La pisamos por primera vez hace más de medio siglo, pero la Luna sigue siendo territorio de desafíos e incógnitas. Lo acaban de demostrar Rusia y la India con su empeño por llegar al polo sur lunar, una aventura que ambas potencias resolvieron con resultados dispares, y lo ha demostrado China con las últimas aportaciones de Chang´E-4. Gracias a los datos recabados por su rover un grupo de investigadores estadounidenses, chinos y británicos ha conseguido ampliar nuestra visión de la Luna y permitirnos ver en las profundidades de su cara oculta.
El resultado es fascinante.
Por lo que muestra y por lo que cuenta.
¿Cuál es la novedad? Que un grupo de investigadores acaba de publicar un estudio que nos ayuda a ahondar en los secretos de la Luna. Y lo de ahondar puede entenderse tanto en un sentido metafórico como literal. Gracias a los datos que ha obtenido el rover chino de Chang´E-4, los científicos, entre los que hay expertos del Instituto de Ciencias Planetarias de Tucson y la Academia de Ciencias China, han podido trazar un mapa del subsuelo lunar que se extiende a una profundidad de aproximadamente 300 metros bajo la superficie. Su trabajo lo han recogido en un artículo recién publicado en Journal of Geophysical Research: Planets.
¿Por qué es importante? Por lo que nos muestra. Hace años otro grupo de investigadores había aprovechado ya los datos aportados por Chang´E-4 para crear un mapa subterráneo, pero su capacidad era bastante inferior: se limitaba a apenas 40 metros. Ahora podemos profundizar mucho más, hasta alcanzar 300 m bajo la superficie, una vasta franja formada por cinco capas de rocas fragmentadas, polvo y tierra. A lo largo de su investigación los científicos han detectado además pruebas de un cráter oculto, enterrado, y distintas capas de lava lunar.
Pero... ¿Y qué nos dice eso? Pues nos habla de qué hay más allá de la superficie lunar. Pero sobre todo, y esa seguramente una de las lecturas más interesantes del informe, nos deja algunas pistas valiosas para comprender la historia del satélite. La teoría principal sobre su origen apunta que hace 4.500 millones de años, poco después de la formación del Sistema Solar, un objeto del tamaño de Marte impactó contra la Tierra y que el choque desperdigó una masa de escombros que, con el tiempo, acabó formando nuestro actual satélite natural.
Con qué materiales o cuánto tardó en formarse, su vínculo con la Tierra o incluso si fue resultado de una sola y enorme colisión o múltiples choques son temas sobre los que se ha seguido investigando. También sobre los impactos que ha recibido. Se cree que la Luna siguió recibiendo el "bombardeo" de objetos y algunos afectaron a su superficie y abrieron grietas por las que se filtró magma en erupciones. Ahora los datos recolectados con Chang´E-4 ayudan a aclarar la crónica lunar.
¿Cómo la aclara? Dejando pistas sobre su pasado volcánico. "A través de esta investigación hemos descubierto múltiples capas en los 300 metros superiores que probablemente indican unan serie de erupciones de basalto que ocurrieron hace miles de millones de años —recoge el estudio—. La variación del espesor de estos flujos de lava sugiere una disminución en la escala de erupción con el tiempo".
Al ahondar por debajo de los 90 m de profundidad los investigadores identificaron varios estratos de basalto y lava y comprobaron también que su espesor disminuye a medida que se aproximaban a la superficie. ¿Qué les sugiere eso? "Una tasa de derrame de lava progresivamente menor con el tiempo", aclaran los autores.
¿Qué dicen los científicos? "La Luna se estaba enfriando lentamente y perdiendo fuerza en su última etapa volcánica. Su energía se debilitó con el tiempo", explica el autor principal del estudio, Jianqing Feng, a Live Science. Los datos de Chang´E-4 muestran por lo tanto que el proceso erupciones y filtración de magma a través de las grietas formadas por los impactos se ralentizó con el tiempo. "El espesor de los estratos aumenta con la profundidad", abunda Feng: "Implica que la tasa de derrame de lava pudo disminuir de forma progresiva".
¿De dónde vienen los datos? La respuesta es casi tan interesante como los datos o el uso que loscientíficos le han dado. La información la tenemos gracias a la misión china Chang´E-4, que a comienzos de 2019 logró llevar el rover Yutu-2 a la cara oculta de la Luna y alcanzar el primer alunizaje en la cara oculta del satélite. Yutu-2 se posó en el cráter Von Kármán, en la cuenca Aitken, con el objetivo de aportar información tanto sobre la Luna como el Sistema Solar primitivo.
El rover resulta un aliado valioso porque está dotado de tecnología Lunar Penetrating Radar, que le permite enviar señales de radio a las profundidades de la Luna y recibir los "ecos" que retornan tras rebotar en las estructuras subterráneas. Son esos ecos los que aprovechan los científicos para elaborar sus mapas.
¿Cómo alcanza las capas subterráneas? Gracias al radar de penetración terrestre (GPR) y los pulsos electromagnéticos que envía al interior de la Luna. Los datos del canal de alta frecuencia le permite detectar estructuras en la franja de 40 m más superficial. Los de baja frecuencia permiten a los investigadores ir más allá, penetrar a mayor profundidad y buscar estructuras en capas a gran escala.
Para la investigación el Yutu-2 ha resultado fundamental. El pasado enero, coincidiendo con la celebración del cuarto aniversario del alunizaje de Chang´E-4, el canal estatal chino CGTN reivindicaba que la suya había sido la primera sonda en llegar a la cara oculta del satélite y precisaba que, a lo largo de su carrera, el rover ha superado con creces las expectativas y recorrido 1.445 m en esa faz.
Imágenes: NASA, CSNA/Siyu Zhang/ Kevin M. Gill - ChangE-4 - PCAM y Kevin Gill (Flickr)
Ver 2 comentarios