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Creativos y técnicos son los nuevos perfiles de ingenieros de software que reclama el mercado

El software está detrás de buena parte de las cosas que ves y que disfrutas. Tu teléfono móvil no sería lo que es sin todo ese software que lleva (desde el sistema operativo hasta las aplicaciones), al igual que el ordenador y la tableta. Los smart TV son una suerte de ordenadores que se manejan a través de desarrollos ad hoc.

Por eso, el trabajo de un ingeniero de software es mucho más específico que uno informático. Mientras que la Informática abarca aquellas disciplinas que trabajan con la ciencia y la práctica de la información digital, la Ingeniería de Software se dedica al desarrollo de programas para todo tipo de aparatos que podamos imaginar, incluidos los electrodomésticos del Internet de las Cosas que se están empezando a generalizar, aunque sea con modestas implementaciones.

Cada pieza de software viene a satisfacer unas necesidades de uso concretas o resolver un problema particular. Para abordar con éxito su desarrollo, además de una buena dosis de conocimientos técnicos, la creatividad es esencial a la hora de encarar esos problemas y sus posibles soluciones.

Por qué decidí ser ingeniero de software

Porque la ingeniería de software no es siempre una cuadrícula perfecta, en muchas ocasiones, ese pensamiento lateral, esa capacidad de dar una nueva respuesta desde otro punto de vista, es lo que marca la diferencia entre triunfar o fracasar.

Y eso es algo que es posible aprender a través de una formación superior con metodologías orientadas a una parte más práctica, por un lado, y más humanística, por otro, como la que brindan en el Grado de Ingeniería del Software o el Doble Grado de Ingeniería del Software y Matemática Computacional del centro universitario U-tad. Al menos eso se desprende de las declaraciones de sus alumnos.

Ese pensamiento lateral, esa capacidad de dar una respuesta desde otro punto de vista, es lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso

En efecto, hemos hablado con tres estudiantes del grado para saber por qué decidieron realizar estos estudios y si su experiencia está siendo como la preveían. Los tres tienen un denominador común: la programación. Si bien cada uno de ellos desde una perspectiva distinta de trabajo y apuesta de futuro profesional, ya que el software es el motor que está cambiando todo el mundo que nos rodea, desde disciplinas diferentes como el big data, la inteligencia artificial, la ciberseguridad, la realidad virtual o los videojuegos.

Alumnos del Grado de Ingeniería del Software en clase. En primer plano, a la derecha, Pablo Ruiz Encinas.

Javier Ortí, alumno de primer curso, asegura que se decidió a matricularse en esta titulación por vocación. "La oportunidad de tener que resolver problemas todos los días me fascina. Cada día, tienes que enfrentarte a un problema completamente nuevo, por lo que te ves obligado a pensar de forma distinta”, apunta el estudiante, quien además desvela que su principal objetivo es aprender a programar para poder llevar proyectos por su cuenta y tener la libertad de crear lo que quiera.

No solo por vocación profesional

Según el portal de empleo Indeed (especializado en puestos técnicos), el sueldo medio de un ingeniero de software en España ronda los 30.000 euros al año. Si a esto sumamos que en este segmento la situación del mercado laboral es casi de pleno empleo, estudiar esta carrera puede ser sinónimo de trabajo asegurado.

Sin embargo, no solo las cuestiones laborales sirven de inspiración. El igualmente alumno de U-tad -en este caso de último curso- Mario Cavero nos asegura que, aparte de un objetivo muy personal que tiene en mente desde hace muchísimos años, decidió cursar estos estudios porque le gusta “muchísimo investigar temas de inteligencia artificial".

También favoreció su decisión el hecho de pensar que se le abrían nuevas puertas en ámbitos tan innovadores como los entornos RV para poder crear una realidad virtual completa: "algo así como SAO (Sword Art Online). Tuve claro que, como mínimo, quería ser ingeniero, hacer algún proyecto interesante, y, quién sabe, hacer algún máster técnico y poder trabajar en proyectos internacionales de investigación importantes. De ahí, espero poder pasar a mi objetivo y sueño”.

Mario Cavero (izquierda), y Pablo Ruiz Encinas (derecha) en el Company Day de U-tad.

