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Dicen que las pantallas OLED en smartphones han llegado para quedarse. Mejores contrastes, un brillo más alto por un consumo energético menor o la posibilidad de que los fabricantes diseñen terminales más delgados y ligeros son algunos de sus puntos fuertes.

Hasta hace bien poco, apostar por esta tecnología parecía una decisión improductiva. No elegimos esta palabra al azar. Sirva el ejemplo de LG, uno de los principales fabricantes a nivel mundial: según sus propias declaraciones, hace apenas seis meses logró hacer rentable su división OLED.

Características:

  • Triple disparo
  • Cámara frontal dual
  • Altavoz Boombox
  • Google Assistant

Quizá eso explique que su G7, al igual que el modelo G6, apostase por pantalla IPS LCD —el precedente lo encontramos en la familia V—. Este smartphone cuenta con tecnología IPS RGBW (M+LED) que añade un subpíxel blanco y alcanza 1000 nits de luminosidad, optimizando el consumo de batería hasta un 30% y llegando al nivel más preciso de reproducción del color (100% del DCI-P3). No obstante, cabe decir que sus primeros organic-EL para móviles datan del año 2000.

Mucho más costoso y complejo de calibrar que un LCD, lograr de un OLED un rendimiento a largo plazo exige de un largo proceso de construcción y testing. Y, como ya se ha visto en algunas pantallas SuperAMOLED, la clave reside en la experiencia del fabricante.

Una trayectoria asociada

En este territorio, LG cuenta con un vasto historial: diseñan y fabrican TV y smartphones a partes iguales.

En la pasada década quedan las primeras asociaciones con Philips o Kodak, desarrollando paneles que nunca iban más allá de 20 pulgadas. No fue hasta 2008 cuando LG comenzó su producción en serie. 2009 abría con LG aumentando su I+D un 25% y dirigiendo su inversión al OLED. «El killer del PLASMA y el LCD», decían entonces. La realidad es que ningún panel mostraba un gamut superior al 87% NTSC.

En 2011 daba comienzo la octava generación y, ya en 2013, LG copa titulares presentando su modelo 55EM9700. 10.000 dólares si lo querías en casa, ahí es nada. Esta apuesta constante inició una puja de precios para nuestro beneficio, los usuarios. En marzo de 2014, el FHD curvo de 55’’ baja hasta los 5.999 dólares.

Al año siguiente, la marca instaló el panel OLED más grande del mundo: 69 pantallas conectadas en el aeropuerto internacional de Incheon. Aunque su rostro más popular podría ser la OLED Circle, en la Torre de Seúl. Dos años después incrementan su capacidad de producción en un 200%. El titular decía: LG invertirá 8.500 millones de dólares durante los próximos 3 años en la producción de OLEDs.

En junio de 2017 arranca la producción de pantallas OLED 4K flexibles de hasta 77’’. 88’ pulgadas y 8K para enero de 2019. Y así, hasta hoy, un momento en el que nos encontramos cómo los desarrollos en display para televisor y smartphone se dan la mano en terminales como el LG V40 ThinQ, con pantalla OLED de 6,4’’ compatible con HDR10, sin sangrado lumínico y distintos perfiles de color para configurar al gusto del consumidor. Deportes, videojuegos, cine… Igual que tu TV. Porque esta debería ser la meta final de toda tecnología: aportar funcionalidades, dar más libertad al usuario para disfrutar mejor de sus gadgets.

2019 es año de OLED

Una década de experiencia que ahora sirve a un nuevo propósito: construir la mejor pantalla posible en un smartphone.

En otras ocasiones hemos hablado de las diferencias entre distintos tamaños de píxel, hemos profundizado en el significado de la colorimetría, Tecnologías como el Full Array Dimming han servido para corregir los eventuales problemas de sangrado en las actuales pantallas OLED de sus teléfonos móviles. Y si hace un par de años, la calidad óptima en televisión nos la aportaba una LG E6, la empresa busca ahora trasladar su experiencia al nuevo V40 ThinQ.

Porque, aunque la carrera del smartphone evoluciona en paralelo a la industria del televisor, eso no significa que ambos sectores no se comuniquen. Seguro que tu televisor monta en un interior un chip para procesar la imagen. El teléfono móvil es sólo parte de una larga cadena de formatos: tablet, laptop, PC… cada ecosistema plantea distintos problemas y soluciones. La diferencia para abordarlos reside en la experiencia.

