Cambié de trabajo hace más de un año y aún no conozco a mis compañeros físicamente: así gestiono las relaciones profesionales de forma exclusivamente virtual

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La pandemia de la Covid-19 pilló a medio mundo con el pie cambiado. Las compañías tuvieron que aprender en poco tiempo cómo preparar en remoto la llegada de nuevos trabajadores. Algunos de ellos se incorporaron a sus puestos incluso en mitad del confinamiento.

Los meses han ido pasando y aunque muchas compañías han puesto en marcha planes para abrir sus oficinas, el teletrabajo ha seguido siendo una política recomendada. Tanto que hay muchos trabajadores que cambiaron de puesto en 2020 y, a día de hoy, un año después, solo conocen a sus compañeros por video conferencia.

Hemos hablado con algunos de ellos para que nos cuenten si esperaban que esta situación se prolongara tanto en el tiempo, cómo gestionan llevar un año trabajando sin haber coincidido físicamente con sus colegas y si tienen ganas de encontrarse con ellos o si, por el contrario, están bien como están.

César de la Cruz, Oracle

César de la Cruz es el director de comunicación de Oracle desde hace 14 meses. La compañía tiene 1.500 empleados en España y él solo conoce físicamente a tres (entre ellos al director general). Al resto solo los conoce por videoconferencia. Algo que, en un puesto como el suyo, es a veces un reto, dado que De la Cruz se ha tenido que ganar la confianza del resto del equipo directivo de la compañía.

Foto Cesar

“Ahora un poco menos, pero durante los primeros seis u ocho meses de mi llegada, el 65 o el 70% de mi tiempo diario lo pasaba conectado a la videocámara”, recuerda.

Este responsable reconoce que, al llegar en verano de 2020, ya intuía que pasaría tiempo sin pisar la oficina y, por tanto, sin establecer contacto físico con el resto del personal. Pero nunca imaginó que estaría más de un año así.

“Mis expectativas estaban puestas en el comienzo de 2021”, explicaba. “No sabía en qué modelo ni de qué forma, pero pensaba que iba a poder empezar a ver a mis compañeros y a trabajar con ellos físicamente”, asegura, “pero nunca, nunca pensé que estaría en casa 18 o 19 meses”, añade.

Aunque el director de comunicación de Oracle tenía experiencia trabajando en casa como feeelance, asegura que esta situación ha sido totalmente nueva para él y que ha conseguido gestionarla siendo “muy ordenado”.

Cultivar relaciones

César de la Cruz asegura que, sobre todo al principio, hay que dedicar mucho tiempo a “cultivar las relaciones, aunque sea virtuales”. Explica que hay que hacerlo “igual que cuando estás haciendo la oficina”. “En esos espacios te obligas: te levantas un par de veces durante el día y te acercas a ver a alguien o a la máquina del café. Es algo obligado en puestos como el que yo tengo, porque tengo que generar relaciones de confianza con muchas personas de la compañía. Me tengo que obligar a verlas, entre comillas”.

Por eso, explica, “muchas veces cierro videollamadas con la excusa de hablar con ellos y, después de hablar ese tema, trato de aterrizar más en lo personal y ver cómo está el equipo, qué piensan y contrastar ideas”.

Aunque pueda parecer forzado, De la Cruz asegura que es lo mismo que se haría en la máquina del café, pero de forma virtual, aunque con otra pequeña diferencia: requiere “el doble de esfuerzo”, sobre todo a la hora de, en su campo (la comunicación), explicar por qué se hacen las cosas de una manera o de otra. “No es el esfuerzo por hacerte valer, pero sí el esfuerzo por encajar en una estructura tan grande”, reconoce.

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César de la Cruz nos cuenta que una de las primeras medidas que tomó fue hacer tres reuniones periódicas semanales con su equipo más cercano. “Los martes y los jueves por la mañana nos vemos una hora, aunque sea para contarnos nuestra agenda, nuestras desgracias o quejarnos de lo duro que es el trabajo. Luego había otra reunión más de trabajo más asentada”, detalla.

¿Tienen piernas?

Cuando le preguntamos si tiene ganas de conocer a sus compañeros físicamente, responde con ironía. “Claro. No sé si tienen piernas, porque solo les veo de busto para arriba”, sonríe.

“Va a ser una sensación muy extraña porque el proceso es inverso a como se produce generalmente. Hay personas con las que a lo mejor estás hablando todas las semanas varias veces y va a ser extraño haberlos conocido primero solamente de busto para arriba y luego encontrarlos en la oficina”, reflexiona para, a renglón seguido, reafirmarse en que tiene “muchísimas ganas” de que llegue ese momento.

