El coche medio europeo tiene ya doce años. Y es un problema para llegar a los objetivos de emisiones y seguridad

El coche medio europeo tiene ya doce años. Y es un problema para llegar a los objetivos de emisiones y seguridad
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La transición energética al vehículo eléctrico y la reducción de las víctimas en carretera son los dos grandes proyectos que la Unión Europea tiene sobre la mesa. Pero ambos chocan de lleno con la realidad del parque móvil europeo: vehículos más viejos y con grandes dificultades para dejar atrás las emisiones contaminantes.

Los objetivos. La Unión Europea ya multa a todos los fabricantes que superen de media los 95 gr/km de CO2 en las ventas de sus coches. Estas multas millonarias quieren obligar a que sean las propias compañías las que dejen atrás los vehículos de combustión, aumentando la demanda de eléctricos (que suman doble a la hora de hacer estos cálculos) y desincentivando la producción de vehículos diésel y gasolina.

Esta no es la única medida sobre la mesa. Tras la decisión de Suiza de eliminar las ayudas a los híbridos enchufables, la Comisión Europea está estudiando un nuevo protocolo para analizar las emisiones de estos vehículos y obtener datos más realistas. Con la futura normativa de emisiones Euro 7 se quiere impulsar una total electrificación del parque móvil y el proyecto Vision Cero quiere eliminar los muertos en carretera. Unos objetivos para los que el parque móvil tiene que rejuvenecerse.

La fotografía europea. Aunque estas medidas llegadas desde la Comisión Europea quieran presionar a un rejuvenecimiento del parque móvil europeo, lo cierto es que la edad media del mismo sigue envejeciendo. En 2019, ACEA mostraba el mapa que tienes justo encima. La media europea del parque móvil era de 11,5 años para los coches, 11,6 años para furgonetas, 13 años para los camiones y 11,7 años para los autobuses.

Los datos de ACEA señalan que el parque móvil sigue envejeciendo. En su último informe se detalla que la media de edad del coche europeo se sitúa en 11,8 años, las furgonetas en 11,9 años, los camiones se sitúan en 13,9 años y los autobuses en 12,8 años. Y en esta tendencia no ha sido decisiva la crisis provocada por el coronavirus. En 2017 la media de edad de los coches y las furgonetas se situaba en 10,7 años, y de 11,7 años para los camiones. En el informe de dicho año no se especifica el dato de los autobuses.

No se ven los resultados. Los datos recopilados en los últimos años por ACEA demuestran que el rejuvenecimiento del parque móvil europeo en los últimos años es muy leve y afecta a mercados muy concretos. En países más ricos como Austria o Irlanda, tan sólo se ha rebajado la media de edad en cuatro y tres décimas, respectivamente, desde 2017. Hungría, Polonia y Letonia también han conseguido modernizar su parque móvil, pero en cualquiera de estos países la media supera los 14 años.

Y la llegada de vehículos eléctricos a los mercados no está sustituyendo a los automóviles ya utilizados, más bien está complementando a los de combustión. Salvo Irlanda y Austria (que además también han aumentado la edad de su parque móvil desde 2019 ligeramente), ninguno de los 10 mercados europeos donde más eléctricos se venden ha reducido la media de edad de sus vehículos. De Noruega, donde la penetración es mayor, ACEA no tiene datos de 2017.

Emisiones y seguridad. La UE se enfrenta a un importante reto si quiere reducir sus emisiones y la mortalidad en la carretera. Según un informe elaborado por el Centro de Estudios y Opinión Ponle Freno-AXA, un coche con más de 10 años tiene el doble de posibilidades de sufrir un accidente que un coche nuevo. Datos en los que la DGT también ha insistido en los últimos años. La edad media del parque móvil español tiene 13,1 años y más de la mitad de los coches tienen más de 12 años.

Las nuevas normativas de emisiones y la obligación de contar con nuevos sistemas de seguridad mejorarán los datos con el paso de los años. Pero es evidente que la Unión Europea se enfrenta a un continente que no puede, al menos de momento, asumir una modernización de sus vehículos, con una falta de enchufes evidente y sin soluciones reales a su transporte pesado, los cuales abarcan la mayor parte de las emisiones de CO2 en Europa. De hecho solo el 0,4% de las furgonetas que se utilizan en Europa son eléctricas, un porcentaje que aumenta al 0,9% en el caso de los autobuses y que se queda en el 0,24% si hablamos de camiones.

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