25 kilos, 200 balas y una ametralladora montada: así es el dron armado que llegará a Turquía a finales de año

25 kilos, 200 balas y una ametralladora montada: así es el dron armado que llegará a Turquía a finales de año
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Turquía será el primer país en tener un dron armado a finales de este año, según recogen en NewScientist. Se trata del Songar, un dron con una ametralladora montada en la zona inferior fabricado por ASISGUARD, una empresa turca que desarrolla sistemas de defensa. Como recogen en su propia web, "tiene como objetivo ingresar en los inventarios de las Fuerzas Armadas turcas, las fuerzas del orden y otros países aliados con los sistemas que se investigan, desarrollan y fabrican con su propia intelectualidad".

El Songar es un dron con ocho hélices (2x4) que pesa 25 kilos cuando está completamente cargado de munición. Usa balas de clase OTAN de 5,56 x 45 mm y, según la ficha técnica del fabricante, es capaz de disparar hasta quince balas por segundo. Su rango operativo es de hasta 10 kilómetros y puede volar hasta a 2,8 kilómetros de altura.

Control de retroceso y visión nocturna

Si algo nos han enseñado los videojuegos de disparos es que las armas tienen retroceso. Cuando un arma se dispara, la explosión produce un movimiento vertical y horizontal que puede desviar la trayectoria de las balas. En un dron, el retroceso es todavía más evidente, ya que está suspendido en el aire. A eso se le suma que el dron debe calcular la distancia y la inclinación para hacer un disparo preciso.

El Songar está equipado con dos sistemas que solucionan ese problema. El primero es que la ametralladora colocada en la zona inferior está sujeta por dos brazos robóticos para compensar desviaciones de movimiento. El segundo es un juego de cámaras, sensores y un telémetro láser que usa para calcular la distancia, la velocidad del viento y el ángulo de disparo. En ese sentido, el cañón puede inclinarse hasta 60 grados.

Songar 2

De acuerdo al fabricante, el dron tiene una precisión suficiente para acertar en un área de 15 centímetros desde una distancia de 200 metros. Según explican en NewScientist, es más que suficiente para acertar a un humano desde esa distancia. También dependerá de la pericia del piloto, ya que este es el que controla el dron y debe marcar al objetivo colocando un cursor sobre el mismo. Para ello, el dron monta una cámara con zoom de diez aumentos.

El Songar tiene sensores que le permiten operar de noche y cuenta con certificación IP67. Está equipado con GPS, GLONASS y conectividad, lo que le permite transferir imágenes en tiempo real a los usuarios y grabar en la memoria para hacer "evaluaciones de daño después de disparar". Se puede volar en enjambre, hasta el punto de que tres drones se pueden controlar con un solo mando y hacerlos disparar al mismo objetivo.

Un debate abierto sobre el uso de robots en la guerra

Robots

Por el momento, el Songar no es un dron autónomo, ya que tiene que haber un piloto controlándolo desde una base, pero el uso de robots armados ha generado debate por las implicaciones éticas que suponen. En 2015 tuvimos ocasión de hablar con Ronald C. Arkin, profesor del Georgia Institute of Technology, y nos mostró una visión positiva del uso de estos robots, ya que podrían salvar vidas y reducir el número de bajas de no combatientes.

Por otro lado, hay voces que abogan por vetar la introducción de robots en enfrentamientos armados, si bien Arkin cree que no es una cuestión de eliminarlos, sino de hacer que su implementación sea consistente con el Derecho Humanitario Internacional. Según él, la llegada de los robots autónomos letales es inevitable, pero hay que discutir quién es el responsable de los crímenes de guerra que se puedan cometer con este tipo de armas.

"Si se logran salvar vidas de no combatientes en ese esfuerzo humanitario, incluso existiría un imperativo moral para su uso. Esto parece contradecir la intención de vetar directamente los robots autónomos letales sin antes determinar a través de la investigación si se podría lograr de hecho mejor protección para los no combatientes".

Contraria resulta la opinión de la campaña Stop Killer Robots (SKR), que explica que a pesar de que las LAWs (Armas Letales Autónomas, por sus siglas en inglés) requieren de la autorización humana para abrir fuego, "plantearía un desafío fundamental en la protección de los civiles y al cumplimiento del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos" Recalcan, además, que "permitir que las decisiones de vida o muerte se tomen por máquinas cruza una línea moral fundamental" debido a la falta de juicio y ética.

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