikimedia

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