Profesionales del sector y docentes

Mario Cavero se marchó de su Barcelona natal a la capital para recalar finalmente en U-Tad. Después de una ardua investigación sobre dónde cursar sus estudios, se dio cuenta de que “muchas universidades no están preparadas para impartir carreras como estas. Si no se adaptan a la revolución tecnológica, se quedarán atrás”.

En el Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital U-tad vio una oportunidad de aprendizaje continuo y por encima de todo, práctico. “Considero que programar en papel puede tener su utilidad, pero lo realmente importante es aprender a programar y realizar proyectos que se asemejen a los de la vida real. Es preferible tener cosas hechas, corregidas y un bagaje práctico detrás con el que puedas demostrar que eres un ingeniero software de verdad, y que sabes lo que haces", reflexiona Cavero.

Desde su punto de vista, es valioso tener la experiencia de haber peleado horas contra un código, haberlo testado y que haya un diseño detrás. "Al final, veo lo que amigos míos están estudiando y lo que estoy estudiando yo y es exactamente lo mismo, solo que yo lo he programado (o tengo mucho más bagaje práctico que ellos)”, asevera.

Mención aparte merece el profesorado. “Puede que haya asignaturas que nos gusten más o menos, pero no dudo en decir que he tenido unos profesores extremadamente buenos y pasionales en lo que enseñan. Y, si puede haber algo mejor que eso, es que muchos de ellos trabajan en el sector a la vez que enseñan. Gracias a ejemplos prácticos, he podido ver qué es realmente el campo de la ciberseguridad (nada de hackear el mundo una persona sola), qué es el famoso análisis de datos, la criptografía, y un gran etc.”, concluye Mario Cavero.

Mario Cavero es realmente un apasionado de la programación y la ingeniería de software. Tanto es así que participa como docente en el taller gratuito de Phyton que la institución organiza y cuya próxima edición está programada para noviembre.

Además de este y otros talleres que veremos más adelante, los alumnos tienen la posibilidad de acudir a determinados eventos del sector idóneos para el networking, como la feria de empleo o Company Day, cuya segunda edición se celebró el pasado 25 de octubre y reunió a más de 400 jóvenes y 50 empresas en U-tad.

Enseñar a pensar como base de la creatividad

Javier Ortí tiene una experiencia similar a la de su compañero. La elección fue U-Tad. “Tenemos asignaturas dedicadas solo a pensar, se pone muchísimo hincapié en lo que realmente vamos a ser (en otras universidades tendrás que estudiar asignaturas que luego ni recordarás haber tenido), nos otorgan atención personalizada (algo clave en el siglo XXI); pero, sobre todo y lo más importante, saldremos bien formados y preparados para trabajar, puesto que el ambiente de la universidad es muy parecido al que pudieras ver en una oficina de Google”, comenta.

Desarrollo de una clase en el Grado de Ingeniería del Software en U-tad.

En el caso de Pablo Ruiz, este ambiente fue lo que hizo decidirse por el Grado de Ingeniería del Software de U-tad: “resulta sorprendente el tremendo esfuerzo que realizan por mantenerse siempre a la vanguardia de lo que solicitan las empresas y la metodología resulta rompedora y novedosa comparada a lo que hay actualmente en el resto de universidades".

Y aprovecha todos los recursos que están a su alcance. "Desde que entré en la carrera estuve apuntado a la comunidad de ciberseguridad de U-Tad, permitiéndome dar los primeros pasos en aquello que me había seducido desde tiempo atrás y convertirlo en mi pasión. En la actualidad, estoy trabajando como ethical hacker junior en Innotec, una de las empresas más destacadas y punteras del sector. Además, he conseguido entrar en la selección escogida para ir a CyberCamp, un concurso organizado por el Incibe de donde saldrán los representantes de la futura selección española para el European Cybersecurity Challenge de 2019", comparte Ruiz.

Para él, la empleabilidad fue concluyente en su elección: "las garantías de empleo y seguridad en su metodología fueron también un factor decisivo, cosas que a día de hoy corroboro, pues desde que terminé tercer curso estoy trabajando de lo que quiero y no me han faltado ofertas de trabajo”.

