Bill Gates quiere cambiar el mundo: así invierte su tiempo y sus más de 95.000 millones desde que dejó la presidencia de Microsoft

Bill Gates quiere cambiar el mundo: así invierte su tiempo y sus más de 95.000 millones desde que dejó la presidencia de Microsoft

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Bill Gates quiere cambiar el mundo: así invierte su tiempo y sus más de 95.000 millones desde que dejó la presidencia de Microsoft

Conocí a Bill Gates en noviembre de 2003. En aquella época aún ejercía como director general de Microsoft y estaba enfrascado en la puesta a punto de Longhorn, un proyecto que acabó llegando al mercado tres años más tarde bajo la forma de Windows Vista. Mi conversación con él duró 30 minutos y pude hacerle una cantidad respetable de preguntas, todas ellas de carácter profesional, pero una de ellas, la última que decidí incluir horas antes mientras preparaba la entrevista, finalmente se quedó en el tintero.

La razón por la que me pareció inoportuno planteársela es que se trataba de una pregunta personal. Después de darle algunas vueltas había conseguido formularla de manera que no pareciese intrusiva, pero en el fondo lo era. Y ahora, más de una década y media después, la miniserie documental ‘Inside Bill’s brain: decoding Bill Gates’, producida por Netflix, ha respondido con todo lujo de detalles aquella pregunta que yo no me atreví a hacer en su momento a la que era, y es, una de las personas más influyentes del planeta.

La imagen que proyectaban de él los medios de comunicación era la de alguien que vivía por y para su compañía. Difícilmente habría tenido un éxito profesional tan apabullante si el trabajo no acaparase su vida de esta forma. Esto fue lo que provocó que se me pasase por la cabeza la idea de cerrar la entrevista preguntándole si no sentía la necesidad de devolver a la sociedad algo que tuviese un impacto global profundo. Algo que fuese mucho más allá de los productos de Microsoft. Algo que contribuyese a repartir mejor las oportunidades. Ahora sé que sí. Sí tenía esa necesidad. La interesantísima miniserie documental a la que está dedicado este artículo lo demuestra.

Retretes de alta tecnología para salvar vidas

Actualmente Bill Gates dedica la mayor parte de su tiempo a la Fundación Bill & Melinda Gates. Y también buena parte de los 58.000 millones de dólares en los que estaba valorada su fortuna cuando se retiró de la vanguardia de Microsoft en 2008. Uno de los muchos datos interesantes revelados por el documental de Netflix apunta que esta organización invierte cada año cerca de 5.000 millones de dólares en la educación pública estadounidense, las mujeres, la planificación familiar de los colectivos más desfavorecidos y las campañas de vacunación infantil.

La Fundación Bill & Melinda Gates invierte cada año cerca de 5.000 millones de dólares en la educación pública estadounidense, las mujeres, la planificación familiar y las campañas de vacunación infantil

La fundación que dirigen Bill y Melinda es la más grande e influyente del mundo no solo por su presupuesto, sino también por la envergadura de los proyectos que acomete. Algunos de ellos tienen como objetivo mejorar las condiciones de vida de los colectivos más desfavorecidos en Estados Unidos, pero muchos otros tienen puesto su foco más allá de las fronteras del país de origen del fundador de Microsoft. No obstante, algo que deja muy claro esta miniserie documental es que Bill Gates no está solo en esta aventura; le acompañan su mujer, Melinda, que soporta junto a él la carga de trabajo y la toma de decisiones de la fundación, y Warren Buffett, un multimillonario y filántropo estadounidense amigo de Gates desde hace décadas que ha amasado una fortuna cercana a los 80.000 millones de dólares en el mundo de las inversiones y las finanzas.

Hace más de una década Buffett anunció que donará paulatinamente el 99% de su fortuna a la Fundación Bill y Melinda Gates, una decisión que refleja su compromiso con la filantropía. Durante el metraje del documental Gates y Buffett mantienen varias conversaciones que describen su complicidad y la firmeza con la que pretenden acometer aquellos proyectos que pueden tener un impacto positivo en las oportunidades de los colectivos más desfavorecidos de los países más pobres o en vías de desarrollo. Y muchos de ellos están en África.

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La planta de tratamiento de residuos fecales autónoma Omni Processor procesa las heces y las quema, generando agua potable, energía y ceniza como único residuo.