No teme que la gente pueda ser diferente físicamente a cómo se muestra en videoconferencia. “Al principio todos representamos un papel, pero tu verdadera personalidad acaba saliendo, sobre todo después de tantos meses de teletrabajo”, señala.

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Asegura, eso sí, que le genera un poco de inquietud saber cómo va a ser el entorno de trabajo cuando se reincorporen a la oficina y cómo va a ser el ir por la mañana y encontrarte a la gente en el ascensor. Y, aunque sabe que ya tiene mucho terreno abonado en ese proceso de construir relaciones, confiesa que “probablemente me queda todavía el camino por recorrer a la hora de encajar en los equipos o de ganar la confianza plena de ciertas personas”.

César de la Cruz asegura que “las personas somos muy gregarias y yo me incorporo a un espacio donde las personas llevan trabajando juntas mucho tiempo. Para ellas esto ha sido como una pausa y cuando lleguen aquí van a recuperar sus espacios de afinidad. Yo voy a ser un elemento extraño”, explica.

Conocer a mi budy

El director de Recursos Humanos de Oracle en nuestro país, Alejandro Frieben, nos explicaba en su momento que a la hora de hacer el onboarding remoto en su compañía tienen la figura del budy, la persona que hace de guía al nuevo empleado. En el caso de César de la Cruz, asegura que fue de vital ayuda para su llegada a Oracle.

“Reconozco que sin su ayuda a lo mejor no estaría aquí hablando ahora”, sentencia, agradeciendo también la de otras personas, como las de su equipo de comunicación o su jefe directo, que también se han preocupado de que su aterrizaje fuera lo mejor posible. Y, si le dieran a elegir, probablemente sería las primeras personas a las que les gustaría conocer físicamente.

Lo mejor y lo peor

Después de tantos meses en esta situación, César de la Cruz reconoce que algunos de los peores momentos son el no tener a alguien al lado con el que reír o con el que compartir una idea.

“Pero también he aprendido que es algo muy importante, que no tienes que dejar de hacerlo. He aprendido a obligarme a pedir la opinión de terceros a pesar de que no estén sentados aquí al lado”. Es lo que llama la visión de túnel. “Hay que salir de ella, tratar de tener un entorno con el que comentar las cosas a pesar de que no esté sentado a tu lado en tu oficina”.

Oscar Hernández, SAP

Oscar Hernández se incorporó a SAP el 1 de mayo de 2020. Hasta hablar con nosotros, solo había pisado la oficina una vez y, como anécdota, nos cuenta que coincidió con una persona con la que hablaba prácticamente todos los días por webcam. “Estábamos frente a frente y hasta que no nos vimos la tarjeta con el nombre no nos reconocimos”.

Foto Oscar

Pero al resto de sus compañeros más cercanos, unos 15 aproximadamente, aún no los conoce. Algo que nunca pensó que pasaría. Aunque se incorporó en plena pandemia, sus primeros planes le hacían pensar que en el verano del año pasado acabaría coincidiendo físicamente con sus compañeros. “A pesar de que en el sector tecnológico está muy arraigado el teletrabajo tienes ganas de poder conocer a tus compañeros”, asegura. “Nos falta socializar, te falta ese contacto personal para sentirte parte de la empresa”, confiesa.

Lo mejor del ser humano

En su caso, considera además que esa falta de contacto físico hace que haya “un poco de incertidumbre”, incluso en temas de comunicación con los compañeros. “Como no te conocen, no tienes la misma confianza. Como eres nuevo también, pues cualquier gesto o frase puede interpretarse mal”, expone.

Pero, a renglón seguido, cree que estas situaciones también sacan lo mejor del ser humano. “Al final el día a día sí que te hace coger esa confianza. Es como las películas: cuando surge una catástrofe todos los humanos se unen. Aquí pasa lo mismo: toda la gente te ayuda mucho”, explica.

Insiste, en este punto, en que nunca se ha sentido excluido aunque compañeros que lleven más tiempo hayan hecho algún chascarrillo que él no acabara de entender. “La gente incluso te ayuda bastante en estas situaciones, avisándote de que ya nos iremos enterando de por qué salen esas bromas”, explica.

Todos sabían, al llegar a sus puestos, que tardarían en conocer a sus compañeros de trabajo. Pero pocos imaginaron que tardarían tanto

Además, asegura que cree que, pese a todas las barreras físicas, sí ha interiorizado la cultura corporativa de SAP, aunque sea un proceso que le haya llevado más tiempo que si no hubiera sido todo remoto o virtual.

