Coleccionistas de tecnología: cuando la pasión se queda atrapada en el tiempo

Coleccionistas de tecnología: cuando la pasión se queda atrapada en el tiempo

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Coleccionistas de tecnología: cuando la pasión se queda atrapada en el tiempo

“La fascinación más profunda del coleccionista consiste en encerrar el objeto individual en un círculo mágico, congelándose éste mientras le atraviesa un último escalofrío (el escalofrío de ser adquirido). Todo lo recordado, pensado y sabido se convierte en el zócalo, marco, pedestal, precinto de su posesión”, dijo acerca de los coleccionistas Walter Benjamin en su “Libro de los Pasajes”.

El coleccionista busca, encuentra, vende, compra, o simplemente acumula. Puede que eso vaya más en relación con la forma de ser de cada persona o simplemente con el fin último de ese coleccionista: la rentabilidad o el arte de adorar sin tocar.

Hay quién colecciona pins, chapas, botellas, cuadros, láminas, periódicos, muñecas. Podríamos pasarnos todo este reportaje enumerando objetos y más objetos. Porque… ¿qué no es digno de ser “coleccionable”?

Queremos, pues, cerrar un poco nuestro ángulo de visión y centrarnos en un tipo concreto de coleccionismo: el de tecnología antigua. Aunque ponerle el apellido “antigua” quizás sea algo redundante. Es obvio que todo acaba por ser antiguo con el paso del tiempo y que en ello radica la gracia del asunto.

Hemos hablado con cuatro coleccionistas de tecnología antigua, desde la más primaria como radios o relojes, hasta la más “actual”, como consolas, arcade, videojuegos y portátiles. Y ellos son quiénes tienen las respuestas a un sinfín de preguntas. Sólo ellos saben cómo un hobby de estas características puede cambiarte la vida.

Los variopintos inicios de un hobby: “Habíamos empezado con la locura y ya no podíamos parar”

¿El coleccionista nace o se hace? No, en serio. Una persona puede “heredar” este hobby como cualquier otro. Pero también puede ser algo que se adquiere con el tiempo, algo que de repente surge, te engancha poco a poco, y cuando quieres darte cuenta no puedes echar el freno.

Precisamente eso le paso a Rodrigo Fernández, coleccionista de videojuegos antiguos, ahora mismo afincado en Japón.

Videojuegos

“Nosotros éramos tres amigos a los que siempre nos había interesado este mundo, pero nunca nos habíamos decidido de dar el paso. Un día hace poco mas de un año, viajábamos en coche por lugares recónditos… y empezamos a parar en tiendas de segunda mano. Y allí encontramos precios realmente buenos, así que no pudimos hacer otra cosa que comprar juegos como enloquecidos, unos 20. Habíamos empezado con la locura y ya no podíamos parar, asegura.

Rodrigo dice que en algo mas de un año la cosa se “le ha ido de las manos” hasta el punto de tener dos estanterías enteras dedicadas a esto, alrededor de unas 30 gameboys diferentes y unos 200 juegos de dreamcast, entre otras reliquias.

Pero, como decíamos, también puede ser un hobby heredado generación tras generación, es más, puede convertirse en un modo de vida en todos los sentidos.

En el centro de Madrid, muy cerca de la plaza de Olavide, encontramos la centenaria Relojería Santolaya, por la que ya han pasado 6 generaciones. En ella, ahora mismo, se encuentra Aránzazu Santolaya, que además de tener como principal hobby el coleccionismo de relojes antiguos, también se dedica por entero a su venta y reparación.

El amor por uno de los primeros tipos de tecnología que surgió, como es el reloj, es algo que ella a sus 26 años ha “mamado” desde la cuna.

“Colecciono sobre todo relojes antiguos, aunque también me gusta comprar instrumentos musicales, sintetizadores, sombreros... pero a eso todavía no lo llamo colección. Todo comenzó por mi familia, que también coleccionan y además es a lo que nos dedicamos”, comenta.

Cuando la “araña” del coleccionismo te atrapa entre sus redes es complicado salir. Más si cabe cuando hablamos de tecnología, un mundo cuya evolución es sencillamente vertiginosa y apasionante. No hay más que pensar en los móviles, ordenadores o consolas que estaban entre nuestras manos hace 15 o 20 años. Hoy son auténticas piezas vintage por las que se pagan fortunas.

Es sencillo iniciarse en un mundo como es el coleccionismo de tecnología antigua cuando además eres amante de cualquier tipo de tecnología actual. Se cierra el círculo.

