Las balsas de purines son un problema público. Zaragoza tiene una solución: cubrirlas de placas solares

La cosa va de necesidades. De la necesidad de energía renovable, de la necesidad que tiene la fotovoltaica de espacios en los que instalar sus paneles y de la necesidad del sector ganadero de minimizar su impacto sobre el medio ambiente. En Aragón creen que hay un punto de contacto entre las tres necesidades y han decidido probar con una estrategia tan peculiar como prometedora, al menos a priori: una instalación fotovoltaica flotante. Pero una especial que no se dispondrá sobre piscinas o lagos, sino en una balsa de purines para reducir sus emisiones a la atmósfera.

Detrás del proyecto hay varias compañías aragonesas, como la firma Intergia y Tauste Centro Gestor de Estiércol, además de otras entidades, incluida la Universidad de Zaragoza. La iniciativa ha logrado el respaldo financiero del fondo europeo Feader y la administración regional. Todo con un objetivo claro: demostrar que el sector ganadero y energético pueden trabar sinergias interesantes.

Su idea consiste básicamente en instalar una planta de energía fotovoltaica especial sobre una balsa de purines de cerdo, un residuo que no siempre es fácil gestionar en las granjas. Las explotaciones generan una considerable cantidad de estos líquidos, mezcla de los orines y el rezume del estiércol, a los que habitualmente se les da salida como fertilizante para los campos de cultivo.

Un "win-win" sostenible

El problema es que todos los años las granjas aragonesas generan millones de metros cúbicos de purín, demasiado como para dar salida a todo. Lo que sobra acaba convertido en un material rico en nitrógeno y fósforo que, si no se gestiona correctamente, puede contaminar los acuíferos y ríos.

El purín acaba en balsas especiales, pero tampoco eso es una solución perfecta. Incluso así, embalsado, el material sigue emitiendo gases perjudiciales, como el amoniaco. La solución que se han planteado en Zaragoza para paliar ese problema y de paso generar energía renovable es cubrir las piscinas con placas flotantes capaces de generar electricidad y de paso reducir las emisiones. El sistema tiene otra ventaja añadida: liberando otros espacios en tierra para las celdas solares.

“El objetivo es desarrollar una solución innovadora para el cubrimiento de balsas de purines que permita reducir la emisión de gases perjudiclaes para el medioambiente, como el amoniaco, y facilite a las granjas y centros gestores el cumplimiento de los parámetros relativos a emisiones”, comenta Intergia. El proyecto echó a andar ya en 2020, realizó su primera prueba este mismo verano y acaba de instalar ahora su primer prototipo de demostración. Como explicaba Intergia en junio, para la prueba piloto se ha optado por la balsa de una granja porcina de Tauste, en Zaragoza.

El experimento no consiste solo en cubrir parte de una piscina con paneles estándar. Para soportar los gases que emiten los purines los responsables del experimento han echado mano de flotadores especiales, con plástico HDPE, sobre los que se fijan las placas fotovoltaicas. La instalación se completa con pasillos perimetrales para facilitar el mantenimiento de las celdas.

“Los espacios al aire que quedan entre los flotadores se rellenan con un producto de cobertura de láminas de agua. Se trata de unos pequeños elementos hexagonales de plástico que, al dejarse sobre la superficie líquida de la balsa, se colocan entre sí en forma de panal y funcionan como cubierta flotante, consiguiendo reducir por sí solos hasta un 40% las emisiones de amoniaco”.

El prototipo final —precisa Intergia— consiste en un sistema fotovoltaico de 20,7 kWp, con potencia de inversor de 20 kW. Suma en total 46 paneles fotovoltaicos dispuestos sobre flotadores que cubren el 35% de la balsa y sus responsables calculan que será capaz de lograr una generación fotovoltaica anual de 34.378 kWh. Gracias a esa capacidad conseguirá uno de los grandes objetivos del ensayo: facilitar el autoabastecimiento de la explotación porcina. De entrada, Intergia calcula que el sistema satisfará aproximadamente el 38% de los consumos eléctricos totales de la granja.

La compañía confía en que el dispositivo esté listo ya a finales de este mes. A partir de ese momento los expertos estudiarán en qué medida contribuye a reducir las emisiones de la balsa, cómo afectan los gases corrosivos a los flotadores, si las labores de mantenimiento y limpieza suponen un problema y, por supuesto, si el sistema eléctrico responde bien o presenta problemas.

La investigación dispondrá de financiación hasta 2023, pero el prototipo que acaba de prepararse seguirá funcionando y suministrando energía a la granja a lo largo de toda su vida útil, lo que en una instalación convencional puede equivaler perfectamente a alrededor de dos décadas y media.

¿Quién dijo que ganadería y fotovoltaica no pueden unir fuerzas?

Imágenes: Intergia

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