Ya sabemos cómo se las apaña el estrés para sabotear el crecimiento del pelo

Ya sabemos cómo se las apaña el estrés para sabotear el crecimiento del pelo
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El pelo y el estrés no se llevan bien. Eso, al menos, era lo que durante años ha ido diciendo un saber popular trufado de anécdotas sobre el asunto. Sin embargo, no solo no sabíamos si esos posibles cambios eran perjudiciales, sino que tampoco teníamos demasiado claro cómo apañárselas el estrés para conseguir alterarnos el cabello.

La buena noticia hoy es que un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard ha identificado en ratones cómo las hormonas del estrés trastocan las células madre del folículo piloso y suprimen el crecimiento del cabello. Y digo buena noticia porque no solo han descubierto el mecanismo, sino que han encontrado una posible manera revertirlo.

Folículos, células madres y corticosterona

En realidad, el mecanismo es más sencillo de lo que parece. Los folículos pilosos tienen un ciclo de fases de crecimiento y descanso; de ahí que los investigadores pensaran que quizás la coticosterona (la hormona que liberan los ratones con estrés crónico) interviniera en la regulación de esas fases.

Y, según publican en Nature, ahí parece estar el quid de la cuestión. Cuando los niveles de corticosterona son altos, los folículos permanecen en estado de reposo de forma prolongada y no se regeneran. Por el contrario, cuando los niveles bajan, las células madres de los folículo se reactivan y hacen que el pelo vuelva a crecer.

¿Cómo lo hace? Resumidamente, la corticosterona inhibe la activación de las células madre del folículo piloso al suprimir la producción de una proteína llamada GAS6 (que promueve la proliferación de este tipo de células). Lo que sugiere el estudio es que restaurando la expresión de la GAS6 se puede estimular la regeneración y crecimiento del cabello.

Eso sí, solo lo sugiere; fundamentalmente porque quedan cosas por saber. Hasta ahora se cree que la corticosterona es el equivalente al cortisol humano (y por eso, por su aplicabilidad clínica, es lo que ha centrado el interés de los investigadores), pero no sabemos si los mecanismos son idénticos. Al fin y al cabo, hay diferencias sustanciales en las fases de crecimiento entre las dos especies y éstas pueden extenderse al efecto del cortisol. Sea como sea, es un primer paso en la buena dirección si queremos tener una solución farmacológica a este problema. O si directamente, nos planteamos reducir el estrés de nuestras vidas.

Imagen | Engin Akyurt

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