Hay piezas amadas sobre todas las cosas

Por supuesto, en toda colección que se precie siempre hay una pieza estrella, un “niño mimado” que hace las delicias de su dueño con sólo contemplarlo. Suele ser una pieza extraña, difícil de encontrar, con un alto valor económico o sentimental

Arancha 1

Sea como fuere, a muchos de los coleccionistas les tendrías que arrancar la piel a tiras (u ofrecer una suma ingente de dinero) para que liberasen ese objeto de su cómodo y mimado regazo.

Pedro Águila colecciona radios antiguas, una afición que nació de niño, décadas atrás, cuando destripaba las que encontraba por su casa para ver qué misterios se escondían en su interior. De ahí que su pieza intocable sea su “Panchito de Telefunken” la misma radio que destrozó siendo pequeño. “Aunque la que tengo no es del mismo color… y para mí es un reto llegar a encontrarla exactamente igual. ¡No pararé hasta conseguirla!”, sentencia.

El valor sentimental es, sin duda, uno de los principales motivos para “amar” una pieza.

Miguel Ángel Pulido, es un enamorado de las consolas, los portátiles y todo lo relacionado con este tipo de tecnología. “Mi pieza más jugosa y además fuente de verdaderos dolores de cabeza es el Fm Towns 2 UX20. Es un ordenador japonés maravilloso, con un monitor multifrecuencia (15, 25 y 31kh) integrado de 10 pulgadas Sony Trinitron que se ve espectacular y te permitía disfrutar de los juegos como si tuvieras una arcade en casa.”

Eso sí, por otro lado Rodrigo nos desmonta por completo el comportamiento generalizado que observamos (que yo bautizaré como la “Teoría de la Pieza Amada”) cuando dice que él no tiene absolutamente nada intocable porque todo tiene un precio. “¡Lo mas divertido de coleccionar no es tener las cosas si no conseguirlas!”, afirma.

Está claro que el deambular por lugares que de otra forma no conocerías, charlar con gente que comparte la misma afición que tú, buscar en mercadillos… todo eso no tiene precio. Y esa es una de las grandes motivaciones de cualquier coleccionista.

Rentabilidad vs Amor

Videos

Que todo tenga un precio (o no) es algo muy relativo, en función de cada persona y cómo enfoque su hobby. Y por supuesto que la compra – venta dentro del coleccionismo es un hecho, pero hay quién ve el coleccionismo como una forma de puro entretenimiento, y quién está más interesado en verlo como un modo de vida, de ganar dinero, de vender, comprar… especular.

Es decir, hay quién se enfoca más a venta y rentabilidad, mientras que otros compran y compran sencillamente… “por amor al arte”. De este último grupo es precisamente Miguel Ángel, que no se corta al definir su forma de ver el coleccionismo como un “auténtico sacacuartos”.

“Realmente solo compro. Y lo peor, no solo compro consolas u objetos que puedan guardarse en sus cajas y de este modo no ocupar mucho espacio. Creo que tengo en total más de diez televisores de tubo, la mayoría de más de 28 pulgadas, monitores arcade, máquinas recreativas, placas arcade… ¡Buf! Un día de estos no entro por la puerta”, comenta divertido.

Por otro lado, Pedro Águila asegura que para él, el uso y disfrute personal se limita a pocas piezas seleccionadas. Es de los que opina, como tantos otros coleccionistas sean del sector que sean, que para seguir en este mundillo es preciso mantener un pequeño margen especulativo sin que sea ofensivo o abusivo. Y es algo completamente lícito que forma parte de este juego de compra – venta.

¡Ojo! Hasta Aránzazu, la joven que se dedica a esto y vende relojes en su relojería del centro, asegura sentir pena al vender las piezas más especiales. Nadie es de piedra…

“Mi padre piensa que estoy mal de la cabeza”

También es cierto que este tipo de hobbies, que quizás requieren de un desembolso económico importante, de una cantidad de espacio considerable, etc., no son del todo comprendidos por aquellos a los que no les ha picado ese gusanillo del coleccionismo. Sobre todo si hablamos de coleccionismo de tecnología, dónde podemos encontrar aparatos que no suelen ser pequeñitos, precisamente…

Garaje

La familia, la pareja, los amigos, pueden ver al coleccionista como un auténtico marciano dentro de su círculo. Y es que cuando no se miran los objetos con los ojos de la pasión y el disfrute, es complicado entender. Muy complicado.

“Mi padre piensa que estoy mal de la cabeza y no le falta razón a veces”, dice Miguel Ángel.

“Hace unos años, cuando empezó la vorágine de compras, era menos sosegado a la hora de buscar y adquirir productos. Los primeros meses no era extraño que varias veces a la semana apareciera el cartero con algún paquetón de China, Corea, Japón, Alemania... Veía más al cartero que a mis propios amigos, vamos que parecía de la familia. Mi novia me ha apoyado con la mayoría de mis decisiones locas, incluso sufragando también compras de su bolsillo”, explica.