La experiencia es imprescindible: cuando el “black crush” o “black clipping” se convirtió en tema de conversación, un problema a erradicar por los fabricantes, LG ya llevaba cuatro años produciendo TV OLED. Este bagaje sirve como base de datos para trasladar lo aprendido. Y ponerlo en práctica, claro.

La calibración es el punto fundamental

Y, si no te gusta lo que ves, puedes cambiarlo tu mismo. Si eres un profesional, sabemos que tu monitor es una herramienta de trabajo. Tal vez incluso uses los colorímetros de Datacolor para optimizar el perfil de imagen. Los controles OSD (On-Screen Display) son el día a día entre gamers.

Tal vez no conozcas su nombre técnico (perfil ICC) pero sabes que existen un puñado de datos que describen la forma en la que ves el color. Y que siempre hay margen para mejorar esa visualización.

Muchos fabricantes reducen las opciones de configuración. ¿Quién mejor que ellos sabrán cómo debe verse su propia pantalla? Pero a veces se utilizan estas limitaciones como atajo para enmascarar posibles defectos. Mientras que lo usual es acceder a un “Screen Mode” con unas posibilidades de configuración limitadas a tres escenas predefinidas (basic display, cinema o photo), LG ha traducido lo aprendido como primer fabricante mundial de OLED en TV y lo ha llevado al mercado móvil.

En el citado V40 ThinQ podemos ajustar la resolución de pantalla (3120×1440, configurada en 2340×1080 por defecto, aunque podemos reducirla a 1560×720 píxeles, a 538 PPI). Podemos elegir un modo lectura programado, definir los niveles RGB (rojo, verde y azul), podemos medir la luz ambiental para ajustar el brillo e incluso usar un filtro de luz azul. Y aún debemos sumar el tiempo de espera en pantalla, el protector y el efecto de vídeo HDR. Nada que no incluyeran otros predecesores del fabricante.

La novedad más notoria la encontramos en Ajustes > Color de pantalla: desde aquí podemos, como decíamos, optar entre 6 distintos perfiles o apostar por uno automático. Y a los cinco perfiles básicos, Juego, Deportes, Cine, Foto y Web, hay un ajuste Experto que sirve para jugar con la saturación, la nitidez y el tono (temperatura de color) de la pantalla. Tanto el modo Automático como el Experto permiten trastear con estos valores.

La carrera por el mejor OLED

¿En qué se traduce todo esto? Bueno, no deberíamos usar el mismo perfil para leer en el móvil que para ver Netflix o para jugar. Nuestros ojos responden de formas distintas a las letras casi estáticas y las imágenes en movimiento. Por eso una tasa de refresco pobre produce fatiga visual.

Hay quien sentencia que la tensión ocular digital está destruyendo nuestros ojos. Los hechos son los que son: cada vez leemos e interactuamos más con nuestro móvil. La calidad y rendimiento de la pantalla, por tanto, pasa a ser una cuestión de salud por pura necesidad.

Aquí reside la diferencia entre distintos terminales del mercado actual. LG lleva más de un lustro investigando en el rendimiento en el comportamiento social frente a televisores, nuestro antiguo núcleo de ocio antes de que el smartphone devorara todo.

Casos prácticos para usos prácticos

Esta ambición de opciones se traduce en resultados. El V40 ThinQ no es sólo pantalla. Son sus cinco cámaras y cómo se aprovechan, pudiendo jugar con un teleobjetivo de 12MP para fotos centradas o un súper gran angular para conseguir más espacio en la escena.

Con la propia IA —su AI CAM 3.0 es capaz de reconocer 19 elementos por foto— se pueden hacer composiciones para elegir el encuadre más equilibrado. No hay que aprender nada, sólo elegir qué usar, desde el menú en la app de la cámara.

En cuanto a movimiento, el V40 ThinQ incorpora dos mejoras sustanciales: Cinegraph, un efecto cine-shot para seleccionar partes de la imagen en movimiento y otras estáticas. Una de esas cositas para pasar horas entretenido. Y HDR 10, para determinar la exposición más correcta en cada foto, sin contrastes salvajes, sin zonas quemadas por exceso de luz o demasiado oscurecidas.

Si este OLED es el “killer” del LCD IPS, tal y como relataban los medios del pasado con el mundo del televisor, es algo que sólo sabremos en un futuro. Pero está bastante claro que, en términos de versatilidad, lo que aportan tantos años de experiencia —LG fabricó el primer televisor de Corea en agosto de 1966— es sólo un beneficio para nuestras experiencias y nuestros ojos.

Imágenes | LG US Blog, Gunnar