En algunos países africanos el 12% de los niños muere con menos de 5 años a causa de la diarrea, una enfermedad erradicada desde hace décadas en los países avanzados. Y esta realidad tan terrible se puede evitar porque tiene su origen en las deficiencias de los saneamientos. E, incluso, en la absoluta ausencia de ellos. Muchas de las poblaciones de los países africanos más deprimidos carecen de saneamientos, por lo que la orina y las heces humanas van a parar a los mismos ríos y acuíferos a los que recurren las personas para abastecerse. Y muchos niños juegan con frecuencia en un lodazal repleto de microorganismos infecciosos que se nutren de los excrementos humanos. Este es el origen de muchas de las enfermedades que asolan a estas poblaciones, y que tienen un impacto profundo en la población infantil.

Omni Processor es una planta de tratamiento de residuos fecales autónoma que se abastece de la energía que ella misma genera

Bill Gates sabía que dotar de saneamientos similares a los que tenemos en los países avanzados a estas poblaciones tan desfavorecidas tiene un coste inasumible, por lo que decidió convocar un concurso que promoviese la búsqueda de soluciones. Esta estrategia le permitiría reclutar a ingenieros, inventores e investigadores capaces de proponer ideas originales que hasta ahora Gates y sus colaboradores habían pasado por alto. ¿El objetivo? Diseñar un retrete que no requiera ni energía, ni sistema de alcantarillado, ni tratamiento de las aguas residuales.

El documental muestra algunas de esas soluciones, y casi todas ellas recurren al filtrado de los excrementos de una forma más o menos elaborada. Pero una de ellas propone un enfoque diferente que utiliza la combustión de las heces para extraer de ellas el vapor de agua y facilitar su procesado. No obstante, Omni Processor, que es como se llama esta máquina, en realidad no es un retrete de alta tecnología; es una planta de tratamiento de residuos fecales autónoma que se abastece de la energía que ella misma genera, proporciona agua potable a partir de las heces y procesa los excrementos de manera que no tengan un impacto perjudicial ni en las personas ni en el medio ambiente.

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Así es como Bill Gates demuestra que el agua generada por la planta de tratamiento Omni Processor es apta para el consumo humano: bebiéndosela.

La Fundación Bill & Melinda Gates y Sedron, la compañía estadounidense que ha diseñado esta planta de tratamiento, han financiado la construcción de una unidad piloto en Dakar (Senegal). Y funciona. Actualmente procesa y depura los excrementos de una población que oscila entre las 50.000 y las 100.000 personas. Y, además, las abastece de agua potable. Pero hay un problema: su coste es lo suficientemente elevado para impedir que se puedan instalar las plantas de tratamiento necesarias para erradicar las enfermedades derivadas de la ausencia de saneamientos en estas poblaciones. El reto reside en encontrar la forma de abaratar esta tecnología, así que aún queda mucho trabajo por hacer.

Objetivo: erradicar la poliomielitis

Según la Organización Mundial de la Salud la «polio», que es el nombre común por el que se conoce esta enfermedad, fue erradicada de la mayor parte de los países del planeta a finales del milenio pasado gracias a las campañas masivas de vacunación. La poliomielitis es una enfermedad infecciosa de origen vírico que afecta principalmente al sistema nervioso y provoca una intensa debilidad muscular y parálisis. Incide sobre todo en los niños, y puede llegar a producir la muerte si el deterioro afecta al diafragma, que es el tejido muscular que interviene en la respiración.

Las campañas de vacunación son la única herramienta eficaz de la que disponemos para erradicar la «polio»

Aunque actualmente no tiene ninguna incidencia en los países avanzados, aún representa una amenaza en algunos estados en vías de desarrollo, como Angola, República Democrática del Congo o Nigeria, lo que ha propiciado que la fundación que dirigen Bill y Melinda haya establecido como uno de sus objetivos prioritarios erradicar esta enfermedad de la faz de la Tierra. De hecho, en 2013 Bill Gates anunció que invertiría 6.000 millones de dólares para alcanzar este objetivo, precisamente, en 2019. Y la forma de lograrlo consistía en recurrir a campañas de vacunación similares a las que nos han permitido acabar con este mal en los países desarrollados.

El problema es que llevarlo a la práctica es mucho más complejo en los países deprimidos que en los avanzados. Y lo es por múltiples razones. Por un lado se ha extendido la creencia en algunas poblaciones afectadas por poliomielitis de que los occidentales en realidad no pretendemos protegerlas de esta enfermedad, sino esterilizar a estas personas para evitar que tengan más hijos. Además, muchas de estas poblaciones se extienden en pequeños grupos diseminados por áreas inhóspitas que, para colmo, se encuentran asediadas por grupos terroristas como Boko Haram.