Y es que no en todos los entornos o no todas las personas que nos rodean ven igual de razonable o de comprensible el coleccionismo. Les resulta extraño el gran desembolso de dinero en cosas que en muchos casos ni siquiera funcionan, simplemente por el placer que supone la acumulación de pequeños “tesoritos”; o el de ganar un dinero extra al comprar algo a un precio para luego revenderlo a otro mayor. Ese margen de beneficio es un auténtico subidón para muchos.

De hecho, Pedro Águila asegura que en su entorno alguna persona ha llegado a pensar que era un enfermo de Diógenes. “Cuando les hablo de viajar buscando posibles tesoros me toman por un loco imaginario. Pero mi familia me comprende, me respeta y en algún sentido me admira, algo que le tranquiliza profundamente.

El boom de lo vintage

El boom de lo vintage arrasó hace unos años en todos los ámbitos de nuestra vida. Ahora mismo no es algo que se ciña únicamente a la ropa, a la estética retro - vintage, a los hipsters o a Malasaña. Ahora hasta los productos actuales quieren tener cierto aire antiguo, volvemos a ver cámaras de carrete (en uso), ¡y hasta ha vuelto Pokémon!

Parece que se confirma aquello de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” y que nos encanta observar con ojos curiosos cómo eran las cosas.

Gracias a esta tendencia, ahora completamente asentada, también es más sencillo encontrar piezas que quizás antes se mantenían en un trastero o a las que no se le daba tanta importancia. Algo que a su vez trae consigo un encarecimiento de los precios.

Juegos

Entonces… ¿es más fácil o más difícil coleccionar ahora? Si tienes una situación económica favorable es bastante más fácil. Y es que como decían antes algunos de nuestros coleccionistas: “todo tiene un precio”.

“Hubo un tiempo, por 2009 o antes incluso, que moviendo ciertos hilos podías encontrar auténticas gangas; por ejemplo ordenadores que ahora los encuentras por 700 euros pelados y con taras, podías adquirirlos por 300 euros con caja y prácticamente impolutos”, nos cuenta Miguel Ángel. “Si me llega a dar antes por esto del coleccionismo me hubiera ahorrado mucho dinero…”

Lo vintage y lo retro no dejan de ser una moda que genera más demanda haciendo que la revalorización vaya en aumento. Este boom hace que piezas que siempre habían tenido un precio medio se disparen… Por ejemplo, no es lo mismo comprar un Maranzt gama media ahora que hace 5 años, nos dice Pedro.

Además la existencia de las redes sociales ha ayudado a que las personas tomen conciencia del valor real de los objetos que poseen o que tenían olvidados en un rincón de su casa; aunque también esto lleve implícito la sustitución del componente emocional por el componente económico.

Rentabilidad futura

Hablábamos antes de la rentabilidad que puede tener este hobby. No es lo mismo coleccionar otro tipo de objetos que coleccionar tecnología. Rodrigo Fernández también cree que como este tipo de productos ya no se fabrican cada vez habrá menos, por lo que, como todo bien finito, si la demanda sigue como hasta ahora (o sube) los precios tendrán que subir.

“Hay quien se queja de que hay mucho especulador y mucha inflación absurda en el mercado, pero lo cierto es que son parte del juego. De cualquier forma si empiezas una colección no te recomiendo hacerlo movido como una inversión, si no movido por tu nostalgia o afán de coleccionismo”, comenta.

Miguel Ángel también es de los que cree que la rentabilidad de este tipo de productos sí seguirá creciendo, pero que hay que tener paciencia y buscar mucho. “A uno, la mayoría de las veces no le timan si no quiere ser timado. Hay que tener mucha paciencia tanto para los que quieran comprar algo en particular, como para los vendedores que retienen su mercancía hasta que ven que es el momento óptimo para sacar beneficios.”

El día a día de un coleccionista de tecnología antigua

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No queríamos cerrar este reportaje sin antes saber, palabra por palabra, cómo viven estos cuatro coleccionistas su día a día. La existencia de portales como Todo Colección, Rincón del Coleccionista, Ebay e incluso Amazon, hacen que la compra – venta sea muy sencilla si así se desea, e incluso que no tengas que moverte del sofá de tu casa.

Eso sí, pocas cosas hay tan placenteras para un amante del coleccionismo como darse un paseo en busca de “pequeños tesoros”, como antes decía Pedro. Ir a mercadillos de distintas partes de España (¡o de Japón, como Rodrigo!). Ir en busca de esa pieza ansiada y mientras tanto perderse entre la gente, charlar, compartir ideas, tocar las piezas con las manos…

Por supuesto que eso es algo que no puede hacerse a través de una pantalla, y ese es uno de los grandes motivos por los que una persona se convierte en un apasionado del coleccionismo tecnológico. Son piezas increíbles.

