Los anticuerpos como anticonceptivos: un método experimental en el que el esperma "es el virus" y que promete menos efectos secundarios que los hormonales

Los anticuerpos como anticonceptivos: un método experimental en el que el esperma "es el virus" y que promete menos efectos secundarios que los hormonales
33 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

Mientras la controvertida carrera por encontrar la "píldora anticonceptiva" masculina sigue, sobre los métodos anticonceptivos femeninos tampoco está todo escrito, sobre todo cuando los basados en el control hormonal pueden ocasionar una serie de efectos secundarios notables. En este sentido, existe la vía de estudio de los métodos anticonceptivos para mujeres basados en anticuerpos, término que a día de hoy quizás nos suene a algo.

Con la pandemia y los distintos métodos de diagnóstico y tratamiento, quizás nos hayamos familiarizado algo más con la terminología relacionada con nuestras defensas (o hayamos recordado las clases de biología del instituto). Los anticuerpos son unas proteínas que fabrican determinadas células del organismo y que marcan específicamente a lo que se considera extraño para su eliminación, y en este caso la idea es que "el enemigo" sean los espermatozoides.

Una idea que no es nueva, pero que necesitó el avance tecnológico para desarrollarse

Las hormonas son sustancias que actúan generalmente como activadores y/o inhibidores, de manera que se pueden regular funciones y aspectos muy variados como el almacenamiento de calcio en los huesos, el azúcar en sangre y muchísimos más, abarcando también el ámbito sexual y reproductivo. Pero normalmente una hormona no tiene un efecto único, sino que acaban afectando a varios ciclos o funciones e incrementar/disminuir la concentración de una de ellas suele estar asociado a más efectos más allá del que busquemos, como puede ocurrir con el suministro de testosterona exógena buscando aumentar la masa muscular.

De ahí que los anticonceptivos femeninos basados en el control hormonal puedan tener efectos secundarios asociados, a diferencia de otros como el preservativo. Además, o bien son invasivos e incluso requieren intervenciones para colocarlos (como el DIU) o bien dependen de la memoria de quien los use, como la píldora (diaria) para que funcionen.

Buscando una alternativa que no baje la eficacia y que pueda tener menos efectos secundarios que el control hormonal, se empezó a investigar en torno a la creación de anticuerpos contra los espermatozoides. En este sentido, en dos recientes investigaciones dicen haber conseguido resultados esperanzadores.

Se trata de los trabajos publicados en Science Translational Medicine y en EBioMedicine, basados en la actuación de una IgG sobre los espermatozoides (inmunoglobulina G, un tipo de anticuerpo). Lo que vieron es que estos anticuerpos reconocían a las células sexuales masculinas uniéndose a ellas y aglutinándose, una estrategia de defensa habitual en ciertos casos que en éste sirve para inmovilizar a los espermatozoides.

De este modo, al quedar inmóviles en algún punto del tracto reproductivo femenino, las células masculinas acaban muriendo por lo inhóspito de ese ambiente (muy ácido), de modo que no llegan a poder fertilizar el óvulo. En trabajo en la STM, la eficacia de los anticuerpos a la hora de dar con espermatozoides humanos llegó a ser del 99,9% según plasman, eso sí, probado en ovejas.

El otro trabajo sí ha llegado a la fase 1 de las pruebas, de manera que ya se ha probado en mujeres. Nueve mujeres se aplicaron un film vaginal con anticuerpos durante una semana, observando que no había cambios en ese pH ácido ni infecciones y que la protección duraba unas 24 horas.

El próximo paso sería probarlo en mujeres sexualmente activas y ver si el film permanece activo (y durante más tiempo). También existe la posibilidad de probar un método basado en anticuerpos aplicado a los hombres en forma de gel para el pene, aunque no han empezado aún a trabajar en ello (al menos este equipo).

La idea es que sea un método tópico como un parche o gel o bien que se pueda insertar en algo como un anillo vaginal y que incluso se pueda comprar sin receta, según puntualizaba Deborah J. Anderson (del estudio publicado en EBioMEdicine a Wired). Aún es pronto para asegurar su efectividad e inocuidad y queda mucho por probar, pero es una vía interesante de estudio que con la tecnología actual podría llegar a producción y que no fuese costoso, según los investigadores.

Imagen | Eucalyp

Comentarios cerrados
Inicio