Potenciando la creatividad

Pero, como decíamos al principio, no se trata solo de enseñar una serie de teoremas y preceptos técnicos, sino de que se fomente la creatividad entre estos alumnos.

“Para mí la creatividad es un papel bastante importante, siempre intento ir un poco más allá y dotar a todo lo que hago de una marca personal en la que me vea reflejado. Me gusta innovar y salirme un poco de lo que harían los demás”, explica Pablo Ruiz. Y eso es algo muy compatible dentro de la ingeniería de software, al contrario de lo que se pueda pensar.

“Nunca hay una sola solución para un problema y si tienes la capacidad de visualizar ese problema desde otras perspectivas es posible solucionarlo de mil formas”, corrobora este alumno. “Al final, cuanto más creativo seas, más recursos se te vendrán a la cabeza a la hora trabajar y menos limitaciones vas a tener”, apostilla.

Y pone el ejemplo de su campo de especialización, la ciberseguridad: “constantemente tienes que estar pensando en cómo saltar cierta política, restricción o mecanismo de seguridad para lograr el “hackeo”, siendo normalmente la idea más alocada o incluso tonta la que lo permite y hasta la que mejores resultados da. Opino que, sin un mínimo de creatividad, no sería posible afrontar este trabajo. Quizás sí, pero probablemente resultase desesperante. Aunque resulte irónico, esto no es un mundo automático y sistemático. En definitiva, diría que la creatividad es una herramienta que me permite eliminar barreras y dotar a las cosas que hago de personalidad y sentido propio”.

Javier Ortí lo tiene claro, la creatividad lo es todo. “¿De qué me sirve crear programas que ya existen? Yo veo que la gracia de este oficio está en innovar, ser original, sorprender…”, se pregunta. Y, por eso, en su opinión lo más importante para ser un buen ingeniero de software es, precisamente, la creatividad. “Si te limitas a aprender software como un robot, serás capaz de hacer programas muy extensos y complejos. Pero gente así hay millones”.

¿Se potencia esa creatividad en la carrera? Para estos tres estudiantes, sí. “He tenido alguna asignatura no tan técnica pero que fomentaba mucho esta creatividad. Y a medida que avanzas el curso, te mandan proyectos medio abiertos (o totalmente abiertos) para que puedas proponer un problema y, de ahí, estudiar posibles soluciones y quedarte con una. Creo que es algo muy positivo y que puede marcar la diferencia en el mundo laboral y en problemas importantes. Si aprendes a pensar de manera creativa, ganas mucho”, explica Mario Cavero.

Pablo Ruiz coincide en esta apreciación: “en cada problema que nos plantean en la carrera existe la posibilidad de desarrollar y potenciar la creatividad buscando nuevas soluciones o formas de mejorar el código que programamos. Además, tenemos asignaturas dedicadas específicamente a potenciar el componente creativo de cada uno, no todo lo basan en fundamentos lógicos y matemáticos”.

Talleres para los más jóvenes

Y para fomentar la creatividad y talento entre los más jóvenes, U-tad organiza un taller gratuito de programación en Python para alumnos de 1º y 2º de Bachiller que busca despertar su vocación y la pasión por la ingeniería del software. El próximo taller se desarrollará durante los viernes 16 y 23 de noviembre, en horario de 16:30 a 20:30 h, y mostrará lo divertido que puede ser programar. Las plazas son limitadas, reserva ya inscribiéndote aquí.

Con este taller y otros que también organiza el centro como el 'Curso de Diseño de Videojuegos con Unity', 'Diseño Digital' o 'Diseño de Personajes', los alumnos pueden descubrir cómo nacen los videojuegos y experimentar cómo es este proceso con las mismas técnicas que los desarrolladores profesionales. Asimismo, podrán diseñar y crear los personajes de estos videojuegos o ser el autor del cartel y carátula de algún título, profundizando en los aspectos de diseño, composición, forma y color.

En todo caso, de la creatividad, el conocimiento técnico y los recursos que se pongan a disposición de los jóvenes dependerá que lleguen a ser los creadores del próximo sistema operativo revolucionario o aplicación definitiva de la tecnología.

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