Dime cómo caminas y te diré si es tu móvil: estos científicos quieren que los smartphones identifiquen pasos para ser más seguros

Dime cómo caminas y te diré si es tu móvil: estos científicos quieren que los smartphones identifiquen pasos para ser más seguros
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Pocos caminan como tú lo haces. Literalmente: La forma en como tú, yo, el vecino del quinto o el compañero de oficina se desplazan —con su propio ritmo, cadencia e irregularidades derivadas por ejemplo de una antigua lesión de rodilla o una rotura de cadera— son una marca distintiva que los expertos quieren aprovechar ahora para reforzar la seguridad de nuestros móviles.

Un estudio capitaneado por investigadores de la Universidad de Plymouth ha analizado hasta qué punto los smartphones pueden reconocer cómo se desplazan sus dueños. El objetivo es que esa información pueda llegar a usarse a modo de autentificación. Probablemente no sustituirá las claves o el reconocimiento facial, pero sí podría ayudar a “blindar” los dispositivos ante robos.

¿Caminar, correr o subir y bajar escaleras?

El experimento fue sencillo y los resultados, por lo pronto, bastante esperanzadores. Sus autores pidieron a un grupo de 44 personas con edades comprendidas entre los 18 y 56 años que se moviesen durante 10 días con un smartphone colgado de una bolsa enganchada al cinturón. Cada movimiento que realizaron quedó meticulosamente registrado. Y no fueron pocos. De media, se anotaron 4.000 actividades por sujeto, cantidad ingente de información que se agruparon en tres categorías: caminata a paso normal, caminata con rapidez y subida y bajada de escaleras.

La división no es fortuita. Aunque los porcentajes de reconocimiento son elevados, oscilan en función de cómo se movía el sujeto. La tasa de error se situó en el 11,38% cuando la marcha era tranquila, del 11,32% si el dueño del smartphone lo hacían con rapidez, del 24,52% si subía escaleras y del 27,33% cuando las bajaba. De media, la precisión se situó en un 85%, un valor —detalla New Atlas— que se eleva incluso al 90% si se dejan fuera las muestras tomadas en peldaños.

“Los resultados ilustran, dentro de un marco apropiado, que el reconocimiento de la marcha es una técnica viable para su uso en el mundo real”, detalla el estudio, publicado en Computers & Security. A lo largo de sus páginas, los autores apuntan las ventajas de los denominados esquemas de autenticación activa o implícita (TAS), capaces de verificar la identidad del usuario mediante la captura de información de base biométrica mientras el usuario maneja el dispositivo.

“A diferencia de la biométrica tradicional, en la que las condiciones para la captura pueden ser altamente controladas —por ejemplo, el reconocimiento facial en el control de fronteras, donde se puede ajustar la luz, la altura y la distancia desde las cámaras—, los TAS requieren modalidades que puedan adaptarse a los diversos entornos externos que se encuentra”, recoge el informe, que recuerda que el paso de cada sujeto es casi una huella personal: “Estudios en los campos de la psicología, la medicina y la biométrica sugieren que la forma de andar de cada persona es única”.

Para el experimento se dio a los participantes un móvil Samsung Galaxy S6 que debían llevar en una bolsa especial enganchada al cinturón. Los datos se recabaron mediante un giroscopio, que registraba la dirección de referencia del movimiento y la orientación del teléfono, y un acelerómetro, que medía la velocidad a la que se desplazaba la persona en metros por segundo al cuadrado. Los datos del sensor se almacenaban gracias a AndroSensor, una aplicación de Android.

“El reconocimiento de la marcha por sí solo no será la respuesta a una autenticación útil y conveniente; sin embargo, podría constituir una herramienta de importancia crítica dentro del arsenal cibernético que podría contribuir a crear una mayor conciencia de la identidad de un usuario”, explica a New Atlas el profesor Natham Clarke, uno de los autores del estudio.

El suyo no es el primero que indaga en el potencial de los sistemas biométricos y la forma de desplazarse, pero sí, reivindica Clarke, “demuestra por primera vez, fuera de las condiciones controladas por el laboratorio, qué nivel de rendimiento se puede lograr de manera realista”.

Imagen de portada | Redacción Librodeartista (Flickr)

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