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La estrategia por la que han optado Gates y sus colaboradores para combatir este problema consiste en recurrir a un algoritmo que describe con precisión cómo abordar las campañas de vacunación de la forma más eficiente posible. Curiosamente, el documental de Netflix explica muy bien lo mucho que se parece este procedimiento al algoritmo que diseñó Bill Gates durante su juventud para ajustar correctamente el calendario escolar de su colegio. Al fin y al cabo ambos son, en el fondo, problemas de optimización de recursos. Incluso han logrado predecir de una forma fiable nuevos brotes para reaccionar antes de que se extiendan. Sin embargo, desafortunadamente aún no han conseguido su objetivo porque la «polio» persiste en las zonas más inestables o en conflicto. En esta área también queda trabajo por hacer.

Un arma para combatir el cambio climático: la energía nuclear

Las centrales nucleares llevan décadas en el centro del debate social y político. Todos sabemos que los accidentes de Chernóbil (Ucrania) y Fukushima (Japón) han colocado todo lo que tiene el «apellido» nuclear en el punto de mira. Y es comprensible que sea así. Sin embargo, Bill Gates aboga por la utilización de la energía nuclear como recurso capaz de ayudarnos a combatir el calentamiento global gracias a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono que podemos alcanzar prescindiendo de los combustibles fósiles. Eso sí, no defiende el uso de la tecnología nuclear tal y como la conocemos actualmente. Su propósito es reinventarla, y para hacerlo posible ha fundado la empresa TerraPower.

En el tercer y último capítulo de la miniserie de Netflix algunos de los ingenieros responsables del diseño del reactor de fisión nuclear de TerraPower explican con detalle cuáles son las razones por las que aventaja a los reactores convencionales. La más impactante es que, a diferencia de estos últimos, utiliza como combustible uranio empobrecido. Los reactores de fisión convencionales usan barras de combustible enriquecido como máximo al 5%, lo que significa que un 5% del volumen de uranio del combustible es uranio-235, el isótopo que es más fácilmente fisionable, mientras que el resto es mayoritariamente uranio-238. Este último isótopo emite menos radiación y su fisión es menos probable que la del uranio-235 (en otro artículo que estamos preparando explicaremos este proceso con mucho más detalle).

El reactor de fisión nuclear de onda de propagación desarrollado por TerraPower es capaz de extraer energía del uranio empobrecido residual desechado por los reactores convencionales

Que el reactor de fisión de TerraPower utilice uranio empobrecido es importante porque nos permite reutilizar el combustible desechado por los reactores convencionales. Y, por tanto, nos ayuda a extraer energía de un material muy delicado al que no estamos sacando partido. Además, la vasija del reactor de onda de propagación, que es como se llama esta invención, permanece a presión atmosférica y no a las altas presiones a las que trabajan los reactores convencionales, lo que lo posiciona como un diseño más seguro. Y, como colofón, Gates y sus colaboradores aseguran que su diseño minimiza la probabilidad de que se produzca un error humano y es capaz de soportar desastres naturales, como terremotos o tsunamis.

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Esta es la estructura del reactor de fisión nuclear de onda de propagación desarrollado por TerraPower.

Como veis, sobre el papel el reactor de onda de propagación de TerraPower pinta muy bien. Es intrínsecamente más seguro, eficiente y limpio. El problema es que su fabricación es costosa, y actualmente el único país que cuenta con la infraestructura de producción necesaria para abaratar los costes es China. Bill Gates llegó a reunirse con Xi Jinping, el presidente de la República Popular China, para firmar un acuerdo de colaboración en materia de desarrollo de la tecnología de fisión nuclear, pero el conflicto económico y comercial que se inició hace unos meses entre Estados Unidos y China ha arruinado el acuerdo que habría permitido a TerraPower fabricar sus reactores de onda de propagación con un coste competitivo en este país asiático.

El contenido de la miniserie documental de Netflix es interesantísimo no solo porque desvela en qué está trabajando Bill Gates actualmente, sino, sobre todo, debido a que plantea posibles soluciones a problemas a los que debemos plantar cara. Y esto va mucho más allá de la figura del cofundador de Microsoft. Si queréis conocer con más detalle todo lo que hemos repasado en este artículo y aún no habéis tenido la oportunidad de verla, os animo a no dejarla escapar. Esta es una de esas series documentales que los entusiastas de la ciencia y la tecnología solemos disfrutar. Prometido.

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