Esta noticia no vuelve a tratar sobre robots que nos quitan el trabajo, más bien de aquellos que están siendo diseñados para trabajar junto a nosotros, codo con codo. Franka Emika es un brazo robótico que ha sido pensado para tenernos en cuenta: moverse e interactuar con nosotros forma parte de su código y habilidades.
Estoy de acuerdo en que hay que tener mucha confianza para estar haciendo cosas con un bicho así al lado, pero su creador, Sami Haddadin, quiere que no le tengamos miedo y nos enseña de lo que es capaz su maravillosa criatura. Lo habitual es encontrarnos este tipo de robots en plantas de fabricación en línea, bien separados del humano, incluso cercados en zonas de seguridad.
Como si de un robot de Westworld se tratara, entre sus directrices está la de no hacer daño al ser humano con el que tiene que convivir. Eso lo consigue con un control máximo de sus movimientos, y teniendo bien en cuenta donde nos encontramos en cada momento. Lo mejor es que lo conozcamos en funcionamiento con un vídeo de presentación:
No solo llama la atención por tenernos en cuenta, uno de sus fuertes es la posibilidad de poner a varios a trabajar de forma colaborativa
Como habéis podido comprobar en el vídeo, el robot es extremadamente habilidoso, con siete articulaciones que miden la tensión de sus movimientos al segundo, por debajo del milímetro. Lo mismo abre una cerradura con llave, que opera una botonera con sus pinzas. No, todavía no tiene dedos.
La otra gran cosa llamativa que nos quieren vender es que es capaz de construir más robots como él. Con un par de robots Franka Emika y las piezas a mano, pueden crear otra unidad más.
Lo que nos quieren introducir con esto es la facilidad para ponerlos a funcionar de forma colaborativa, pero también es una realidad que el 80% de los Emika creados han sido gestados de esta forma, y así van a seguir haciendo con vistas a su producción final.
El brazo robótico ‘low cost’
Franka Emika es un producto que realmente se va a vender en 2017, y lo va a hacer a un precio de 9.900 euros. Parece una cantidad alta pero cualquier bracito de estos con menos habilidad se nos va a los 30.000 euros rápidamente.
Obviamente esto es una herramienta con muchas posibilidades y sensores, pero no sirve de nada sin una programación efectiva, que al final la tiene que realizar un ser humano. Al parecer uno de los puntos fuertes de esta propuesta está en su interfaz de programación, muy visual y sencilla para lo que es capaz de conseguir robot.
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