Además, cree que es más fácil para alguien como él, que ya ha pasado por varias empresas, que para alguien para el que sea su primera experiencia laboral. “A los que más tenemos que acompañar es a los jóvenes, porque el trabajo no es solamente el horario, sino un conjunto de cosas que en muchas ocasiones no han vivido. Cuando entras nuevo en una empresa quieres demostrar lo bueno que eres, todas tus capacidades. Ahora eso está un poco más limitado”, reflexiona.

Aunque su anterior trabajo también era en una empresa con unas dimensiones grandes y, por tanto, Hernández estaba acostumbrada a que en todas las organizaciones hay sus procesos y protocolos, reconoce que el adquirir estos nuevos hábitos y políticas es a veces más sencillo cuando compartes espacio físico. “En SAP tienes una figura que te guía y es tu salvavidas, porque te explica cómo pedir cosas sencillas, a quién preguntar determinadas dudas. Es tu puerta de entrada al resto de compañeros”, relata. Aunque cunado hablamos con Hernández aún no había conocido físicamente a esta compañera, nos contaba que ya estaban cerrando fecha para hacerlo.

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Ganas de volver

Hernández tampoco teme que el conocer a los compañeros físicamente pueda llevarle a alguna sorpresa, por imaginarse a la persona (tanto física como psicológicamente) de otra forma. Pero sí que tiene ganas de poder cerrar determinadas brechas de compañerismo que se dan entre quienes han compartido oficina y los que, como él, aún no la conocen. “Se nota la broma, ese compañerismo o esa confianza que puedes tener con una persona, que con solo mirarla ya sabes que está pensando. Eso lo hemos perdido y, en mi caso, es lo que espero ganar ahora que se empieza a poder volver a la oficina y vernos en persona”.

¿Agobia pensar en la idea de pasar de estar muchos meses trabajando solo en casa a llegar a una oficina rodeado de 400 o 500 personas? “Tengo ganas de sentir la empresa otra vez, no de llegar y verla vacía. Esa sensación de vacío es tremenda”, señala.

Aunque reconoce que el teletrabajo tiene muchas ventajas (“vivo en las afueras de Madrid y me ahorro la caravana”), asegura que tiene muchas ganas de “sentir cómo es la empresa, estar con los compañeros, el ruido, el café, el chascarreo… lo que fomenta ese compañerismo y poder compaginarlo con el teletrabajo”. Además, cree que esta vuelta a la normalidad “nos va a activar más mentalmente”.

Con calma

De esta experiencia se lleva aprendido que hay que tomarse las cosas con calma y que, sobre todo, que hay que ayudar a la gente que entra nueva. “No puedes parar por algo que no está en tu mano. Hay que tirar para adelante. Si eres vergonzoso, hay que saber perder ese miedo y preguntar las cosas que no sabes, tener encendida la cámara y que te vean cómo eres”, detalla.

Y un último detalle. Hernández asegura que, pese a no haber reconocido físicamente a su compañero de trabajo el primer día que se topó con él al llegar a la oficina, asegura que al instante fue como si se conocieran de hace 10 años.

Iago Sieiro, Altia

Iago Sieiro se incorporó a Altia en noviembre del año pasado. Es su primera experiencia laboral. Desde el principio tuvo claro que pasarían muchas semanas hasta que pudiera compartir espacio físico con sus compañeros de trabajo y desde su empresa se lo avisaron. Es más, asegura que el plazo de un año sí lo tenía contemplado.

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En esta situación, tiene reuniones diarias en las que no solo hablan de cómo va el trabajo, sino también de conversaciones más ligeras. Reconoce que en determinadas conversaciones aún se nota que otros compañeros de trabajo se conocen físicamente mientras que él no. “No hay esa confianza como cuando compartes un café”, nos cuenta, pero tampoco echa de menos ese contacto más humano porque, asegura, poco a poco ha ido adquiriendo esa confianza con el resto de compañeros.

Es ahora, con la llegada de octubre y noviembre, cuando la compañía se plantea una vuelta a las oficinas y, por tanto, Sieiro podría coincidir con sus compañeros de trabajo. Reconoce que tiene ganas y curiosidad de que llegue ese momento para “estar en contacto con personas que, durante un año, he visto por videoconferencia”, pero está convencido de que estos compañeros serán, en la vida real, igual que se muestran en pantalla.