Rodrigo Fernández, coleccionista de videojuegos: “Digamos que es una forma de hacer turismo, es turismo del cazador de retro”

“A la afición no le dedico un tiempo a diario, pueden pasar 1 o 2 semanas sin tocar el tema y luego dedico un fin de semana entero a alquilar un coche e ir a tiendas recónditas a cazar por ahí. Y esta es la parte mas divertida, hacerlo en comunidad, en manada.

Nos juntamos entre 2 y 5 personas para ir a una tienda un día o alquilar un coche y explorar una zona. Dedicamos tiempo a marcar en mapas las posiciones que queremos investigar y las revisamos después de la salida. Las que no son buenas las marcamos para no volver y las buenas las marcamos también para volver una vez que se hayan renovado y es que tras salir nosotros las dejamos bastante esquilmadas.

Japo

Esto último es además interesante, ya que visitas zonas que de ninguna otra forma visitarías antes, digamos que es una forma de hacer turismo, es turismo del cazador de retro.

También en ratos libres entrar en páginas web, a veces para comprar cosas por web o simplemente para ver como van los precios. Es muy importante estar siempre actualizado, en esta afición cuantos mas datos tengas en la cabeza y sepas como andan los precios mejores cosas podrás cazar. Las verdaderas gangas son las que se les han escapado a los propios vendedores que las listan junto al resto de juegos del montón.

Por ultimo también existe la comunidad online, donde tienes conocidos con los que intercambias juegos y que saben que buscas cosas y si las ven te las compran para ti. Al final es un sistema de karma y de buen rollo, uno nos ayudamos a otros, la meta final es ir mejorando nuestras colecciones, no competimos contra nadie ya que la colección de cada uno es única.”

Aránzazu Santolaya, coleccionista de relojes: “El tiempo que le dedico es completo”

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“Me dedico a restaurar y arreglar relojes, así que el tiempo que les dedico es… completo. Además, y de forma más ocasional, me dedico a comprar y vender. Hay otros coleccionistas que nos visitan con frecuencia y hablamos sobre nuevas piezas etc.

¡También me gusta ir a mercadillos y ojear subastas habitualmente!”

Pedro Águila, coleccionista de radios: “Esta afición me tiene atado, es como una droga”

Pedro Coleccionista

“Por mi parte, las piezas las suelo guardar preservadas del polvo y la humedad o en expositores; y el tiempo de dedicación suele oscilar entre 2 o 3 horas diarias. Además suelo ir a mercadillos y alguna charla con personas afines o que comparten mi ilusión.

Este hobby aunque es apasionante, también suele ser frustrante por la pérdida de alguna adquisición. Incluso, en mi caso, puede ser peligroso en ciertas ocasiones, ya que esta afición se transforma en una necesidad creándote incluso ansiedad.

Es necesario mantener un equilibrio emocional constante, más de una vez he pensado que esta afición me tiene atado, como si de una droga se tratara. Si hubiese una pastilla que me la hiciera olvidar me la tomaría… aunque reconozco que sentir el tiempo a través de una pieza es algo único.”

Miguel Ángel Pulido, coleccionista de consolas, portátiles y objetos relacionados: “El corazón me da un brinco de alegría cuando suena el telefonillo y es el cartero”

“Ahora estoy mucho mas relajado que cuando empezó todo. Creo que tendré un 85% de los “cacharritos” que quiero y no tengo prisa por tenerlos todos, eso le restaría magia.

El que colecciona algo y realmente disfruta con ello podrá entenderme. Hay una sensación amarga cuando parece que el paquete que tanto anhelas nunca llega y te da un brinco de alegría el corazón cuando en la pantalla del móvil, ves en el localizador de envíos “paquete entregado” o llaman al telefonillo y es tu colega el cartero.

Consolas Pequenas

La mayoría de lo que he adquirido con el tiempo lo tengo a mano, en mi domicilio habitual. Lo que menos uso lo guardo en cajones con cuidado para no deteriorarlo y las cajas están todas perfectamente guardadas en un armario bien protegidas. En mi pueblo tengo alguna que otra consola repetida (siempre un modelo distinto al que tengo en casa) para evitar transportes innecesarios y gran parte de la colección de televisores de tubo.

Es muy importante que la persona con la que compartes tu vida esté de acuerdo con lo que haces y cómo lo haces. Esto es algo que puedo seguir haciendo por el momento, porque las circunstancias así me lo permiten, pero el dinero y el tiempo es algo que va y viene, así que por ahora seguiré con esta afición. Quizá mañana ya no pueda.

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