La borrasca Gloria nos da razones para preguntarnos si estamos preparados para los eventos extremos que están por venir

La borrasca Gloria nos da razones para preguntarnos si estamos preparados para los eventos extremos que están por venir
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Ya van cinco víctimas mortales de la borrasca Gloria, la primera de las tormentas de envergadura que está sufriendo España en 2020. Esta nos recuerda a la tristemente célebre DANA de septiembre. Y hay muchas razones para ello.

La primera, probablemente, sea la cantidad de destrozos que está dejando, que si no son equiparables cuantitativamente, sí lo son cualitativamente. Viento, nieve, lluvias y oleaje han convertido esta borrasca en una muestra más de los eventos extremos. ¿Por qué se ha producido?

Borrasca Gloria: los ingredientes para un evento extremo

Con un bonito nombre, esta tormenta invernal ha sido la primera del año de semejantes características. Hace unos días, los expertos en meteorología vaticinaban que esta tormenta batiría algunos récords. ¿Por qué razón? ¿Cómo aparece una tormenta de estas características? Hagamos una pequeña disección del fenómeno.

Gloria es una "pequeña" borrasca; pequeña pero violenta. Este ciclón reúne, explicaba Rubén del Campo, meteorólogo de Meteored, una amalgama de fenómenos extremos. "La combinación del aire frío en todos los niveles de la troposfera", explicaba, "y la humedad procedente del Mediterráneo hará que las nevadas sean muy copiosas en cotas bajas. Será destacable también el temporal marítimo en el área mediterránea peninsular y Baleares".

La masa de aire frío de la borrasca, a diferentes alturas, interactúa con el anticiclón de las Islas Británicas, generando entre ambos un flujo de vientos muy fuertes. Estas dos van acompañadas de cambios de presiones bruscos y vientos muy fríos procedentes de la parte norte del continente, promoviendo las tormentas y nevadas copiosas, incluso a cotas bajas.

Este tipo de borrasca es común en invierno. Lo extraordinario en esta ocasión es la violencia de sus consecuencias, debida, básicamente, a un anticiclón extremo y a unos vientos fríos muy fuertes, ambos promovidos por un clima que propicia los eventos más radicales a nivel meteorológico. Ya lo vimos el pasado septiembre, y las primeras tormentas extremas las apreciamos con la DANA de 2016, si no antes. Las previsiones son que estos eventos vayan cada vez a más en intensidad (que no en número).

¿Están nuestras ciudades preparadas para las tormentas como Gloria?

Las alertas meteorlógicas han inundado estos días los medios. No es de extrañar. A estas alturas, se cuentan cinco entre los fallecidos por todo el territorio nacional, cientos de miles de euros en destrozos y varios heridos. Sorprendente, ha sido el daño provocado en comercios y ciudades, además de carreteras e infraestructuras.

Esto despierta una inevitable cuestión: ¿estamos preparados? Es decir, aunque extraordinario, este es el segundo evento climático fuerte en los últimos seis meses. Es más, se esperan eventos equiparables durante este año. ¿Va a ir la cosa a peor? En realidad, tenemos pocos datos al respecto.

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Mientras que los expertos se han preocupado tradicionalmente en las estructuras y la construcción más cercana a los litorales, debido a la alarma sobre la subida del mar, lo cierto es que no se tienen todos los factores locales en cuenta. Por ejemplo, ¿qué ocurriría en una ciudad que no está preparada para un huracán? ¿Qué destrozos cabría esperar de una situación así?

No es una pregunta baladí, pues los datos indican que esto podría ocurrir en los años venideros. En un sentido más pequeño, pero no menos dramático, vemos a Gloria. Esta borrasca, siendo pequeña, ha generado unos daños inesperados. La anterior DANA demostró que ciertos eventos pueden resultar catastróficos. Pero cuidado, no hay que malinterpretar los datos.

Efectivamente, eventos extremos como estos siempre han ocurrido con cierta recurrencia. ¿Por qué no estamos preparados cuando llegan? Algunos expertos atribuyen la culpabilidad de este hecho a la corta memoria meteorológica que tenemos. Sin embargo, esto podría costarnos caro en un futuro. Y es que, insistamos, aunque eventos extremos siempre ha habido, la tendencia es a que cada vez sean más extremos. ¿Resistirán bien nuestras fachadas y carreteras? ¿Nuestras ciudades y pueblos? ¿O tendremos que adaptarnos a las Glorias y tormentas que están por venir?

Imágenes | Unsplash, Wxcharts/El Español

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