Además, reconoce que tiene una situación personal por la que tampoco le incomoda tanto no tener que ir a la oficina. “Vivo en Vigo, pero mis compañeros de trabajo están en A Coruña”, nos cuenta. “Cuando vayamos a la oficina conoceré a un par de compañeros que están como yo, pero a todo el equipo tardaré bastante más”, asegura.

“Creo que nos vamos a llevar todos bien, aunque hasta ahora hayamos estados todos trabajando desde casa. Es más, creo que el vernos va a reforzar los lazos”, especialmente entre los que, como él, se han ido incorporando de forma más reciente, reflexiona.

Primer aterrizaje

Quizá porque es su primer trabajo, reconoce que muchas de las cosas que le pasaron al principio no sabía si eran habituales o no. Se siente afortunado por tener trabajo y cree que esta experiencia le va a servir para el futuro. “El teletrabajo funciona y me veo capaz de seguir así. La capacidad de trabajar a distancia con un equipo coordinado a distancia es positivo”, reflexiona, por lo que cree que su aterrizaje en remoto ha sido “una buena experiencia”.

Además, cree que en el teletrabajo lo único que habla por ti es tu desempeño, “mostrando lo que eres capaz y de lo que no”.

Obligarse a tener encuentros casuales y a perder la vergüenza es otro de los aprendizajes que se llevan casi todos

Eso sí, también considera que el peligro está en que te puedas aislar en una burbuja. “Quizá en una oficina hubiera preguntado dudas que ahora no he preguntado, pero hay un montón de herramientas para estar en contacto con todo el mundo si quieres hacerlo”. Reconoce, además, que las usa para preguntar dudas con compañeros de trabajo. “No es tan directo y personal como cuando estás en persona, pero tienes que hacerlo”. Algo que reconoce que en sus primeras semanas de trabajo le costó aprender.

Para él, lo más complicado es implicarte en un equipo de trabajo ya formado. “Estaban acostumbrados a incorporar gente, pero no en remoto, Para mi fue más complicado pedir ayuda, por miedo a la inexperiencia, y te sentías solas. La formación es más difícil”.

Pero lo mejor es que “estando mi trabajo en Coruña, trabajo en Vigo. Teletrabajar me permite estar en contacto con mis compañeros y vivir en una aldea, compaginando mi vida personal y laboral”.

Fran Virel, Ozona

Fran Virel llegó a Ozona, donde es responsable de Agile Tech Services, en diciembre del año pasado. “Justo coincidió con un pequeño repunte de la pandemia, así que sabíamos que iba más para largo el volver a la oficina”, reconoce.

Foto Virel

Virel tiene, además, que coordinar varios equipos de trabajo y hacerlo todo de forma remota. Aunque por su experiencia ya sabía cómo gestionar equipos en remoto, considera que para lidiar con estas situaciones “hay que hacer reuniones de seguimiento y tener una comunicación muy habitual con las personas”, explica. “Lo más importante es tener reuniones de seguimiento, dar información fidedigna cada semana” pero sin olvidar “ese café virtual, esos momentos un poco personales con los compañeros”.

Virel cree que es en esos momentos menos laborales cuando se debe preguntar al equipo cómo se encuentra. “Son esos momentos los que hay que fomentar, hacer pequeños parones”.

Asegura que quizá al principio no es fácil, sobre todo a la hora de intentar trasladar estas conversaciones de pasillo al mundo virtual, pero cree que con el tiempo todo el mundo se acostumbra a hacer no solo estas pausas, sino a contar realmente cosas intrascndentes. “Podemos pensar que la gente no va a ser de tan transparente por una cámara. Pero si esto los haces de manera habitual y no está forzado, sale”.

Por eso, para él lo más duro de esta época es no poder hacer las típicas comidas o cañas después de un pico de trabajo. “Ahora tienes que reservar un tiempo de tu agenda para hacer estos encuentros informales a través de videoconferencia para crear los vínculos de confianza”. Porque, asegura, “se pueden crear vínculos de confianza aunque solo te hayas visto por una cámara”.

Con ganas de encontrarnos

Pero, evidentemente, asegura que tiene ganas de conocer físicamente a sus compañeros de trabajo y, asegura, ya están trabajando en plantear cuándo podría llegar esa fecha.

“No me imagino ese momento muy diferente a cómo nos llevamos ahora, porque llevamos así casi un año”, confiesa. “Será diferente, pero no complicado”.

Virel asegura que si algo se lleva de esta experiencia es que “no dejamos de ser personas”. “Aunque estamos viviendo un momento duro, da igual que haya una cámara por medio o un teléfono. Estamos ahí para todo. Las personas nos hemos apoyado las unas a las otras”.

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