Ford y Volkswagen han matado Argo AI: la burbuja del coche autónomo está empezando a explotar

Ford y Volkswagen han matado Argo AI: la burbuja del coche autónomo está empezando a explotar
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Hace poco más de un año hicimos en Xataka un repaso por las grandes alianzas de la automoción para desarrollar coches autónomos. En aquel artículo incluíamos Argo AI, una colaboración entre Volkswagen y Ford para lanzar un servicio de taxis autónomos en Miami y Texas este mismo año. Si hoy quisiéramos actualizar ese artículo, no podríamos incluir a esta compañía, pues ambos fabricantes han dejado morir la marca. Un nuevo varapalo para una tecnología que promete mucho y da muy poco.

Argo AI. Como decíamos, el objetivo de la compañía era lanzar un vehículo autónomo de nivel 4 que pudiera transportar personas en servicio de taxi en Miami y Texas este mismo año. Como es obvio, esto no ha sido posible y tanto Ford como Volkswagen han recolocado a sus empleados en sus compañías.

La start-up fue comprada por Ford en 2017 empleando para ello mil millones de dólares. En 2019 fue Volkswagen la que entró en la empresa, con una inversión de 2.600 millones. Tres años después, Argo AI está muerta tras convertirse en un pozo de millones sin resultados evidentes. "Ha quedado muy claro que los vehículos rentables y totalmente autónomos a escala todavía están muy lejos", dijo el miércoles el director financiero de Ford, John Lawler, en declaraciones recogidas por Reuters.

Promesas. Han sido muchas las promesas relacionadas con el coche autónomo. Y también han sido muchas las que hablaban de esta tecnología como una alternativa a los automóviles tradicionales a corto plazo. Sacar a relucir la hemeroteca puede ser un verdadero dolor de cabeza para los fabricantes.

Renault aseguraba en 2018 que este mimo año tendríamos robotaxis completamente autónomos operando en las ciudades. Algo que se ha cumplido con muchas limitaciones, como veremos. En 2019, GM presionaba a las instituciones para tener coches en la calle sin volantes ni pedales. Hoy Cruise opera de manera muy limitada, pero el coche sigue siendo un vehículo tradicional.

Y Tesla podría escribir su propio libro. En 2018 ya vendía coches con el sistema Autopilot, un nombre que ha generado polémica y que las instituciones responsables del tráfico en Estados Unidos han tachado de publicidad engañosa. En 2019 dieron a conocer el 'Full Self-Driving' (FSD), su versión más avanzada en automatismos al volante y aseguró que hasta podríamos dormir al volante. Tres años después sigue recibiendo críticas y hasta le ha supuesto a la compañía la devolución del dinero de una compra. Pese a todo, Elon Musk hablaba el año pasado de un Tesla Model 2 sin volante y por 25.000 dólares en 2023.

Autónomos, pero no mucho. La realidad es que ha llegado 2022 y, una vez más, las promesas se las ha llevado el viento. Hay mucho de teoría y poco de práctica. Mercedes ya cuenta con coches con nivel 3 de autonomía (conducen solos sin la intervención del conductor pero pueden demandar la intervención de éste en momentos concretos). Hasta el momento, sólo se puede utilizar en entornos muy controlados de carreteras alemanas y hasta 60 km/h.

Algo similar sucede con los viajes de Waymo y Cruise. Sí, ambas empresas operan en San Francisco y realizan viajes por sus calles. Sin embargo, estos viajes tienen que tener origen y destino en un mismo barrio, pues ambas compañías han obtenido el permiso para estos trayectos en entornos que han sido mapeados hasta la extenuación, con el objetivo de evitar sucesos inesperados que lleven, por ejemplo, a un coche autónomo a huir de la policía o docenas de vehículos terminen en un mismo callejón sin salida.

Miles de millones. Un centenar, concretamente. Reuters asegura que la inversión en esta tecnología ha llevado a que en total se hayan invertido unos cien mil millones de dólares en el coche autónomo, lo que durante años ha generado una burbuja con valoraciones muy altas de empresas y que, ahora, ha explotado. Un repaso rápido por las grandes alianzas del sector supone un auténtico mareo en inversiones de varios cientos (cuando no miles) de millones de euros.

El medio pone algunos ejemplos. Volkswagen estudió en 2018 invertir 13.700 millones de dólares en Waymo. Pese a no llevarse a cabo esta operación, la compañía llegó a estar valorada entre 175 y 250 000 millones de dólares por Wall Street. Sin embargo, su valoración más reciente data de 2020. La hizo PitchBook y se estimó en 30.750 millones de dólares. Al mismo tiempo, Cruise le supone a GM unas pérdidas por valor de 2.000 millones de dólares al año. Mobileye Global, de Intel, ha salido a bolsa esta misma semana por un tercio de lo esperado.

Chocar contra un muro. ¿Qué hace del coche autónomo un producto tan complicado de desarrollar? El humano. Una de mis primeras salidas como periodista de motor fue en 2018 a un campus en el que BMW desarrolla sus tecnologías de asistencia al conductor. Con cada jornada de prueba, los coches recogían unos 40 terabytes, lo que supone un auténtico problema a la hora de gestionar la información.

La cantidad de variables a estudiar es tal y los comportamientos humanos (y no humanos) son tan inesperados que la convivencia entre vehículos autónomos y automóviles conducidos por humanos se antoja realmente complicada a gran escala. Para que funcione, la implementación de redes 5G también será necesaria. Y, pese a todo, las promesas siguen fluyendo. Aunque ahora el horizonte ya se pone mucho más lejos.

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