Renault tiene claro que el coche eléctrico no es el único camino. Su propuesta de futuro: un híbrido enchufable de hidrógeno

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Renault es una de las marcas que más está batallando por que la Unión Europea cambie de planes en su hoja de ruta de cara a los próximos años. Su CEO, Luca de Meo, se ha mostrado muy crítico con los plazos impuestos por las autoridades europeas y cómo se están desarrollando los acontecimientos.

Además, como presidente de ACEA (la patronal de fabricantes en Europa), también criticó que se siguiera trabajando en Euro 7. Según sus criterios esta nueva medida sólo complicaba las cosas a los fabricantes en materia económica, facilitaba a las empresas chinas que comieran terreno a los europeos y, además, no cambiaba el rumbo para los próximos años.

Un rumbo que, tal y como se han ido tomando las decisiones, apunta al coche eléctrico como solución casi exclusiva para el vehículo generalista. Aunque se permitirán los combustibles sintéticos neutros en emisiones de carbono, el coste se plantea extremadamente alto y las inversiones de los grandes fabricantes ya se han volcado con el coche eléctrico.

Pero en la carretera hacia el futuro, Renault también quiere circular por la vía de servicio. Un carril alternativo en el que también trabaja BMW o Toyota. Es el hidrógeno.

Y Renault tiene una fórmula que nadie ha pensado.

Un híbrido enchufable de hidrógeno

O un eléctrico por partida doble, según se mire. Porque a pocos días del Salón del Automóvil de París Renault ha presentado el Emblème, un prototipo con el que quiere adelantar sus líneas maestras de cara al futuro y cuál es su posición ante lo que está por venir.

El Renault Emblème es una suerte de vehículo familiar en carrocería shooting brake que, por formas, recuerda al Renault Megane eléctrico. En la primera incursión de este modelo en la tecnología eléctrica se optó por ofrecer un vehículo más familiar de habitáculo muy amplio aprovechando las ventajas de esta opción mecánica como una batalla más larga y un suelo plano.

En el Renault Emblème se deja entrever esto mismo con un prototipo de 4,80 metros y una distancia entre ejes de 2,90 metros. Su altura de 1,52 metros ayuda a mantener unas proporciones similares más parecidas a las de un vehículo que opta por el dinamismo, en lugar de los habituales SUV.

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Asegura Renault que la producción de CO2 en la fabricación de este coche sería un 90% inferior a la del Renault Megane, calculando una vida útil de 200.000 kilómetros. Esto se consigue porque se ha trabajado con materiales reciclados en su interior pero, sobre todo, porque se aprovecha de una pequeña batería de 40 kWh para recorrer 1.000 kilómetros en el mismo tiempo que emplearía un vehículo de combustión.

Aquí está el verdadero interés del coche. Renault trata a este Emblème como un eléctrico de autonomía extendida. Este tipo de eléctricos, como el Mazda MX-30, son realmente híbridos enchufables pero se consideran eléctricos porque están pensados para utilizar una batería más grande que las de esta tecnología en el día a día y contar con un motor de combustión de dimensiones reducidas para salir de un apuro llegado el caso. Esta tecnología también la utilizaba el BMW i3 de rango extendido.

La innovación de Renault está en el uso del hidrógeno. En lugar de utilizar un motor de gasolina, el Emblème monta una pila de combustible de 30 kW que es alimentada por hidrógeno almacenado en un depósito de 2,8 kg. La energía la aporta, tanto en modo eléctrico como en modo de pila de combustible, un motor de 160 kW (214 CV).

Aseguran que utilizar el vehículo como un automóvil de pila de combustible les garantiza una eficiencia cercana al 60%, que está lejos de la gran eficiencia de la energía eléctrica (que ronda un 90%) pero que es muy superior a quemar hidrógeno con un motor de combustión, alternativa que podría quedar limitada a vehículos que traten de imitar las sensaciones de un coche de combustión y que apenas llegan al 30%. 

La propuesta de Renault, por tanto, es la de utilizar un híbrido enchufable de hidrógeno priorizando el uso de la electricidad pero ahorrándose las paradas largas de recarga inyectando hidrógeno en sus depósitos. Todo ello les permite, además, un funcionamiento propio de un coche de combustión manteniendo a raya el peso, pues aseguran que este Emblème se mantiene en los 1.750 kg, una cifra baja comparado con los eléctricos de grandes baterías. 

Fotos | Renault 

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